Edición n° 2922 . 21/11/2024

¿TOMÁS VODANOVIC A LA MONEDA?


EL FAVORITO QUE INCOMODA

Ahijado político de Pablo Vidal, escudero de Daniel Stingo, rival infatigable de Cathy Barriga, seguidor de Jesús de Nazaret, deportista, estratega, táctico, resiliente. Tomás Vodanovic pasó del mundo de los voluntariados, a abrirse paso lentamente en RD, donde sus obsesiones territoriales fueron, primero, desestimadas, para hoy ser el principal capital del partido. De un salto, pasó de las asesorías en el Congreso a liderar uno de los municipios más importantes de Santiago. Hoy, es la segunda figura más popular del Frente Amplio después del Presidente, y, para algunos, la carta mejor aspectada de la nueva izquierda para llegar a La Moneda.

Por: Felipe González Mac-Conell

Pocos días antes de la elección de mayo de 2021, la gente lo reconocía en la calle. Veían a un flaco que caminaba confiado, con el pelo peinado, pero desordenado, tan alto que se veía de lejos. Los maipucinos sabían que era candidato y que ahora podían renovar las caras de la política. Era un rostro que sonaba confiable, de ideas que sonaban bien. Apenas lo veían volanteando, se acercaban. Todos querían contarle los problemas de Maipú. Lo rodeaban.

–¡Don Daniel! ¡Defiéndanos, por favor!… ¡Don Daniel! –le decían antes de tomar sus manos y prometerle el voto.

Y él, más de un año antes del Rechazo a la propuesta de la Convención, meses antes de decir en televisión que la platita ya no sería de los cotizantes, semanas antes de mandar a la derecha para la casa y de decir que ahora los acuerdos los iba a poner la izquierda, Daniel Stingo, en campaña como constituyente, daba media vuelta cuando escuchaba el ruego ciudadano. Sonreía de oreja a oreja, se sacaba las fotos, abrazaba a los abrazos y, por sobre todo, atajaba a los votantes antes de que se fueran.

–¿Oiga, y usted sabe por quién va a votar para alcalde? –antes de que las maipucinas y maipucinos pudieran decir algo, él gritaba, con el entusiasmo con el que argumentaba en los matinales: ¡Déjeme presentarle a alguien! 

Daba media vuelta y mostraba al otro flaco que lo acompañaba, uno aún más alto y más joven que él, que también estaba en campaña, pero que no se paseaba por los matinales y no era conocido por los vecinos.

–Mire, él es Tomás Vodanovic ¡El alcalde que Maipú necesita!

La jugada se ponía en marcha. Stingo daba el pase, y Vodanovic, un hábil deportista, lo recibía sin bote, levantaba la vista y mostraba lo suyo. Se venía preparando desde hace años para el desafío, desde que dejó las comodidades del barrio alto para vivir en La Pincoya cuando aún era un universitario. Y no iba a irse sin tratar de ganar el partido.

Algunos atribuyen el diseño de la estrategia al exdiputado y actual presidente de Anatel, Pablo Vidal, conocido de Stingo y padrino político de Vodanovic. Ya desde dentro del Frente Amplio, dicen que, si bien siempre supieron que el abogado y rostro televisivo iba a salir electo, este confió en el proyecto que estaban armando en torno a Vodanovic y lo ayudó a abrir puertas que luego fueron aprovechadas por el actual alcalde. 

La estrategia, de todos modos, fue un éxito indiscutido. De la mano del entonces abogado de los matinales, Vodanovic pasó de ser un completo desconocido a ganarle el sillón municipal a la derecha, encarnada en la famosísima Cathy Barriga. 

En la elección, Stingo sacó 111.482 votos, y fue el constituyente más votado del país; Vodanovic sacó 90.284, y fue el alcalde más votado del país.

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En los últimos meses Vodanovic no solo se ha posicionado como una voz a la cual escuchar entre los alcaldes frenteamplistas –acaso los líderes más visibles de la coalición– tocando temas incómodos para la izquierda, como el uso de los militares para el control del orden público, sino que también ha aparecido en algunas encuestas dentro de los nombres mejor evaluados en la política e, incluso, como presidenciable.

