Cómo se mide el Índice de Precios al Consumidor en Argentina y las dificultades que existen. La evolución acumulada y el mes a mes.
“¿Cómo la inflación va a ser del 3,5% si todo aumenta mucho más?” es algo que millones de argentinos se preguntan. Esta desconexión entre la desaceleración del Índice de precios al Consumidor (IPC) que mide el INDEC y los fuertes aumentos de precios ha reavivado el debate acerca de las estadísticas del ente oficial. En septiembre dio 3,5% y el acumulado desde diciembre es de 152,94%.
El propio Marco Lavaga, titular del INDEC, reconoció que se están trabajando algunos cambios en la medición. El conflicto radica en las bases y las ponderaciones que se utilizan. Las dificultades metodológicas para medir la inflación en Argentina y la inestabilidad económica.
¿Qué es la inflación, qué es el IPC y cómo se mide en Argentina?
Según el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de CABA, “la inflación es un fenómeno que involucra la suba generalizada de todos los precios de una economía«. Afecta tanto a los bienes y servicios que se consumen en el país como a los importados. También impacta en los insumos que se usan en las industrias y en las inversiones.
El propio Marco Lavaga, titular del INDEC, reconoció que se están trabajando algunos cambios en la medición. El conflicto radica en las bases y las ponderaciones que se utilizan. Las dificultades metodológicas para medir la inflación en Argentina y la inestabilidad económica.
Según el INDEC, los gastos en alquileres, electricidad, luz, agua, internet, telefonía y educación apenas representan el 16,29% de los gastos totales de los hogares. El rubro más ponderado, Alimentos y Bebidas, ha desacelerado sus aumentos en los últimos meses. Esto debido al ancla cambiaria y la profunda recesión económica producto de la caída del consumo masivo, que en septiembre fue del 18% interanual según la consultora Scentia.
Este mes no fue la excepción a esta lógica que se viene dando desde diciembre de 2023: los gastos relacionados a la vivienda y los servicios básicos sufrieron aumentos del 7,3% en promedio, por lo que fueron el rubro que más se encareció. Casi en el otro extremo, los alimentos tuvieron incrementos del 2,3%.
«El cambio de ponderaciones de 2016 se hizo al revés de lo que debería haberse hecho», sostiene Fabián Amico, economista de CITRA (UMET-CONICET) y director del Instituto Estadístico de los Trabajadores de UMET, en diálogo con Página|12. «El gobierno de Mauricio Macri aumentó mucho las tarifas y por ende se podía presumir que en proporción los hogares iban a destinar más dinero a pagar esos servicios», agrega.
“Está bajando el peso de los alimentos y subiendo el de las tarifas, dado el aumento”, reconoció Marco Lavagna, director del INDEC, en una entrevista radial reciente. “Espero que en los próximos 2 meses podamos salir con el nuevo IPC, con canasta actualizada. De 320 mil a 500 mil precios. De 16.700 informantes a 24.000. Estamos en las pruebas finales”, anticipó hace unas semanas.
Subsidios e impuestos: lo que el INDEC no calcula en el IPC
Es importante tener en cuenta que el INDEC para hacer el cálculo toma únicamente los precios o las tarifas completas, sin subsidios, para evitar distorsiones. Sí se toman en cuenta los aumentos del transporte y las tarifas, ya que se realizan sobre el precio que paga la gran mayoría. También cabe recordar que hace unos meses Luis Caputo, ministro de Economía, se peleó con los supermercados para que en vez de hacer promociones 2×1 pusieran los productos con descuentos por unidad: lo primero no repercute en el IPC, lo segundo sí.
Tampoco se toman en consideración los impuestos, por lo que el regreso de la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias para los trabajadores, eliminada por Sergio Massa y restablecida por el actual gobierno a través del Paquete Fiscal aprobado en el Congreso, no afectó al índice del INDEC.
¿Se puede mejorar el cálculo del IPC?
Es evidente que las ponderaciones del INDEC no reflejan los consumos de los argentinos. Además, la canasta está hecha en base a los consumos de 2004/2005 y en estos 20 años han cambiado muchas cuestiones. Un ejemplo de ello es el aumento del consumo de servicios, teniendo en cuenta internet, telefonía, servicios de streaming, etc, y la disminución, en porcentaje, del de bienes.
“El problema a mi entender es que se trata de dejar la misma canasta porque cuando comparás bienes a lo largo del tiempo es más fácil. Se podría mantener ese dato con esta canasta y agregar una nueva”, sugiere el economista Guido Agostinelli, profesor de Macroeconomía en la UBA y autor del libro Falacias Libertarias, consultado por Página|12.
Una inflación más real
El Gobierno cuenta con datos más recientes, provenientes de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares 2017-18 (se utilizarían para los cambios que anticipó Lavagna). Allí cambia la canasta y baja un poco el peso de Alimentos y suben bastante el de Vivienda y servicios y Transporte. Lo mismo Comunicación que casi que se duplica.
Si se utilizaran esas ponderaciones, más cercanas a la realidad de estos últimos meses, la inflación estaría varios puntos por encima de la actual. “Quizá el Gobierno aspira a empezar a utilizar esos datos nuevos cuando crea que terminó de ajustar en las tarifas de los servicios”, advierte Amico.
Por un lado es conveniente no hacer cambios de manera recurrente —el propio Indec recomienda actualizar ponderaciones cada 5 años— y en caso de hacerlo que sea de manera gradual, pues las grandes modificaciones dificultan la comparación entre períodos. Pero por el otro lado, se corre el riesgo de tener canastas y ponderaciones muy alejadas de la realidad de la mayoría de los argentinos.
Las tarifas de los servicios y la política económica
Aquí entra en juego otro problema. Uno que no es estadístico, sino relacionado a las políticas económicas. “Tenés precios regulados y orientaciones políticas de gobiernos extremadamente opuestas. Durante el kirchnerismo se redujo de manera exagerada el porcentaje del gasto que se utilizaba para pagar los servicios y hay otros gobiernos que se aprovechan de eso”, destaca Amico.
En Argentina el porcentaje que los hogares le destinan a cada rubro de la economía es muy fluctuante en plazos cortos de tiempo. Por ejemplo, según la orientación del gobierno de turno, las tarifas de los servicios son o no un gasto preponderante. Esa falta de estabilidad le genera una gran dificultad al INDEC para establecer ponderadores consistentes a lo largo del tiempo.
“Durante la convertibilidad, en la que hubo baja inflación, pero que fue un período muy malo para los salarios, el peso de los servicios públicos y privados estaba muy por encima de los alimentos. Ahora ocurre algo parecido. Al menos mientras dure el ancla cambiaria, porque cuando empiecen a devaluar el precio de los alimentos va a subir de nuevo”, asegura el economista de la UMET.
Absolutamente todas las consultoras informan caídas récord en el consumo masivo (incluso de alimentos y medicamentos, en teoría lo último en lo que una famila recorta). Esto no hace más que confirmar que la desaceleración de la inflación que mide el INDEC, el caballo de batalla del Gobierno y uno de los pocos números “positivos” que tiene para mostrar, en realidad no le está mejorando la vida a las grandes mayorías.