Julián Zícari es autor de un trabajo que, por primera vez, expone el rol del ministro de Videla como el verdadero jefe de la dictadura. El origen de su poder y sus objetivos de largo plazo, que incluso subordinaron a la Junta Militar a sus decisiones
( Por Raúl Dellatorre/ Página 12/ Director Motor Económico )En diciembre de 1983 volvió la democracia, poniendo fin a la dictadura iniciada el 24 de marzo de 1976. Dejó víctimas de la represión, 30 mil desaparecidos, cientos de asesinados, muchos exiliados. Pero también dejó como saldo una reorganización de la economía nacional y de las relaciones de poder que perduraron en el tiempo, incluso hasta nuestros días. Un trabajo de investigación, muy profundo y vasto, que realizó Julián Zícari, acaba de ser publicado bajo el título «Martínez de Hoz, el jefe civil de la dictadura». En el libro, el ensayista plantea que la reforma económica fue el objetivo central de la dictadura militar, al cual la estrategia represiva funcionó como herramienta complementaria y «disciplinadora» de la sociedad, fundamentalmente en el sector sindical. En ese esquema de poder, su tesis es que José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de Economía durante los cinco primeros años, «fue el jefe civil de la dictadura, al que se subordinaba el resto, incluso Jorge Videla».
Según Zicari, Martínez de Hoz ha sido, hasta ahora, la persona más misteriosa y poco estudiada de la última dictadura militar argentina (1976/1983). No sólo fue el ministro de Economía que llevó a cabo el brutal endeudamiento del país, la desindustrialización, la reforma financiera, empoderó a los grandes grupos económicos a través de «la patria contratista», aplicó la «tablita», creó la «plata dulce» y demás, sino que también fue –y aquí viene la tesis más desafiante de Zícari– el verdadero jefe político del gobierno de facto.
«Fue el funcionario con más poder del régimen militar, incluso más poderoso que la propia Junta. Sacó y puso ministros, gobernadores, funcionarios, marcó el rumbo de la presidencia de Videla y concentró una alta cantidad de atributos que, hasta ahora, no han sido analizados», asegura el autor en conversación con Página 12.
El libro se propone no sólo analizar a Martínez de Hoz y su programa, sino que a través de la voz de los máximos responsables de la dictadura (rescatando entrevistas, declaraciones en la prensa, sus libros de memoria y sus discursos) se explicitan las metas buscadas por el gobierno de facto.
«Mi tesis era pensar cuál era el proyecto militar, el llamado proceso de reorganización nacional (PRN). Su función era transformar las relaciones de poder. Hubo dos elementos centrales en ese proyecto: la estrategia represiva y la reforma económica, esta última mucho menos estudiada que la primera. Y cuando se estudia, se comprende que el verdadero jefe de la dictadura era Martínez de Hoz».
En tal sentido, afirma que «Videla era un subornidado de Martínez de Hoz», que fue quien tomó todas las decisiones importantes en esos años de dictadura. No sólo las económicas. El definió no ir a la guerra por el Canal de Beagle y firmar el Tratado de Paz y Amistad con Chile, frenando el impulso belicista de sectores de las Fuerzas Armadas. También habría sido quien resolvió al no adhesión argentina al boicot estdounidense al comercio de granos con la Unión Soviética. «Si hubo dos hombres claves en el gabinete de Videla, esos fueron Martínez de Hoz y Albano Harguindeguy, los responsables de la reforma económica y la estrategia represiva. Pero la segunda, como herramienta de la primera. Fueron complementarias».
Los elementos que nutren el analisis de Zícari surgen del testimonio de los propios responsables, en muchos casos. Los tres tomos de las memorias de José A. Martínez de Hoz, las pocas entrevistas que dio Jorge R. Videla, testimonios de José Rogelio Villarreal (secretario general de la Presidencia durante la dictadura), las memorias escritas de varios integrantes del equipo económico (Alemann, García Martinez, Arriazu, Diz). Junto a otros, así como biografías de algunos de los dictadores.
En su relato, Zícari describe el modo en que Martínez de Hoz le impuso a los militares su proyecto. «Les explicó que la base de todos los problemas era el populismo, encarnado en el peronismo. Y que el objetivo debía ser quebrar la estructura sindical, a la cual Perón le había dado demasiado poder y que eso, incluso, sobrevivió a Perón, que ya había muerto en julio de 1974. Fue en una entrevista con Videla y otros jefes militares en la que los convenció de que había que dejar la dea de país con una sociedad industrialista, porque mientras existiera una estructura industrial expandida iba a seguir habiendo conflictos y un sindicalismo fuerte. Había que acabar con eso para siempre, cambiando la estructura económica del país».
«En esa reunión, a la que Videla fue acompañado por Villarreal y otros jefes militares, dicen que Martínez de Hoz ‘la rompió’, les vendió el proyecto integral; le puso el nombre de proceso de reorganización nacional, les impuso que se creara un cuerpo asesor legislativo de facto, que fue la CAL, les dijo cómo iba a manejar las relaciones internacionales y además nombró a los ministros civiles que iban a ser parte del gobierno», cuenta el autor.
Martínez de Hoz era parte del llamado Grupo Perriaux, creado alrededor de 1974 en el estudio de abogados de Jaime Perriaux, anfitrión pero no líder, ya que el mentor principal era Carlos Pedro Blaquier. Fueron los que imaginaron tempranamente el golpe militar que debia barrer «para siempre» al peronismo de la escena política nacional.
Zicari asegura que de su investigación surge que el concepto de «subversivo» utilizado por la dictadura no estaba referido a un guerrillero armado, sino a quien desde la representación popular «subvierte el orden social». Es decir, sindicalistas y dirigentes sociales.
«Martinez de Hoz inclusive les garantizó que les abriría el acceso a los capitales internacionales, a la banca privada mundial, y que les aseguraría el respaldo internacional, en un momento en el que a los militares les preocupaba mucho el aislamiento que tenía Pinochet, en Chile (había dado el golpe en septiembre de 1973) por la condena internacional».
Quien fue ministro de Videla en los cinco años en que éste estuvo al frente de la Junta Militar, era íntimo amigo de David Rockefeller, dueño del Chase Manhattan Bank, quien le habilitó el fuerte proceso de endeudamiento del país con la banca privada estaodunidense para consolidar el modelo neoliberal en el país. Rockefeller fue incluso quien lo apodó Joe al ministro, con quien se comunicaba directamente por teléfono, sin intermediarios.
El libro, editado por Peña Lillo y Continente, desarrolla además un pormenorizado análisis de cada una de las reformas implementadas, las políitcas aplicadas y la implementación de lo que define como «la revancha clasista: la cuestión sindical, salarial y distributiva» (capítulo 7). A 49 años del golpe, un material muy valioso como para entender el origen de (esta sí) una herencia perversa y macabra.