Por ejemplo, en la tercera semana de febrero Vodanovic apareció en las encuestas como la sexta figura política mejor evaluada -pasó de un 40% de aprobación en noviembre del 2023 a 59% en febrero del 2024-, superando por mucho a otras figuras de su sector, como los parlamentarios Gonzalo Winter y Diego Ibáñez. Además, desde el 17 de marzo, comenzó a aparecer entre los presidenciables con preferencia espontánea. Y la última encuesta CEP de agosto lo mostró como el tercer político chileno con mayor aprobación (40%), solo detrás de Matthei y Bachelet.

Eso ocurre, en parte, porque pasó de un déficit en la comuna de 31.000 millones a cero, porque despejó la plaza de Maipú, porque invirtió millones en arreglos de calles y en parte porque se ha acercado a los vecinos en cada una de sus actividades.

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–¡¿Y quién fiscaliza a un parásito como este?! –se preguntó, cansada y al borde del colapso, la alcaldesa de Maipú, Cathy Barriga, en octubre del 2018. 

El mensaje estaba dirigido al entonces diputado Pablo Vidal, y la ira de la hoy formalizada exautoridad se venía acumulando hace rato. Por esos días, y desde que asumió la alcaldía, Cathy Barriga lidiaba constantemente con solicitudes de investigaciones, requerimientos a Contraloría y cuestionamientos públicos por parte del parlamentario.

En el equipo de asesores de Vidal, que tenían entre ceja y ceja a la ex rostro de programas juveniles, se contaba su jefe de gabinete y, tiempo después, encargado territorial, Tomás Vodanovic, al que había conocido cuando militaba en el comunal de Revolución Democrática (RD) de Huechuraba.

El foco de fiscalización en Barriga tenía, por cierto, asidero. Entre compras de peluches con fondos municipales, pagos irregulares de horas extras, la ejecución de millonarios y cuestionados eventos, como el festival Maipeluza, y un uso masivos de la imagen de la alcaldesa para becas estudiantiles, veterinarias, el Kiki Challenge, y otros infames episodios, el equipo del diputado no tenía que esforzarse mucho en encontrar razones para incomodar a la ex chica Mekano en su gestión. 

Pero entre las fiscalizaciones a Barriga y el trabajo territorial del equipo del diputado se fue abriendo paso a algo más: a una oportunidad. Y, ante una gestión que veían deficiente y cuestionada, el municipio comenzó a verse como un espacio no tan imposible de conquistar.

El flaco de casi dos metros que ejercía como encargado territorial de Pablo Vidal tenía buena llegada con las organizaciones sociales. Los maipucinos y maipucinas lo escuchaban y él demostraba manejo. Tenía buenas habilidades de gestión y, aunque cargaba con el estigma de cuico y, peor aún, de que no era oriundo de Maipú, no se aproximaba a los problemas de la gente bajo una lógica paternalista, dicen quienes lo vieron en esa faceta. Tomás Vodanovic, entre las bases y de a poco, se estaba haciendo un nombre en la comuna, y desde RD vieron que ahí había un nombre que podía ser aún explotado.

–La candidatura de Tomás Vodanovic la empezamos a pensar antes de octubre del 2019 –dice la secretaria general de RD y parte del entonces equipo de Vidal en el Congreso, Tatiana Urrutia– Habíamos sido durante años fiscalizadores tanto de Christian Vittori como de Cathy Barriga, así que lo empezamos a trabajar, a amoldar, y después sucedió el estallido. Ahí con mayor razón creíamos que había un espacio importante porque o sino íbamos a tener que elegir entre el sucesor de Vittori o Cathy Barriga.

Con la ex chica Mekano como la enemiga declarada del grupo, la campaña de Vodanovic partió a pulso. El actual alcalde no era famoso, y ni Vidal ni él eran partidarios de la directiva de RD, que en ese entonces encabezaba la diputada Catalina Pérez, así que no tuvieron apoyo partidario, pero el ímpetu del estallido social les hacía creer que había terreno para un cambio de dirección importante en la comuna.

