Edición n° 2886 . 16/10/2024

Rubinstein juega a la megadevaluación mientras Massa no está y aboga por un ajuste más drástico

«Tiene que hacerse sabiendo que sale bien. Si sale mal, es un Rodrigazo»

El viceministro de Economía se quejó de las dificultades para equilibrar las cuentas públicas y abogó por un ajuste más drástico

( Raúl Dellatorre / Página 12 / Motor Económico ) Es probable que la familiaridad que encontró Gabriel Rubinstein en el seno del simposio de mercado de capitales y finanzas corporativas convocado por el IAEF le haya hecho olvidar su responsabilidad como funcionario de primera línea del equipo económico. Porque el discurso que dio el viceministro de Economía en dicho evento, este martes, tuvo mucho de consultor que busca lucirse por su soltura en el uso de la palabra, que la prudencia que suele guardar un funcionario de su nivel. Más aun en un momento tan delicado para la economía y con el ministro (Sergio Massa) fuera del país, mientras Rubinstein desplegaba su discurso: una mirada neoliberal al extremo sobre la situación y remedios propios de la más despiadada ortodoxia. 

Celestino Rodrigo

“No es posible salir del cepo ahora, si hacés una devaluación y sale mal es un Rodrigazo”, alertó. No explicó qué sería, para él, que la devaluación saliera bien. Pero del resto de su discurso se desprende que lo que le satisface es un dólar lo suficientemente alto como para promover un equilibrio en el mercado cambiario,  aun a costa de una espectacular transferencia de recursos a favor de los exportadores y los tenedores de activos en dólares (especulativos) y en contra de la población interna. 

Massa manifestó en varias oportunidades, públicamente, que una megadevaluación provocará un muy fuerte aumento de la pobreza. A Rubinstein, en cambio, sólo le preocuparía que provoque una estampida incontenible de precios. Eso fue el Rodrigazo en 1975, un golpe de mercado que le abrió el camino a la llegada de la dictadura cívico militar de marzo de 1976.

 “Es para pegarse un tiro como nos apartamos de una economía ordenada”, señaló Rubinstein ante una platea de financistas que celebraron su «descarnada sinceridad».“El orden macro pasa por el orden fiscal, ir al superávit y unificar el mercado de cambios, (esas) son herramientas que ordenarían la macroeconomía». 

«Me tocó participar de costado del mandato de (Roberto) Lavagna», dijo en referencia a la gestión del nombrado como ministro. El «mandato» era el de Néstor Kirchner (2003/2007). «Hubo una época en que teníamos 3% de superávit fiscal, 2% de superávit de cuenta corriente, 40 mil millones de reservas netas, 5% de inflación; tasa de Lebacs de 6% anual; no había controles de precios, no había problemas controles cambiarios, porque las regulaciones eran muy laxas. Se podían comprar 2 millones de dólares por mes. Era la única restricción”, recordó. Es para pegarse un tiro como nos apartamos de una economía ordenada”.

Al ser consultado sobre la alternativa de reacomodar las variables por vía de una maxidevaluación, Rubinstein no lo rechazó, pero formuló una advertencia. “Tiene que hacerse sabiendo que va a salir bien. Si sale mal, es un Rodrigazo».

“No se puede liberar el cepo ahora, o se puede pero con alto riesgo. Dado que hay que seguir con el cepo, es otra lógica la que se aplica. Todo el mundo quiere dólares, hay empresas que se estoquearon por 8 ó 9 años, eso lo entiendo, no voy contra esa lógica. Pero si alguno piensa que vamos a tener todos los dólares necesarios…»

Por otra parte, se refirió a las dificultades que afrontará el Gobierno para alcanzar las metas de reducción del déficit fiscal comprometidas con el Fondo Monetario Internacional y en el Presupuesto 2023. «Estamos lejos del superávit. Estamos a brazo partido para llegar a las metas acordadas, pero aun para llegar al déficit al 1,9% (del producto bruto) el año que viene va a costar uno y la mitad del otro”, dijo sin explicitar la unidad de medición a la que se refería.