Edición n° 2924 . 23/11/2024

TARANTO: Una crónica documental de Víctor Cruz

JUEVES 25 DE NOVIEMBRE 18.30HS / CICLO DE ESTRENOS NACIONALES

CENTRO CULTURAL 25 DE MAYO/ AV TRIUNVIRATO 4444 / ENTRADAS: $40 Y $80 – COMPRA POR ALTERNATIVA TEATRAL/ A PARTIR DEL 25 DE NOVIEMBRE DISPONIBLE POR PLATAFORMA

SINOPSIS

El cierre parcial de la acería más grande de Europa, a causa de la contaminación que produce, divide a una ciudad entre aquellos que denuncian el desastre sanitario ambiental y los que temen perder sus empleos. Salud y trabajo colisionan en el sur de la Italia industrial, víctimas de la codicia empresarial y la desidia estatal.

En épocas de verdades procesadas y de conclusiones veloces y carentes de perspectiva, Cruz nos ofrece un documental demoledor e inquietante más interesado en dejar flotando preguntas que entregar respuestas tranquilizadoras.

FICHA TÉCNICA

Escrita, dirigida y producida por Víctor Cruz

Jefatura de producción: Anita Rizzi

Asistente de producción: Gabriel Díaz Córdova, Laura del Carmen Gutierrez

Dirección de fotografía: MatteoVieille, Víctor Cruz

Dirección de arte: Laura del Carmen Gutierrez

Dirección de Sonido: Francisco Seoane

Sonido directo: Biagio Gurrieri

Montaje: Marcos Pastor, Víctor Cruz

Música original: Francisco Seoane

Duración: 64’

Con el apoyo de

INCAA (Argentina)

PROTAGONISTAS

Alessandro Marescotti, Vincenzo Fornaro, Anna Svelto, Fabio Matachiera,

Umberto Attolino, Carmelo Attolino.

FESTIVALES

BAFICI 2021

Semana ADN 2021

MAFICI 2021

Patagonia Eco 2021Mención especial

FICSO 2021

FIDBA 2021

Bogocine 38. 2021

Youngabout 2021

Fiorenzo Serra 2021

EcologicoInternationalFilm Festival 2021

MOTIVACIÓN

En 2016 mientras filmaba la parte italiana de “¡Que vivas 100 años!” escuche hablar sobre Taranto, y el dilema que viven en esta ciudad histórica del sur de Italia. Taranto es una zona de sacrificio dentro de Europa, desde que instalaron allí en los sesentas, la acería más grande del continente.

En Taranto la utopía industrialista se transformó en un presente distópico lleno de enfermedad y muerte, una trampa de la modernidad, una ciudad donde colisionan el derecho a la salud y el derecho al trabajo.

¿Por qué filmar en una ciudad alejada del sur de Italia? Porque en Taranto se expresa de forma salvaje el paradigma de desarrollo económico e industrial que rige nuestro tiempo y las relaciones que determina entre centro y periferia. Los países pobres (como el nuestro) son los que más sufren estas situaciones porque tenemos menos regulaciones que nos protejan, lo que permite instalaciones mucho más contaminantes.

La película está planteada como una crónica documental protagonizada por los habitantes de esta ciudad dividida entre quienes necesitan trabajar y los que sufren en sus cuerpos las consecuencias del funcionamiento de la acería.

Una vez que terminamos de filmar “¡Que vivas 100 años!”, con el mismo equipo italiano, nos fuimos a hacer una primera exploración filmada a Taranto. Veníamos de estar un mes filmando una película sobre la pasión por la vida de unos ancianos maravillosos y casi como en un continuo pasamos a filmar una película llena de dolor y muerte. De algún modo estas dos pulsiones se conectaron armónicamente porque el rodaje fluyó y la película rápidamente encontró su dispositivo narrativo y estético. Tuvimos una segunda instancia de rodaje en 2019.

Creo en el cine documental como el registro de nuestro encuentro con los protagonistas y sus historias, y por eso cada película es distinta y debe encontrar su propia forma, eso es lo que hace que el cine sea algo vivo, y que cada película sea única.

Lo que siempre definió al cine y lo sigue haciendo hoy en día es la mirada sobre el mundo que los realizadores plasmamos en nuestras obras. Yo creo en un cine que indaga en lo profundo de la experiencia humana, un cine que piense en un “nosotros” amplio, diverso y profundamente conectado.

Siento que lo que une a mis películas es la búsqueda por conectar con nuestros deseos, con nuestros sueños y con nuestras emociones. En Taranto me impulsó el miedo, miedo a que nos sea más fácil aceptar la enfermedad, el dolor y la muerte como un destino inexorable, que enfrentar los cambios sociales, culturales, económicos y productivos que debemos realizar.

Creo que la experiencia documental, más que filmarse, se vive con el cuerpo, se atraviesa. Así como los protagonistas no son los mismos al principio y al final de nuestra película, cuando la experiencia documental es verdadera, nosotros tampoco volveremos a ser los mismos.