Edición n° 2877 . 07/10/2024

Satélites, vacunas, yogures, reactores nucleares y baterías de litio: el mundo del Conicet

El principal organismo científico del país crea múltiples productos e iniciativas tecnológicas que impactan directamente en la sociedad. Muchas de ellas, además, generan millones de dólares al país en divisas. Un viaje hacia el interior de nuestra ciencia nacional.

Por: Gustavo Sarmiento @GustSarmi

¿Qué productividad tienen? ¿Qué han generado los científicos?”. Las preguntas retóricas de Javier Milei despertaron una oleada de críticas y rechazos (posiblemente dando pie a lo que el candidato busca: estar en el centro de la escena). Pero también sirvieron para volver a mirar hacia el sistema científico nacional, y todo lo que produce el Conicet, esa ciudad de la ciencia creada en 1958 por el Premio Nobel Bernardo A. Houssay y que hoy cuenta con 28 mil personas –entre investigadores, becarios, técnicos y administrativos–, y más de 300 institutos y centros exclusivos.

Hay otro número que impacta, que refuta el argumento libertario de la supuesta falta de productividad: el Conicet cuenta con 985 patentes. Incluso es un área de gran generación de divisas, justamente uno de los mayores problemas de la Argentina actual. Solo la economía del conocimiento generó U$S 7000 millones de exportación en 2022.

Días después de las elecciones, se conoció un hito de la ciencia nacional, cuando el jueves se anunció la creación de Galtec, una empresa tecnológica que concretará desarrollos en base a una molécula (Galectina-1), descubierta y estudiada durante tres décadas por el investigador cordobés Gabriel Rabinovich, director del Laboratorio de Glicomedicina del Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme), y que se volvió una de las inmunoterapias más prometedoras a nivel mundial contra el cáncer y las enfermedades autoinmunes.

Inauguración de Galtec.

Además hay otro punto: el privado solo invertirá en lo que es rentable. Si algo es riesgoso, lo evitará. Ahí aparece el Estado. Así lo graficó el físico Felix Requejo, director del Instituto Nacional de Investigación Física y Teórica Aplicada (INIFTA): » no se puede privatizar el Conicet porque no sé quién lo querría comprar. La ciencia, en sus instancias iniciales, no es un negocio. Hacer investigación, sobre todo investigación básica, no es rentable. Después sí a largo plazo puede venir el negocio, sin esos conocimientos no hubieras podido desarrollar ni la rueda”.

Como apuntó a Tiempo Roberto Salvarezza, ex titular del Conicet y del Ministerio y actual director de Y-TEC: «ningún país del mundo desarrollado considera que la ciencia tiene que estar en manos de sectores privados sino que al revés, el Estado se encarga de potenciar la ciencia, se encarga de valorizar a los científicos, porque gran parte de la disputa por el desarrollo socioeconómico de los países está justamente en quiénes generan el conocimiento».

Nuestro país tiene 3,18 investigadores cada mil habitantes económicamente activos. La tasa más alta de América Latina. De satélites y vacunas hasta yogures y shampoo contra la calvicie, el resultado de esa inversión (sin contar toda la enorme ciencia básica o de áreas sociales y humanas) lo puede comprobar la sociedad argentina.

Un plan espacial modelo

En los primeros días de agosto, desde Córdoba, las pruebas de la empresa estatal VENG en coordinación con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) fueron “exitosas”. Tronador II-250 superó la prueba de motores, una instancia clave de cara a la intención de que empiece a lanzar cohetes de hasta 750 kilogramos en 2029, elevándolos hasta a una distancia de 600 kilómetros de la Tierra. Podría haberlo logrado en 2024, pero el proyecto se frenó durante el macrismo y recién se pudo retomar en 2020, pandemia mediante.

Cuando Tronador II cobre vida, la Argentina será uno de los diez países del mundo en tener el ciclo espacial completo: diseñar satélites propios, y lanzarlos al espacio. El único de Latinoamérica. Pero no solo los suyos: como remarcó el titular de la NASA, Bill Nelson, que pasó recientemente por nuestro país, las naciones con lanzadores también hacen negocios sirviendo de base para el lanzamiento de satélites de otros países o empresas privadas.

