Edición n° 3270 . 04/11/2025

Semana perdida para el Gobierno: la interna “de Hierro” se agudiza y las definiciones tardan

La gran elección del oficialismo, que apalancó el espaldarazo de los mercados y del Círculo Rojo, y una nueva posibilidad de tender puentes con los aliados colaboracionistas, chocó con la disputa de poder “libertaria”. El fusible de la salida de Guillermo Francos parece no alcanzar, mientras una Karina Milei empoderada y un Santiago Caputo agazapado pujan por los principales lugares del Gabinete.

Lo que parecían ser días de paz para el Gobierno, al igual que en los mercados, con la suba de los bonos y acciones argentinas, la baja del riesgo país debajo de los 700 puntos básicos y una oposición peronista que se desangra en su interna sin fin, volvieron a truncarse por la propia disputa en el seno de La Libertad Avanza (LLA) que obtura avances en la negociación política para la nueva etapa del Gobierno.

La gobernabilidad política es la condición sinequanon que exigen la administración norteamericana, los principales fondos de inversión y los popes empresariales: ven que solo así se concretarán las transformaciones que plantean imprescindibles para la vida social y económica de la Argentina de los próximos años. Pero con los últimos acontecimientos en el oficialismo, todo se complica.

En medio de la algarabía por la victoria en la elección legislativa, y solo apenas unos minutos después de que Javier Milei diera su discurso triunfal en modo “dialoguista” para con los aliados a los que quiere volver a seducir, Guillermo Francos y Lisandro Catalán eran de los primeros funcionarios que salían del Hotel Libertador sin dar declaraciones a paso rápido y con caras serias.

El ahora exjefe de Gabinete había entrado al búnker del Gobierno con un semblante más distendido, incluso saludando a los fanáticos “libertarios”. Había dejado en claro que tenía fuerzas para seguir y que todo dependía del OK presidencial. Incluso llegó a sobrar algunos periodistas que replicaban los rumores de su salida.

Pero Francos no pudo reponerse a los “persistentes trascendidos”, que provenían desde la primera línea de mando oficial. Paradójicamente, mientras el presidente Javier Milei giraba 180 grados en su prédica violenta y ahora asomaba con un tono conciliador con todo el arco político al que quiere cautivar con sus reformas de “segunda generación”, salía eyectada la figura que, por escándalo, era reconocida por su diálogo con otras fuerzas y que fue el artífice del encuentro del Presidente con 20 gobernadores el jueves pasado.

Dentro de la primera plana del Gobierno sugieren que el apoyo que les dio las urnas el domingo pasado son condición suficiente para imponerse en la relación con los mandatarios provinciales, que poco tienen para mostrar, sobre todo teniendo en cuenta la magra performance de Provincias Unidas. Con esa lógica, Francos, que tiene línea directa con todo el Círculo Rojo, ya era prescindible.

El cambio de Francos por el vocero Manuel Adorni, que podría seguir oficiando de vocero en su nuevo cargo, desterrando de cuajo la posibilidad de asumir su banca en la Legislatura porteña, parecía cerrar una parte crucial del nuevo esquema del Gobierno.

Y con este movimiento se revalidó una figura ganadora: la de Karina Milei, que tiene en Adorni a uno de sus más leales funcionarios, que ahora se queda con un área clave para la coordinación política.

La secretaria General de la Presidencia se anotó el triunfo en 15 de las 24 provincias como un trofeo por su apuesta de ir con candidatos poco conocidos e imponiendo armados “libertarios” más puros.

Karina además pudo revalidar a otros dos íntimos de su círculo que venían en el ojo de la tormenta en los últimos 60 días tras la derrota en las legislativas bonaerenses y el escándalo de los audios del extitular de Andis Diego Spaganuolo: los primos Menem.

Martín ganó aire y ahora se posicionó para revalidar otro período al frente de la Cámara de Diputados. El actual subsecretario de Gestión Institucional Eduardo “Lule” Menem, por su parte, cotizó en alza sus acciones que lo indican con un nuevo rol para los próximos dos años. Tan distendido estaba que se permitió un abrazo con su archienemigo Santiago Caputo durante la jura del financista Pablo Quirno como canciller.

Justamente quien recoge todas las miradas a la espera de prontas definiciones sobre su futuro es el asesor estrella de Javier Milei, Santiago Caputo. Al igual que Karina con Adorni, post triunfo en las legislativas de la Ciudad Buenos Aires en mayo, cuando comenzó a perfilarlo para la jefatura de Gabinete, su hermano Javier quiere concretar un anhelo que hace meses ronda por su cabeza: que el asesor asuma en un cargo puesto a la medida de las exigencias del “Arquitecto”.

Es por eso que las especulaciones que surgen de las últimas horas indican la creación de un megaministerio de Interior para Caputo que podría absorber funciones tan variadas como trascendentales para la gestión “libertaria”.

Allí se incluirían desde la coordinación de la relación con los gobernadores, pasando por la conducción de áreas clave como Obras Públicas y dependencias estratégicas que fortalecen su capacidad de negociación, la cartera de Transporte (codiciada por Mauricio Macri), hasta los vínculos con el sector privado.

En el entorno del asesor todavía sin cargo ni firma agitan que la elección la definieron desde su gestión internacional. Los contactos a través de su allegado de la SIDE Leonardo Scatturice con el socio norteamericano, el lobbista Barry Bennett, facilitaron los dos últimos encuentros entre Milei y Donald Trump y el consiguiente salvataje económico de parte de Scott Bessent. Sostienen que esto fue la clave para que el Gobierno llegara a octubre competitivo, sin corridas al dólar que lo debilitaran.

Milei le reconoce esta gestión a Caputo, pero la consecuencia de esta actitud es seguir pateando para adelante la definición de una interna que no es más encarnizada solo porque hubo una victoria contundente hace siete días. El precio que puede pagar el Gobierno por la guerra abierta y sin resolución entre Karina y Caputo tiene dimensiones siderales.

Con esta disputa, el capital político puede disiparse tan rápido como con cualquier disparada cambiaria, y el efecto “ganador” puede acabarse en un suspiro.

Pablo Esquivel

Licenciado en Comunicación Social. Periodista