Por Antonio Muñiz
De la indignación a la acción
La llegada de Javier Milei al gobierno representa un punto de inflexión en la historia política, económica y cultural de la Argentina. No estamos frente a una simple alternancia de partidos, sino ante un intento de refundación profunda del país, basado en una lógica de mercado extremo, desguace estatal y ruptura del pacto democrático construido con enorme esfuerzo desde 1983.
Desde su irrupción en la vida política argentina, Javier Milei ha sido leído como un síntoma de una crisis profunda: económica, social, política y cultural. Su gobierno, guiado por un ideario libertario extremo y una praxis de choque permanente, acelera una descomposición del tejido nacional que ya estaba en curso. La recesión, la pauperización social, la fragmentación del aparato estatal, el sometimiento a los dictados del FMI y a las políticas de EEUU, el endeudamiento y la entrega de los recursos naturales, son evidencias contundentes. Sin embargo,como decíamos quedarnos en la descripción de la catástrofe o en el mero presagio del «fracaso inevitable» del experimento mileísta es un error estratégico.


Ante este escenario, la reacción opositora no puede limitarse a la crítica fácil ni al simple pronóstico del colapso. No alcanza con esperar el fracaso de Milei. Se trata de construir una alternativa política, social y cultural, reconociendo errores pasados, proponiendo un programa superador y convocando a un nuevo bloque histórico de transformación nacional, que no sólo capitalice el desgaste del gobierno sino que proponga un futuro diferente, anclado en una nueva hegemonía popular y nacional.
La siguiente propuesta es un punto de partida para el debate, la reflexión y la organización.
I. Entender la naturaleza del fenómeno Milei
Antes de delinear una estrategia, es necesario comprender con precisión la naturaleza del fenómeno que enfrentamos.
Milei no es sólo un «error» del electorado, ni un fenómeno aislado: es la expresión de una desesperación social profunda, del desencanto radical con las «castas«, las élites políticas y sociales tradicionales y de la ausencia de un proyecto nacional alternativo en las últimas décadas.
Es también producto de la transformación cultural que operó el neoliberalismo: individualismo, desprecio por la política, idealización del mercado como espacio único de libertad. Y en no menor medida del surgimiento de las nuevas tecnologías tanto en la actividad laboral como la vida privada, que han modificado la subjetividad de amplios sectores sociales, en especial sobre la juventud. Todo esto acelerado por el fenómeno de la pandemia y sobre todo por la cuarentena resultante.
La presidencia de Milei se inserta ademas en un contexto más amplio de reconfiguración del capitalismo global. En este escenario, Argentina se convierte en un laboratorio de políticas económicas que podrían influir en futuras estrategias globales. El apoyo acritico tanto del FMI como de la gestión Trump son una muestra del rol que Argentina esta cumpliendo dentro de la lucha global por una nueva hegemonía.
II. Construir una Alternativa: Estrategia Política
La oposición no puede limitarse a una resistencia reactiva. No basta con señalar sus errores técnicos o los sufrimientos que su política genera. Hay que disputar el sentido, cuestionar el relato oficial y sus ideas.¿Qué es la libertad?, ¿Qué es el Estado?, ¿Qué es la Nación?, ¿Qué es el futuro?.
Debe construir una narrativa positiva y una construcción política amplia, popular y militante. Podemos pensaralgunos ejes estratégicos:
1. Unir sin borrar diferencias
La fragmentación del campo opositor es funcional al mileísmo. La alternativa debe surgir de un frente patriótico amplio, que abarque a todos los sectores comprometidos con la democracia social y nacional: movimientos populares, sindicalismo, cooperativismo, pequeños empresarios, intelectuales, partidos políticos nacionales y populares, sectores del radicalismo y del peronismo, movimientos sociales emergentes.
No se trata de construir una “unidad de aparato” sino una unidad de voluntades en torno a una causa y un programa común.
2. Recuperar la mística de la transformación
El mileísmo moviliza pasiones negativas, pero no por ello menos efectivas en términos políticos: odio, resentimiento, deseo de ruptura, violencia, etc.
