Lo afirma en exclusiva a Tiempo desde Estados Unidos el creador de la vacuna contra la rubeola. Los riesgos de que la Argentina siga los postulados sanitarios del trumpismo y los efectos de que se siembre «manto de duda» sobre vacunadas ya probadas y estudiadas. El sarampión es el mayor ejemplo.
Por: Luciana Rosende@lucianamagali
En enero, el gobierno de Donald Trump anunció la salida de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En febrero, el presidente Javier Milei copió la idea para Argentina. En abril, la cartera sanitaria estadounidense informó que desde entonces las nuevas vacunas se testearían con estudios de placebo. La semana pasada, el Ministerio de Salud local imitó la propuesta –con errores conceptuales y éticos que señalados por diversos especialistas–. El martes, mientras el secretario de Salud de Trump, Robert F. Kennedy Jr, se tomaba fotos con Milei y su motosierra, el equipo del funcionario informaba en redes sociales la decisión de quitar la recomendación de dar la vacuna contra covid a embarazadas e infancias sanas de EE UU. Ya se sabe entonces cuál será la avanzada local contra esa vacuna.
Y si hablamos de vacunas, pocos saben más en el mundo que el médico Stanley Plotkin, quien hace décadas lideró el equipo que creó la vacuna contra la rubeola. En exclusiva con Tiempo, no titubea: “es trágico que un ignorante como Kennedy esté difundiendo información errónea por todo el continente”.


Vacunas sometidas a revisión
Para honrar la visita del funcionario antivacunas de Trump, el ministro de Salud Mario Lugones emitió un comunicado en el que anticipó cambios en el sistema sanitario alineados con las medidas estadounidenses e incluyó, como parte del combo, el anuncio de que serán sometidas a supervisión y revisión las vacunas dadas en el país.
“Se impulsará que sean sometidas a estudios clínicos con grupo placebo como estándar mínimo, tal como se exige a otros productos médicos. Un ejemplo claro de esta necesidad es la vacuna contra el COVID-19, aplicada sin grupo de control y bajo condiciones de aprobación excepcionales”, afirmaron, sin exponer datos que lo convaliden.
Las críticas no sólo llegaron desde referentes de la ciencia nacional. Stanley Plotkin, quien integró el Instituto Wistar de Filadelfia, afirmó a este diario que “la idea de someter vacunas ya aprobadas que han demostrado eficacia previa a nuevos ensayos controlados con placebo es moralmente reprobable y estúpida”. Sobre las decisiones que está tomando Argentina a imagen y semejanza de las políticas sanitarias de Trump, postuló: “es trágico que un ignorante como Kennedy, sin credenciales profesionales, esté difundiendo información errónea por todo el continente americano”.


“Una mala estrategia”
“El único caso en el que un control con placebo está moralmente justificado es cuando no existe una vacuna probada ni correlatos de protección. En los casos en los que se tiene un correlato de protección demostrado por una vacuna anterior y se está intentando mejorar la vacuna, un control con placebo es moralmente injustificable porque se está causando daño a esos sujetos a sabiendas”, explicó Plotkin.
Sobre las implicancias de eliminar la recomendación de la vacuna contra covid, advirtió que “la nueva variante JN1 es lo suficientemente diferente como para que los vacunados previamente tengan una protección menor. Por lo tanto, incluso los que están sanos tendrán un riesgo de enfermedad, aunque no es probable que sea mortal. Cualquier persona de salud pública razonaría que la vacunación de muchos disminuirá la propagación a aquellos que están en riesgo de enfermedad mortal pero que pueden responder mal a la vacunación. Restringir la vacunación es una mala estrategia”.


El manto de duda que se siembra
Mientras el Ministerio de Salud adelanta que se está “evaluando sacar la vacuna para los menores de seis meses” contra Covid, expertos alertan sobre los riesgos de minar la confianza en las vacunas en general.
“Ese manto de duda que se siembra con comunicaciones no muy bien hechas hace daño, porque la población no confía y entonces no adhiere. Todas las vacunas que usamos son tremendamente estudiadas, se hacen estudios preclínicos y clínicos. Hay un enorme trabajo detrás. Las que tenemos en calendario son seguras y eficaces, y las vacunas contra la covid no fueron una excepción”, enfatiza Daniela Hozbor, Doctora en ciencias bioquímicas y experta en vacunas, del Instituto Biotecnología y Biología Molecular y docente en la UNLP.
“Alimentar dudas sin ningún fundamento en este momento de bajas tasas de cobertura es una actitud que va contraria totalmente a lo que debe ser la política de un Ministerio de salud”, critica el inmunólogo Jorge Geffner. Puso como ejemplo la situación con el sarampión: “La vacuna es tremendamente eficaz y segura, probada por décadas, pero Argentina hoy tiene baja cobertura, no llega al 70% en la aplicación de las dos dosis necesarias. Eso preanuncia brotes. Y se va a dar también con otras patologías”. «


No alcanza con repartir, hay que activar
“Hay que ser proactivo con respecto a vacunas. Ir a vacunar. El 85% de la población se vacuna en el sistema público, según una encuesta de la Fundación Argentina de Infectopediatría. ¿Qué significa esto? Que si el sistema público no facilita la vacunación las coberturas van a seguir siendo bajas”, advierte el infectólogo Eduardo López, jefe de Clínica Médica del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. “Las vacunas sirven no cuando se reparten o entregan a las provincias, sino cuando llegan a los brazos. Pero se deja al eslabón más débil del sistema público, los municipios, para que vacunen. Hay que tener un pensamiento muy holístico en este tema”, propone, con un enfoque opuesto al del Ministerio de Salud.
Ante los reclamos de PBA por el bajo alcance de la campaña de refuerzo en AMBA de sarampión, Nación respondió: “La vacunación depende de las jurisdicciones”.