(Por Estefanía Cendón) Entrevista a la socióloga y docente universitaria, Verónica Sforzin, para un análisis en profundidad acerca de la globalización digital, la situación de América Latina y la Argentina al respecto. El rol de los estados y los bloques regionales, la potencialidad de las redes sociales y la posibilidad de generar canales de comunicación propios.
Tras la reciente presentación de su libro
«Ética, poder y tecnologías/ Redes sociales e inteligencia artificial desde el Sur global», Sforzin describe el contexto actual y el rol que ocupa América Latina ante un escenario de bipolaridad tecnológica liderado por China y Estados Unidos.
«Hoy la región es exportadora de materias primas que se usan para el desarrollo de las nuevas tecnologías, como es el caso del litio. También somos grandes exportadores de algo fundamental para esta cadena de valor tecnológica que son los datos. Hay un extractivismo permanente de nuestros datos personales que les permite el desarrollo de la inteligencia artificial, de los algoritmos», definió la comunicadora.
La autora del libro reflexiona acerca del rol de los estados y la necesidad de «leyes regulatorias, de protección de datos personales que se apliquen fuertemente y que pongan límites a las grandes transnacionales de la comunicación». Asimismo, pone en relevancia que «son los organismos regionales los que tienen la capacidad de construir un medioambiente digital».
«En el caso de Argentina estamos aconteciendo al desmantelamiento del Estado nacional a partir del reciente DNU presentado por el actual presidente Javier Milei. Por este motivo, en los años siguientes será muy complejo regular a las grandes corporaciones cuando, justamente, se está liberando todo para que vengan a alojarse», vaticinó la especialista.
Sforzin considera que «la Ciencia y la Tecnología se deberían poner al servicio del desarrollo industrial nacional. Por supuesto que CyT deben ponerse al servicio de las necesidades de las mayorías, resolver problemas históricos de nuestro país, como la desigualdad».
Al cierre de la charla, la socióloga alertó: «No somos conscientes de que estamos en una guerra cognitiva, en una guerra psicológica. Con cuidar la democracia no alcanza si no comprendemos que hay una disputa y las redes sociales son el gran instrumento». Al respecto, añadió: «Es necesario construir redes sociales propias: regionales, latinoamericanas y, por qué no, argentinas».
MOTOR ECONÓMICO: ¿Qué rol ocupa América Latina dentro del actual esquema de globalización digital?
Verónica Sforzin: A nivel internacional estamos ante una bipolaridad tecnológica comandada por Estados Unidos, por un lado, y China, por el otro. Son los únicos dos países que tienen la capacidad de conjugar, de ordenar la cadena de valor de las tecnologías de la información y de la comunicación.
Desde hace 10 años China viene creciendo tras ordenar, en primera instancia puertas adentro, esta cadena de valor y luego proyectando ese ordenamiento a nivel global. En este marco, en el resto del mundo somos principalmente consumidores, usuarios de los productos y servicios que hoy proponen alguna de las dos potencias. Incluso Europa hoy es consumidor y usuario de Google, de las redes sociales de Silicon Valley, principalmente de Estados Unidos, y de productos tecnológicos de China también.
ME: ¿Cómo se refleja esta situación en la Argentina?
VS: América Latina y Argentina hasta el 2015 fueron protagonistas a partir de contar con herramientas regionales como la CELAC y la UNASUR que empezaron a poner en juego y a dinamizar el mercado interno de las tecnologías, constiuyendo un ecosistema tecnológico.
Por entonces, si bien no contábamos con la cadena de valor completa, la misma fue puesta en función de la producción propia, de las materias primas con las que cuenta la región, sumado al aporte de las universidades regionales. Esto permitió la innovación y el desarrollo en el marco de los organismos regionales mencionados. Hubo múltiples iniciativas para pasar de ser competidores individuales, cada país, a tener un proyecto regional en términos tecnológicos.
ME: Cuando se piensa en Estados Unidos y China con respecto a la región se habla en términos de subordinación mayoritariamente.
VS: Claro, si bien hasta 2015 hubo un intento de producción propia a partir de desarmarse esos organismos regionales volvimos a caer en una situación de tremenda subordinación. Inclusive, hay algunos autores que hablan de un nuevo colonialismo a partir de la tecnología: colonialismo tecnológico.
Hoy la región es exportadora de materias primas que se usan para el desarrollo de las nuevas tecnologías, como es el caso del litio, sin agregado de valor ya que solamente exportamos la materia prima.
También somos grandes exportadores de algo fundamental para esta cadena de valor que son los datos. Hay un extractivismo permanente de todos nuestros datos personales que les permite el desarrollo de la inteligencia artificial, de los algoritmos.
ME: ¿Qué papel juegan los Estados al respecto?
VS: Este extractivismo se permite en nuestros estados a partir de que no hay leyes regulatorias, ni leyes de protección de datos personales que se apliquen fuertemente y que pongan límites a las grandes transnacionales de la comunicación.
En definitiva, como región somos exportadores de materias primas, exportadores de datos y somos grandes consumidores de servicios ya producidos, como UBER, y otros servicios.