La respuesta no puede ser burocrática o meramente institucional. Hace falta un nuevo mito movilizador: la reconstrucción de la Patria como gran empresa colectiva, que convoque a la juventud, a los trabajadores, a los caídos del sistema, a los pequeños productores y empresarios nacionales.
La política debe volver a ser emoción, pertenencia, épica.
3. Volver a hablar de lo que importa
Milei ganó, en parte, porque su discurso conectó —aunque falsamente— con los temas cotidianos: el hartazgo con la inflación, la inseguridad, el deterioro del salario, la falta de oportunidades. Un proyecto popular debe hablar, con lenguaje simple y honesto, de trabajo, salario, precios, vivienda, seguridad, educación pública, salud accesible.
Los grandes conceptos «Nación», «Soberanía», «Democracia económica»deben traducirse en propuestas materiales concretas.
4. Construir poder territorial y popular
Las elecciones no se ganan solo en los sets de televisión o las redes sociales. Hay que reconstruir poder real: en los barrios, en los sindicatos, en las universidades, en las pymes, en el interior profundo. Organizar, formar, militar, estar.
La política se hace cuerpo a cuerpo o no es política.
III. El Programa para el día después
Frente al vacío programático del mileísmo, que solo tiene como propuesta realun ajuste destructivo permanente, el campo popular debe ofrecer un programa de reconstrucción nacional.Aquí enumeramos algunos items, que sin ser excluyentes, sirvan para el debate:
1. Emergencia social: primero los de abajo
Restablecimiento urgente del poder adquisitivo vía recomposición salarial y jubilatoria.
Programa nacional de alimentos básicos y medicamentos esenciales.
Inversión de emergencia en salud pública, educación, urbanización de barrios populares, comedores populares, etc.
- Desmontar el aparato legal del coloniaje.
Desde la última dictadura militar, Argentina arrastra un andamiaje legal diseñado para desmantelar las capacidades del Estado y subordinar su economía a intereses financieros externos. La Ley de Entidades Financieras (1977) y la Ley de Inversiones Extranjeras, sancionadas durante el Proceso, abrieron el sistema financiero a la especulación y facilitaron el control extranjero sobre sectores estratégicos. Esta arquitectura fue profundizada en los años noventa bajo la gestión de Domingo Cavallo, con las Leyes de Reforma del Estado y de Emergencia Económica, que habilitaron privatizaciones masivas y liberalización extrema. Más tarde, el gobierno de Mauricio Macri amplió este proceso con la desregulación financiera, el endeudamiento acelerado y la apertura indiscriminada de los mercados. Finalmente, la administración de Javier Milei intenta completar esta obra, proponiendo una demolición del entramado estatal a través de decretos de necesidad y urgencia, leyes ómnibus y paquetes de reformas estructurales que eliminan los últimos resabios de regulación pública.
Desmontar este entramado legal —tejido a lo largo de décadas— es una tarea imprescindible para recuperar instrumentos de política soberana, proteger los recursos nacionales y reconstruir un Estado capaz de orientar el desarrollo en beneficio del pueblo argentino.
3. Reindustrialización inteligente.
Recuperar el control sobre los recursos energéticos y mineros. Generar un plan de desarrollo donde el objetivo sea el agregado de valor a esos recursos y el desarrollo integrado de sus lugares de producción.
Plan de sustitución de importaciones estratégicas.
Crédito público masivo para pymes y cooperativas industriales.
Acuerdo social para la promoción de empleo productivo.
3.1. Desarrollo Tecnológico e Innovación.


El nuevo proyecto nacional no puede limitarse a replicar las industrias del siglo XX. Debe apuntalar una nueva industrialización, apoyada en las tecnologías del presente y del futuro:
Fomento a startups, empresas tecnológicas nacionales y parques industriales de base tecnológica.
Desarrollo propio de plataformas y redes 4G y 5G nacionales, con soberanía sobre los datos y la infraestructura digital.