En RD de Maipú entonces pusieron en marcha las formas de acción política que solían practicar: reuniones en patios de amigos, papelógrafos, plumones, post it, palomas artesanales, letreros con PVC. Cualquier similitud con una campaña universitaria era casualidad, pero bríos y ambiciones para ganar uno de los bolsones de votos más importantes de la capital, no faltaban. Hasta que llegó la pandemia.

Hoy lo cuentan entre risas, pero durante un par de meses, desde que comenzó la pandemia en marzo del 2020, el equipo que impulsaba la candidatura de Vodanovic estuvo resignado a que la cosa no iba a prender. Las necesidades del país eran otras, la gente temía por su vida, y la brújula política ya no se inclinaba por cambios profundos en la comuna. Y así, cabizbajos, se dieron unas palmadas en la espalda, guardaron las palomas, los papelógrafos, y se dijeron bueno, lo intentamos. Pero Cathy Barriga les hizo recobrar los ánimos.

Entre que la alcaldesa entregaba sus propias cifras de contagiados y fallecidos, que entraba en peleas con el Ministerio de Salud que llevaron a que el entonces ministro Jaime Mañalich la tildara de mentirosa, y que en la comuna ocurrían escándalos como fiestas masivas en tiempos de aislamiento, los frenteamplistas vieron debilidad en su contrincante, notaron que nadie estaba aprovechando el vacío de la mala gestión municipal y volvieron a reunirse. Dijeron acá está la cagada, Maipú no aguanta otro período de Barriga. 

Desempolvaron las palomas, volvieron a los patios de amigos y crearon instancias como La casa de Maipú, para hacer conversatorios y charlas de la mano de famosos como Stingo y Beatriz Sánchez, y dieron el vamos a una de las carreras políticas con mayor proyección hoy en día.

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– A mí lo que me mueve, al final, es un amor al otro.

Un Tomás Vodanovic de 22 años, con la población La Pincoya, de Huechuraba, a sus espaldas, mira a la cámara de Canal 13 con ojos iluminados. Sonríe cuando habla de los trabajos de voluntariado que realiza, y se pregunta:

–¿Qué haría Cristo en mi lugar? ¿En qué barrio viviría Cristo? ¿En qué auto andaría Cristo? ¿Andaría en auto? ¿En qué colegio metería a sus hijos Cristo, si tuviera? ¿Con quién se juntaría? Creo mucho en el mensaje de Cristo, en el modelo de vida que vino a dar Cristo al mundo. Un dios que no juzgó a nadie, que estuvo con los más excluidos, con los más pobres, que los amó y que con ellos quiso hacer una revolución.

La escena era para Bienaventurados, un programa de Canal 13 que se emitió el 2012 y que mostraba a jóvenes abocados a la acción social. El capítulo estaba dedicado a Formando Chile, una fundación que creó Vodanovic mientras estudiaba sociología en la Universidad Católica y que buscaba dar educación a niñas, niños y adolescentes de La Pincoya, donde vivía por esos años junto a otros voluntarios. Entre quienes recibieron estas clases está Alexander Aravena, delantero de la Universidad Católica y seleccionado nacional.

–Fui al colegio Cumbres toda mi vida –dice en la entrevista, donde trata sobre el paso que dio desde el sector oriente de Santiago hasta la periferia de Huechuraba– mirándolo de afuera, creo que uno se cría en un encierro que atonta un poco.

En los primeros años de acción política de Tomás Vodanovic hubo dos factores que fueron determinantes: su cristianismo, que lo llevó al trabajo territorial y al voluntariado, y su afición a los deportes.

Desde que entró a RD, el incipiente partido que emergía desde el movimiento estudiantil, era conocido por sus habilidades como basquetbolista entre el puñado de adherentes que contaba el partido en ese entonces. De hecho, conocedores de los primeros años de la tienda dicen que esto lo hizo sintonizar con Giorgio Jackson, cuya pasión por el voleibol es conocida.

Para algunos, esto incluso ha forjado su personalidad y forma de moverse en la política.

–Tomás se ha preocupado de hacer un capital social en el mundo del deporte súper intenso. Eso es una clave para entenderlo como persona. Él es deportista: cree en la buena fe, competir con buenas artes, a la vez que quiere ganar y que es estratega –dice el exdiputado Renato Garín.