La Argentina se sumó al programa Artemis que propone la cooperación internacional para enviar tripulación a la Luna y concretar la primera a Marte. Al mismo tiempo, avanza la fabricación de satélites. El ARSAT SG-1 ya tiene fecha de lanzamiento: será el primer trimestre de 2025. “El objetivo de este nuevo satélite de segunda generación es brindar conectividad de Internet a los hogares vía satélite, con una capacidad de 70 gigabits por segundo, a raíz del cambio de frecuencia a la Banda Ka y la reutilización de frecuencias”, comentaron.

A inicios de ese año también se lanzará el satélite SABIA-Mar, que generará datos importantes sobre el Mar Argentino y las regiones costeras de Sudamérica. Esta semana finalizaron una nueva prueba de dos de los cuatro paneles solares que llevará a bordo.

Los satélites SAOCOM 1A y 1B, lanzados en la última década, no solo aportaron información de gran relevancia sobre la humedad del suelo en la pampa húmeda, zonas de sequías o contaminadas, e incluso un mapa de compactación de suelo para los productores, sino que también comercializan imágenes para Europa, Norteamérica, Asia y África (donde les interesa sobremanera el seguimiento de represas y de barcos petroleros), con lo que ya recaudaron más de dos millones de dólares.

El poder de las vacunas

La pandemia atravesó al mundo, lo frenó y lo dejó en estado de shock. Menos a la ciencia, que al menos en nuestro país tuvo un resurgir, tras los años de desmantelamiento entre 2015-2019, aunque “aún no logramos recuperar el daño que le hicieron a la ciencia los 4 años de Macri”, como advirtió a Tiempo el presidente de YTEC y ex titular de Ciencia y del Conicet, Roberto Salvarezza.

Hay ejemplos concretos de desarrollos como los “barbijos del Conicet” de Atom-Protect y los testeos rápidos que lograron contener la altísima demanda durante los picos. Pero el sumun es la vacuna ARVAC Cecilia Grierson: el equipo dirigido por Juliana Cassataro (UNSAM-CONICET) está muy cerca de completar el ensayo clínico de fase 3, en voluntarios menores de 60 años. Ya presentó la información correspondiente ante la ANMAT para continuar el proceso de evaluación y los próximos pasos hacia la eventual aprobación de la vacuna que, en palabras de Cassataro, “cumple el objetivo en cuanto a respuesta inmune contra las tres variantes probadas” de Covid.

Está la idea de presentarla ante la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para que se pueda exportar a países de la región, pero por sobre todas las cosas sentará las bases para que su modo de funcionamiento (el know how) sirva de cara a futuras vacunas.

Ya en 2017 investigadores del CONICET y la UBA lograron diseñar una molécula que combina tres proteínas y que podría servir para el desarrollo de vacunas contra el chagas; y en mayo otro equipo descubrió un nuevo mecanismo que utiliza el virus del dengue para desarticular la respuesta antiviral de las células humanas, lo cual podría ser clave para una vacuna que no solo redundaría en un servicio público sino también como generador de divisas en un continente urgido de luchar contra el aedes aegypti en medio de un cambio climático que aumenta el calor promedio, lo que posibilita que el mosquito perdure en épocas del año y lugares que antes no frecuentaba. 

En salud los desarrollos del Conicet son literalmente innumerables, pero se puede destacar la fabricación de un suero para prevenir el Síndrome Urémico Hemolítico (SUH), una enfermedad grave que ataca sobre todo a bebés a partir de alimentos contaminados con la bacteria Escherichia coli.

Reptiles voladores

El ambiente y la tierra son áreas fundamentales de estudio. Las investigaciones van desde conocer el impacto del cambio climático en la flora y fauna, en elementos claves de la economía como la cebada y el trigo, en la temperatura o en las aguas, hasta analizar las consecuencias de fenómenos como la sequía o la pérdida de bosques y monte en detrimento del modelo productivo de monocultivo.

Un factor fundamental es descubrir qué pasó en nuestro territorio en momentos anteriores de la historia: en 2021 científicas y científicos del CONICET publicaron cómo cambió la flora de la Patagonia durante un episodio de calentamiento global ocurrido hace 40 millones de años, con algunos aspectos similares al actual.

Dentro de la flora, analizan el impacto de especies foráneas, hongos que combaten malezas e incluso otros que sirven para el tratamiento de colillas de cigarrillos, un elemento altamente contaminante que tarda más de 20 años en degradarse.