Creación de un Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación a diez años, priorizando sectores estratégicos como:
Biotecnología.
Energías renovables.
Inteligencia artificial y robótica aplicada a la industria.
Defensa nacional y ciberseguridad.
Articulación entre universidades públicas, centros de investigación, pymes y grandes empresas nacionales para construir un ecosistema de innovación.
Financiamiento público-privado de proyectos de I+D con prioridad en la sustitución de importaciones y la apertura de nuevos mercados de exportación.
La nueva industrialización debe estar al servicio del bienestar del pueblo, el trabajo digno y la soberanía nacional.
4. Reforma tributaria progresiv.
Es imprescindible encarar un asignatura pendiente una reforma tributaria integral, con carácter progresivo que grave las actividades rentisticas, grandes ganancias y los patrimonios.
Reducción y/o devolución de impuestos regresivos como el IVA sobre alimentos básicos o sobre el consumo de grupos vulnerables, jubilados por ejemplo.
Financiamiento y apoyo soberano al desarrollo productivo, no del capital especulativo.
5. Reconstrucción del Estado nacional.
Recuperación de organismos estratégicos, como servicios públicos, energía, ciencia, tecnología, educación pública, comunicación, etc.
Profesionalización y jerarquización del funcionario estatal. Federalismo real: fortalecimiento de provincias y municipios con visión de desarrollo regional.
Fortalecer los organismos de control. Generar mecanismo de control ciudadano.
6. Nueva integración internacional soberana
Multipolaridad activa: fortalecer relaciones con BRICS+, UNASUR, CELAC, Asia y África.
Recuperar el Mercosur como plataforma de industrialización común.
Negociación pragmática y dura con organismos multilaterales FMI, Banco Mundial, en defensa de la soberanía.
Malvinizar nuestra politica exterior. Defender nuestra soberanía, no solo sobre las islas , sino también sobre el mar circundante, sus recursos naturales y nuestros derechos sobre el territorio antártico.
7. El desafío cultural: reconquistar sentidos
La batalla es también cultural: recuperar la ética de la política, de la solidaridad, del trabajo colectivo, del esfuerzo compartido.
Promover una nueva subjetividad popular que crea en sí misma, en su capacidad de transformar la realidad.
6. Construcción de una Democracia Social y Participativa: El eje de la Comunidad Organizada
Para llevar adelante un programa de gobierno como el aquí planteado es fundamental construir un poder popular que lo sostenga, ante un poder económico concentrado que va a querer sabotearlo, tal como ocurrió en tantas otras épocas de nuestra historia.
Por ende no bastará con restaurar la democracia formal. El desafío es avanzar hacia una democracia social, económica y participativa basada en los principio de la Comunidad Organizada.
Construcción de órganos de participación popular en todos los niveles de gobierno: consejos de trabajadores, cooperativistas, científicos, estudiantes y productores.
Planificación democrática de la economía nacional, en donde el Estado, el capital nacional y el trabajo organizado articulen en favor del interés común.
Promoción de formas de propiedad comunitaria, cooperativa y mutual, en convivencia con sectores privados nacionales comprometidos con el desarrollo.
Democratización del acceso a la información, a la ciencia y al conocimiento como bienes públicos esenciales.
La Comunidad Organizada no es la anulación de la diversidad, sino su armonización en un proyecto de Nación inclusiva, solidaria y justa.
7. Conclusión: Volver a enamorar
La tarea no es fácil, pero no esimposible. No se trata de «esperar» el fracaso de Milei: se trata de trabajar para que el fracaso de su modelo no sea el fracaso de la Nación.
Se necesita audacia para cambiar, coraje para militar, humildad para escuchar, y grandeza para unir.
La reconstrucción de la Argentina no será obra de un líder mesiánico ni de un pequeño grupo iluminado: será, como siempre en nuestra historia, el resultado de un gran movimiento nacional y popular que entienda su época, sus dolores, y sus esperanzas.
La hora no es de resignación. Es de acción, de inteligencia y de amor por la Patria.
La historia nos convoca. El pueblo sabrá responder.