En sus inicios en RD, Vodanovic era tildado, de forma distante y reprobatoria, de bacheletista, e incluso, peor aún, de concertacionista. Respaldó a Miguel Crispi cuando ingresó al gobierno de la Nueva Mayoría y, desde los albores del partido, era de la tesis de que había que ampliar las alianzas hasta la centro izquierda y formar mayorías.

Su obsesión eran los territorios y en el debate interno impulsaba la idea de que la tienda tenía que volcarse a disputar los municipios: de abajo hacia arriba. En esto coincidía con otros nombres hoy conocidos de los gobiernos locales: Emilia Ríos y Macarena Ripamonti. 

Esta tesis, en un partido controlado por Giorgio Jackson, y luego por dos de sus aliados más cercanos, con quienes incluso convivía (Rodrigo Echecopar y Catalina Pérez), no tenía cabida. De hecho, hasta el 2019 en la interna del FA la postura hegemónica iba por un carril muy distinto a los intereses del actual líder de Maipú.

Fuentes conocedoras de la interna frenteamplista dicen que las directivas de Echecopar y Pérez eran reticentes a que el partido disputara alcaldías porque consideraban que no había cuadros lo suficientemente preparados que garantizaran que el partido no se iba a ver comprometido por gestiones deficientes. El camino estaba trazado para objetivos mucho más ambiciosos, y no querían que nadie desviara el foco.

–Todo se hacía preparando el gobierno que el 2025 el Frente Amplio iba a disputar con Giorgio a la cabeza, y mientras menos cagadas quedaran entre medio, era mejor. Al final, la tesis de Tomás, Emilia Ríos y otros fue la que triunfó. Todos ellos fueron alcaldes, pero lo hicieron pese a la directiva de Catalina Pérez, no gracias a ella –comentan.

Y Vodanovic la peleó. Compitió por la directiva del partido en una lista que perdió ante Catalina Pérez, y, cuando sus principales aliados, Pablo Vidal, Natalia Castillo, Javiera Parada y otros, salieron de RD, él se quedó y resistió.

–Fue resiliente, virtud de él. Si él renunciaba al partido, la ley anti díscolos le impedía competir con otra marca. Y la Emilia Ríos lo mismo. Y ganaron a pesar de que la Catalina Pérez no hizo nada por ellos –comenta Renato Garín, quien está pronto a publicar su nuevo libro.

–Vodanovic nunca rompió relaciones con el partido, entonces.

–Tomás no es alguien que rompa relaciones, no es Garín po. Él aguanta, él resiste.

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Hay quienes dicen que lo hizo para apurar a los legisladores para que tramiten la Ley de Infraestructura crítica; otros, para que no se le metan candidaturas por el lado derecho en Maipú; y otros, porque, bueno, estamos en período de campaña y los alcaldes que van a la reelección se desesperan cuando queda poco para las votaciones.

Lo cierto es que la solicitud que hizo Tomás Vodanovic a la ministra del Interior, Carolina Tohá, para que el Gobierno use a los militares para “ciertas labores de seguridad” en su comuna abrió un debate que removió aguas en la izquierda.

De todas formas, no es primera vez en los últimos meses que ocupa su liderazgo para meter el dedo en la llaga de su sector. “Nuestro partido fue destruido por un grupo de corruptos”, dijo desde un escenario en la celebración por la unión de los partidos del Frente Amplio. Ahí mismo, ante cientos de militantes que se felicitaban por el futuro esplendor del gran partido repasó a la médula ñuñoína que distingue a la izquierda frenteamplista: “Tenemos que construir un Frente Amplio que sea menos pretencioso en el lenguaje y en los adjetivos que utiliza para autocalificarse, y más riguroso y autoexigente”.

En la derecha temen que en las municipales Vodanovic saque una votación descollante que lo catapulte hacia La Moneda. También se desesperan buscando candidatos que puedan contrarrestar esto, entre quienes ha sonado el ex ministro Rodrigo Delgado. Sus cercanos afirman que tanto él, como desde el partido, siempre pensaron el proyecto de Maipú para ocho años. Pero claro, aún queda mucha carrera hacia las presidenciales. Y a estas alturas, todos hacen como quien no quiere la cosa.