El Fondo pide enfocar en el desarrollo tecnológico y en energía verde, y destaca la apertura comercial. En esa línea, Lavigne adelantó más medidas en favor del libre comercio. Los empresarios esperan un 2025 en ascenso, pero otros ya hablan de «industricidio».
( por Ariel Maciel ) El empresariado nacional se debate entre esperar un rebote en 2025, que lo reposicione en una nueva cancha y reglas novedosas, o empezar a resistir lo que denominan el industricidio. Las expectativas están centradas en las proyecciones que realiza el Gobierno y los asesores económicos de las grandes empresas. Pero el contrapeso es, además de la feroz recesión con caída de las ventas, el modelo que el ministro de Economía acordó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que deja desprovisto de políticas industriales al país, con una apertura indiscriminada de las importaciones de productos terminados y un desamparo de protecciones ante la competitividad externa, como la quita de subsidios para beneficiar el empleo local.
“Nosotros no llamamos abrir la economía, sino normalizar la economía. Un funcionario no puede estar atrás de las decisiones de importación, de exportación, de inversión, de precios o de cálculo de las empresas, sino que son ellas las que manejan su cash flow, sus proveedores y la forma en que operan”, definió el secretario de Comercio, Pablo Lavigne, ante empresarios del autopartismo, en la muestra Automechanika Argentina, que se realiza en el predio ferial de la Sociedad Rural, en Palermo. Ese sector está atravesando un derrumbe del 40% de las ventas.
El funcionario nacional, de origen macrista, habló de “reglas claras” y de “normalización” de la economía, con un Estado alejado de la toma de crédito, para volcarlo al sector privado, aunque reconoció que esa medida recién se pondrá en marcha “el año que viene” y que el financiamiento será “ínfimo”. Lavigne detalló el plan a seguir: “Yendo a una baja de la inflación, estamos intentando salir lentamente del cepo. El Banco Central acaba de relajar un poquito el cepo. Las pymes, a partir del 15 de abril, van a pagar sus importaciones a 30 días, que es un esquema comercial un poco más cómodo que las cuatro cuotas, que era lo posible. Venimos de una deuda comercial del 10% del PBI, que hemos normalizado con mucho es fuerzo, y este es un paso más”. Y cerró: “Esto es todo lo que tengo que decir”.
Qué dice el plan antiindustrial del FMI
Un paper firmado por tres economistas, que comandan el Departamento de Finanzas del FMI, dejó claro que el organismo multilateral de crédito desalienta la implementación de una política industrial. El informe va en línea con los reclamos por cerrar el grifo de las importaciones para evitar que se consuman los dólares de las reservas del Banco Central. Esas “recomendaciones” le llegaron a la efímera ministra de Economía Silvina Batakis, en su única incursión por Washington, como también el último jefe del Palacio de Hacienda del peronismo, Sergio Massa.
“Gran parte de la política industrial se basa en gran medida en costosos subsidios o reducciones impositivas, que pueden ser contraproducentes para la productividad y el bienestar si no se focalizan de forma eficaz. Este es a menudo el caso, como sucede, por ejemplo, cuando los subsidios se desvían hacia sectores con contactos políticos. Además, discriminar contra las empresas extranjeras puede resultar contraproducente, ya que tales políticas pueden desencadenar costosas represalias y la mayoría de los países, incluso las principales economías avanzadas, dependen de la innovación que se realiza en otros lugares”, destacó el análisis.
Según el FMI, sólo “en algunos casos, la política industrial puede estar justificada, como cuando apoya a sectores que generan una gran difusión de conocimientos hacia la economía nacional”. Citó el ejemplo del sector de semiconductores, un insumo crítico que está concentrado en apenas dos mercados. Lo que implica que su producción local debe insertarse en una cadena de valor global, sin pretender desarrollar el resto del motor para un auto, por caso. “Otro caso importante de uso de la política industrial es el impulso de la innovación verde; lograr la neutralidad en carbono exigirá la creación de tecnologías que todavía no existen”, destacó.
Creer o reaccionar, la pegunta que se hacen los empresarios
“No queremos ver empresarios en los pasillos (del Ministerio) de Economía. Los queremos en sus empresas”. Con esta frase, Lavigne les dijo en la cara a los jefes de las principales automotrices argentinas que desactiven el lobby sectorial ¿Qué sucedió? Minutos antes del almuerzo de apertura del evento que reúne a toda la cadena de valor de las multinacionales, los CEOs que comandan ADEFA y los representantes de los autopartistas de la cámara AFAC le intentaron explicar al funcionario nacional que ese mundo que recorrían por los pasillos de la muestra existía gracias a la ley de promoción de inversiones en la industria que abarca a esos dos rubros.
“Creo que entendió lo que necesitamos y viene de un ámbito de conocimiento de la industria. Esperamos que tenga voluntad y poder de resolución para respaldar a un sector que es competitivo con las exportaciones”, afirmó uno de los que participó de la recorrida y del lobby. Aunque el propio Lavigne admitió que el Gobierno avanzará con más medidas de apertura del mercado, que tendrá resistencia en los metalúrgicos agrupados en Adimra, ya que permitirá comprar bienes de capital en el exterior, con beneficios impositivos, lo que hundirá a la industria nacional.
Entre los empresarios, incluso aquellos que están sufriendo una crisis profunda de las ventas, se instaló el debate sobre la conveniencia de apoyar a un Gobierno que avanzará con reformas (hay mucha expectativa por las laboral e impositiva) reclamadas por el sector privado; o comenzar a resistir el cierre de fábricas, con un tendal de desempleados en el corto plazo, y una caída en desgracia de la industria nacional.
AM / ED