Edición n° 2874 . 04/10/2024

Verónica Sforzin: «las redes sociales impiden que tengamos información veraz»

En su diálogo con teleSUR, Sforzin instó a mirar críticamente a las redes sociales.

A las redes sociales, sus impactos, influencias, peligros y retos dedicó este martes la multiplataforma teleSUR una nueva edición de su podcast, que tuvo como invitada a la docente e investigadora de la Universidad de la Plata, Argentina, Verónica Sforzin.

Ante la reflexión de por qué las redes sociales pueden ser tan divertidas como peligrosas, la docente caracterizó el actual contexto tecnológico, político y geopolítico que incide en las redes sociales que consumimos en el siglo XXI por medio de las plataformas digitales.

“El problema que tenemos en América Latina y en casi todo el mundo occidental, es que estas redes sociales, pertenecen a unas pocas corporaciones trasnacionales que son anglosajonas con intereses políticos y geopolíticos”, precisó.

En ese sentido, acotó que esas corporaciones median nuestra comunicación y nuestro ámbito privado, desde la necesidad “lógica” de crecer como corporación y mejorar su economía.

“Nos utilizan para monetizar con nuestros datos y son capaces de influenciar o manipular el comportamiento subjetivo para el consumo de determinadas mercancías o de determinadas ideas o propuestas ideológicas”, acotó Verónica Sforzin.

En este sentido, planteó que el gran primer problema al que nos enfrentamos los seres humanos «no es la tecnología en sí, sino es la tecnología anglosajona que pertenece a los Estados Unidos (EE.UU.) desde los inicios, no es un fenómeno de estos últimos cinco años».

Sforzin explicó que el fundador y creador de la red social Facebook, Mark Zuckerberg lanzó su proyecto de red social con financiamiento del Fondo Financiero Internacional (FMI), el Departamento de Estado de EE.UU. y la Agencia de Seguridad Nacional. Ello corrobora que «son parte del entramado económico y geopolítico estadounidense, es decir, son parte del aparato industrial y militar desde sus inicios».

Otro dato importante que aportó la investigadora argentina fue que Facebook salió por primera vez al ciberespacio el 4 de febrero del 2004, en la misma fecha en que fue dado de baja un programa que recolectaba información de los ciudadanos estadounidenses.

En su diálogo con teleSUR, Sforzin instó a tomar conciencia de que las sociedades abiertas como las de América Latina, son mediadas actualmente por corporaciones, por ello “debemos tener una conciencia crítica de cómo resguardarnos, cómo seguir avanzando en seguridad comunicacional e informática, y saber ser críticos”.

“Esa mirada crítica a las redes sociales, que son trasnacionales, que son muy poquitas, monopolizadas, conduce a comprender que es un mundo privado, que nos va a utilizar de acuerdo a sus propios beneficios”, aseveró.

La investigadora recalcó que “existe una creencia de que en las redes sociales podemos tener una libertad que en el mundo físico o en nuestros países no tenemos; nos llevan a disociar mucho de nuestra vida física cotidiana, de nuestras tensiones económicas en los países de América Latina; nos llevan a creer que a partir de estas expresiones, contactos que podemos tener, podemos ser libres y no en el mundo físico cotidiano. Esta disociación está generando problemas subjetivos en las nuevas generaciones”.

Sforzin alertó que aunque existe la creencia de que si no ponemos a la tecnología en el centro de las sociedades, estas no serán más avanzadas o democráticas, lo cierto es que ese «uso cotidiano también va a tener problemas de la construcción objetiva”.

Las especialista aludió a que las redes sociales distorsionan la percepción de la imagen física corporal, provocando depresión y ansiedad en los jóvenes. Según precisó, hace un tiempo se comprobó que producen esos problemas de salud mental, incluso en los llamados nativos digitales, pero aún así continuó impulsando ese formato.

Las red social Diáspora como posible alternativa

Sforzin sostuvo que las redes sociales son herramientas que nos permiten conectarnos, «pero a la vez son corporaciones con sus necesidades económicas que nos usan para que aportemos datos; para que seamos adictos; para que estemos constantemente conectados. Esta es la cara oculta de las redes sociales».

Destacó, sin embargo, que la red social Diáspora es libre y solo se usan textos, sin imágenes, «y está pensada en el bienestar de esa comunidad y nos permite la conexión con los que están lejos».

Por el contrario, indicó que «Facebook, Meta, Alphabet y Google no son espacios comunicativos que se busque el bienestar, sino lo que se pretende es una adicción y la extracción de información, al usar los mismos formatos de los casinos para generar adicción a la tecnología y monetizar con nuestros datos».

La investigadora precisó además que el mismo hecho de que las redes sociales tengan su génesis en EE.UU., afecta la democracia global del mundo occidental. En ese sentido, acotó que estamos viendo un sistema de saturación de información, donde el 70 por ciento de las noticias son falsas y manipuladas por la inteligencia artificial y medios tradicionales las publican sin ningún problema.

“Las redes sociales impiden que tengamos información veraz, de calidad, que podamos evaluar la información y actuar a favor de nuestros intereses, además que usan la imagen y no el texto, no la narrativa, van construyendo subjetividades mas emocionales”, subrayó.

De igual manera, enfatizó en que no se trata de plataformas libres, sino exponentes de los discursos de odio que se relacionan además intereses económicos y políticos de los dueños de cada red social.

Necesidad de avanzar en la soberanía tecnológica

Sobre los retos de los gobiernos con relación a las redes sociales, Sforzin insistió en la necesidad de determinar cómo debe ser internet y la gobernanza.

«Además del desafío de avanzar en la soberanía tecnológica y comunicacional, debe avanzarse en los organismos regionales, en la infraestructura física para que los datos queden en la región y no vayan todos a EE.UU.», sostuvo.

Asimismo, destacó que es oportuno crear softwares propios, anclados en América Latina que nos conduzcan a prescindir de Facebook, Google, Instagram, Meta.

La investigadora subrayó la urgencia de contar con un marco legal encaminado a la regulación de las redes sociales, así como la protección de los datos personales por parte de los estados e instituir leyes antimonopólicas.

Sforzin llamó además a reconocer «el territorio físico como lugar de construcción de los pueblos como sujetos, los afectos, la comunidad, a enfrentar los desafíos, mientras que  el mundo digital está siendo monopolizado, manipulado».

Asimismo, indicó que aunque existen múltiples propuestas, «el gran desafío es el equilibrio y el redireccionamiento para avanzar hacia un mundo multipolar que  incluya nuestras diversidades y riquezas culturales.