ME: Cuando se piensa a nivel regional: ¿qué expectativas hay de que se pueda revitalizar este ejercicio de regulación y promover canales de comunicación propios?
VS: Hoy América Latina atraviesa una situación complicada. Si bien Lula ganó en Brasil, tenemos la situación de Petro en Colombia, en Bolivia observamos la estabilización de un proyecto nacional y popular a partir de Arce, el caso de México, pero no termina de conjugarse en una reactivación de los organismos regionales.
Sin dudas son los organismos regionales los que tienen la capacidad de construir un medioambiente digital: la posibilidad de que se conjugen el conocimiento, a partir de las universidades, más los polos científicos y tecnológicos, más la búsqueda de financiamiento, para el desarrollo de una tecnología propia, en función de intereses propios. Sólo los organismos regionales pueden lograr esto, no hay otra instancia supraestatal que pueda lograrlo.
ME: ¿Cómo se aborda este desafío desde Estados debilitados en sus mecanismos institucionales?
VS: En el caso de Argentina, lamentablemente, estamos aconteciendo al desmantelamiento del Estado nacional a partir del reciente DNU presentado por el actual presidente Javier Milei. Por este motivo, en los años siguientes será muy complejo regular a las grandes corporaciones cuando, justamente, se está liberando todo para que vengan a alojarse las grandes corporaciones.
Ya lo vimos muchas veces en nuestro país, como en los ’90, que el pez más grande se come al más chico. Inclusive, resulta llamativa la insinuación a corporaciones norteamericanas para la adquisición de empresas nacionales como ARSAT y toda la acumulación de conocimiento propio desarrollado a partir de inversiones del Estado Nacional.
No olvidemos que Argentina es vanguardia en el desarrollo de satélites a nivel latinoamericano. Cuando lo que está en disputa es ese «knowhow» el Estado debería tener la potestad de impedir que las corporaciones se queden con el patrimonio nacional, ya sea de recursos naturales como de industrias constituidas como ARSAT, YPF o Aerolíneas Argentinas.
ME: ¿De qué manera deben ser enfocadas la ciencia y la tecnología desde el Estado para superar estas asimetrías que describe?
VS: La Ciencia y la Tecnología se deberían poner al servicio del desarrollo industrial nacional. Por supuesto que CyT deben ponerse al servicio de las necesidades de las mayorías, resolver problemas históricos de nuestro país, como la desigualdad. Por ejemplo, se puede constituir un mercado que sortee las mediaciones de los grandes monopolios de los agroalimentos. El Estado podría constituir de manera pública y virtual un gran mercado central, donde se articule la producción de los pequeños productores con el consumo de las grandes mayorías, sin intermediarios. Eso se puede hacer a partir de la tecnología y esto permite cambiar la matriz productiva del país, con la consolidación del Estado que ordena la producción y el consumo desde la política pública.
En definitiva, Ciencia y Tecnología deben ir en función de las necesidades de la población y del país, y en función del desarrollo de un mercado interno, potenciando el desarrollo de nuestras PyMEs.
ME: En las elecciones recientes desarrolladas en Argentina se evidenció una vez más la potencialidad de las redes sociales. ¿Es posible contrarrestar la subordinación latente en el uso y manejo de las redes sociales? ¿De qué manera?
VS: Son problemas geopolíticos que necesariamente deben ser abordados desde esa perspectiva para encontrar las verdaderas herramientas. Considero que no somos conscientes de que estamos en una guerra cognitiva, en una guerra psicológica y que, de hecho, está enmarcada en una guerra híbrida.
Con cuidar la democracia no alcanza si no comprendemos que hay una disputa y las redes sociales son el gran instrumento. Estamos en una guerra psicológica donde las redes sociales cobran un papel fundamental y, ante la saturación de información, gana el que instala el relato, quien logra cooptar la atención. Eso es guerra psicológica: te bombardean emocionalmente y gana el que logra instalar permanentemente, a partir de acciones, algún microrelato.
La monopolización de las mediaciones, de las redes sociales, es la gran desventaja actualmente. Es importante comunicar mejor y desmonopolizar las mediaciones, ambos procesos.
ME: ¿Cómo se desmonopoliza cuando las redes están configuradas para generar esos micro climas en donde nos vinculamos con perfiles, temáticas y contextos afines a nuestros intereses?
VS: Es necesario construir redes sociales propias: regionales, latinoamericanas y, por qué no, argentinas. Se han desarrollado experiencias para intentar instalar otro tipo de redes sociales, con otras lógicas, en donde el usuario no sea un instrumento sino que vuelva a ser protagonista.
Como Estado hay que dar espacio a que empiecen a emerger otras redes sociales e, incluso, pensar en que América Latina genere sus propias redes sociales en función de sus propios intereses.
En su momento, pensar en Telesur sonaba imposible, pero se pudo concretar esa Agencia Latinoamericana cln capacidad de respuesta a los intereses latinoaericanos. De igual manera debemos gestar redes sociales que den respuesta a nuestros intereses, con una lógica que no sea la manipulación.