El estudio de la fauna también es enorme, desde animales en peligro de extinción hasta dinosaurios (ninguno de los museos y atracciones para niños y grandes existiría sin la investigación del Conicet). De hecho esta misma semana se conoció un hito de la investigación nacional: un equipo, que contó con científicos del Conicet, publicó en la prestigiosa revista Nature el hallazgo de un nuevo esqueleto descubierto en rocas de 230 millones de años en el sur de Brasil, que puede develar un enigma de la paleontología: cómo eran los ancestros de los reptiles voladores. 

Yogures, quinoa y también en 3D

La relación público-privado puede verse (y probarse) en las góndolas. A principios de año la empresa Danone y el Conicet lanzaron una nueva línea de yogures con probióticos que refuerzan el sistema inmunológico contribuyendo a la prevención de enfermedades respiratorias y gastrointestinales. Si bien el organismo destina determinada cantidad a instituciones de bien público con fines sociales, el precio a consumidores sigue siendo una barrera.

No es el único producto público-privado: en 2021 lanzaron junto a la empresa Babasal la primera bebida a base de quinoa (Biba), un alimento altamente nutritivo y antioxidante andino que cuenta con varias líneas de investigación al ser poco conocido en nuestras tierras, que van desde galletas hasta pan para celíacos.   

El Conicet también cuenta con investigadores que avanzan en la creación de carne de laboratorio para contrarrestar el alto grado de contaminación ambiental, la elaboración de alimentos personalizados con impresión 3D o la incorporación de carne de reptiles en un país poco acostumbrado como el nuestro. 

La vicepresidenta del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Nacira Muñoz, recordó que el organismo desarrolló, a través de su Instituto de Virología, “la primera vacuna contra la leucosis bovina: una enfermedad viral endémica que afecta principalmente al ganado lechero y que ocasiona inmunodepresión en los animales, derivando en mayores costos para los productores”.

Buques oceanográficos para conocer nuestro mar

Nuestro mar tiene un millón de kilómetros cuadrados, pero durante décadas lo miraron más desde afuera que desde adentro. En 2011, el Conicet y el Ministerio de Defensa firmaron un convenio a través del cual cobraron protagonismo los dos buques de investigación oceanográficos con los que hoy cuenta el organismo de ciencia nacional: Puerto Deseado (BOPD) y Austral (BAU). 

Forman parte de la iniciativa Pampa Azul y lideran una vasta cantidad de campañas en las que participaron más de 500 investigadores que estudiaron sobre diferentes temas como ecología de la biodiversidad marina, censo de aves, peces y crustáceo, biodiversidad microbiana, geología marina, estudios de mareas y corrientes desde las costas de Brasil hasta el canal de Beagle. En 2021, se incorporó a la flota del CONICET la lancha oceanográfica Shenu.

Pampa Azul, lanzado en el gobierno de Cristina, tiene 33 iniciativas que investigan aspectos relacionados a nuestro mar, 17 de ellas son en cooperación internacional. Van desde estudiar el patrón de distribución espacial del fitoplancton (clave para el ecosistema, la climatología y la producción pesquera) hasta comprobaciones que indican que durante el Holoceno habrían ocurrido varias fluctuaciones en el nivel medio del mar, las cuales tendrían como causal primaria variaciones de la radiación solar que provocan desmejoramientos climáticos globales con una periodicidad de 2400 años.

Contra los piojos, la calvicie y la sequía

Un desarrollo argentino es una de las cenicientas de las patentes del Conicet: la loción capilar contra la calvicie. Ecohair está basado en las propiedades naturales de la jarilla y el café descafeinado, y presentó una «eficacia del 84,6%» en hombres y mujeres que poseían diagnósticos con alopecias no cicatriciales. Está elaborado por una empresa PyME de base tecnológica que busca minimizar el impacto ambiental. 

Laboratorios Garre Guevara se presentó a una convocatoria de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) y recibió financiación para la Implementación de un Laboratorio de Investigación y Desarrollo de Tratamientos Capilares.

«La agencia hoy administra 9.000 proyectos: 6.000 son de ciencia básica y aplicada y están relacionados con subvencionar a 25.000 investigadores y 1.000 becarios. El complemento de esa cara de la agencia es el trabajo con 1.700 pymes. Tenemos más de 3.000 proyectos en marcha y aliviamos, aportamos subsidios o créditos según el grado de desarrollo tecnológico que implique», precisó a Télam Fernando Peirano, presidente de Agencia I+D+i.

Así, por ejemplo, podemos ver cómo un equipo en el centro bonaerense crea pilar recargables con yerba mate usada, otro en Chaco genera bioetanol con maíz de alto rendimiento, y especialistas salteños producen panificados con cáscaras de papa desechadas por la industria. Transforman los residuos en una harina que es rica en vitaminas, minerales y macronutrientes.

Otra es la tecnología HB4® para el cultivo de trigo, una tecnología de tolerancia a sequía única a nivel mundial. También están las colitas antipiojos de Atom Protect: la nanotecnología de los barbijos la aplicaron en colitas altamente eficaces.  

De las baterías de litio al reactor nuclear 100% argentino

En poco tiempo la Argentina se convertirá en el tercer productor mundial de litio. Y es el segundo país con más cantidad de este mineral en su territorio. Pero hoy todo se exporta como materia prima. La piedra fundacional en la búsqueda de valor agregado ocurrirá el mes que viene en UniLib, el laboratorio ubicado en La Plata donde YTEC (la empresa de YPF y el Conicet) comenzará a fabricar celdas y baterías de litio que servirán para alimentar almacenadores de energía renovable, vehículos eléctricos y otros dispositivos.

Será el primero de Argentina. YTEC también trabaja en generar energía con hidrógeno azul y tienen un proyecto en etapa piloto para extraer litio de manera directa, evitando el método evaporístico que demanda enormes cantidades de agua.

El hidrógeno verde también tiene avances en pruebas pilotos. El hidrógeno es el elemento químico más abundante del planeta, se encuentra presente en el 75% de la materia. Sin embargo, nunca lo encontramos solo, siempre acompañado de otros elementos químicos, por ejemplo en el agua con el oxígeno. ¿Qué se hace entonces? Se lo “fabrica” con un electrolizador. Se descompone el agua aislando al hidrógeno del oxígeno (que tiene un valor propio, por ejemplo en la medicina). El hidrógeno puede generar electricidad o incluso ser exportado. Así, con la energía eólica o solar se puede obtener el hidrógeno y luego transportarlo, por ejemplo en forma de amoníaco.

El hidrógeno azul es similar, pero con gas, donde se “podría descomponer el metano en dióxido de carbono e hidrógeno, en eso trabaja Y-TEC también. ¿Cómo se podría capturar el dióxido de carbono? Guardándolo en alguna trampa geológica, en alguna formación de la que se escape, por ejemplo yacimientos de petróleo o gas exhaustos. Lo inyectás en esos reservorios en estado líquido”, adelanta el titular de la firma tecnológica de YPF. Días atrás compartió una jornada con el economista heterodoxo Ha-Joon Chang, que le hizo dar cuenta que en los ’60 Corea del Sur tenía la mitad de PBI per cápita que nuestro país. Hoy lo supera largamente. ¿Cuál fue la diferencia? Lo que invirtió cada uno en I+D, ciencia y tecnología, en estas siete décadas. El país oriental destina más del 4% del PBI a ese rubro. La Argentina tiene menos del 0,5%. 

De acuerdo al Plan Nacional de Transición Energética, en 2030 la Argentina tendría al menos el 50% de su matriz energética generada con renovables, hidroeléctricas, y nuclear. Hoy las convencionales ocupan más del 80%. El Conicet trabaja con empresas público–privadas como IMPSA que fabrica componentes estratégicos para la transición energética (algo que suele ser caro, al ser en su mayoría importado). Van desde la implementación de tecnologías 4.0 hasta el uso de Inteligencia Artificial en el sector hidroeléctrico.

En San Juan los investigadores trabajan junto a la empresa provincial EPSE en desarrollos como celdas y paneles solares, y estaciones transformadoras solares. En Lima, partido bonaerense de Zárate, avanza el proyecto CAREM, el primer reactor nuclear de potencia íntegramente diseñado y construido en nuestro país. “Si Argentina logra desarrollarlo a tiempo –destacó Salvarezza– estaría liderando un mercado de pequeños reactores que promete ser muy estratégico a nivel mundial compitiendo con grandes actores como Estados Unidos, China y Rusia”.

Reactor nuclear CAREM.
Multitud

Tras los dichos de Milei, el viernes llegó la respuesta masiva de la comunidad científica, en la explanada de Ciencia en el barrio de Palermo. La vicepresidenta del INTA, Nacira Muñoz, mencionó la articulación público-privada del Conicet, por ejemplo “variedades de cebollas, zapallos y zanahorias que se consumen en Argentina y son utilizados por multinacionales como Knorr y Unilever para sus sopas, caldos y purés”.

Fuente: Tiempo Argentino