Edición n° 2881 . 11/10/2024

Notas para un nuevo pacto democrático

“Esta vez no es solo una crisis financiera, vamos a una crisis política y sobre todo moral.” Bases para la reconstrucción política, económica y moral de la sociedad argentina

ANTONIO MUÑIZ

La Argentina se encuentra en un momento crucial de su historia. Tras décadas de experiencias fallidas, de fracasos económicos, políticos y sociales, una época de avances pero también de grandes derrotas,  pareciera hoy que nos enfrentamos a una etapa terminal, donde se juegan los destinos de la Nación argentina.

El triunfo de Javier Milei en las elecciones presidenciales, guste o no, anuncia el quiebre definitivo de una época. No por las virtudes del presidente, que no las tiene, sino por la decadencia de toda una clase dirigente, que trasciende a la clase política.

La corrupción, la amoralidad, el relativismo moral, el individualismo extremo, el todo vale,  la falta de un proyecto de país común que nos aglutine, se extiende como una mancha por toda la sociedad, cubriendo de olor a podredumbre todas las instituciones.

Es indudable que estamos frente a una crisis económica, producto de un gobierno cipayo, lleno de personajes oscuros, de una estupidez ideológica, de un terraplanismo económico y politico, que como el flautista de Hamelin, con su burda música, esta llevando a un pueblo hacia el precipicio.

Es evidente  que  hubo y hay una campaña mediática y cultural que fue penetrando en la sociedad con disvalores en el sentido común de una sociedad. Es claro que el actual gobierno y sus políticas cuentan con el apoyo de una clase  empresaria  y un sector social de ingresos medios y bajos, que acompañan a un gobierno que tiene por objetivos la destrucción no solo del estado, sino de toda idea de nación autónoma e integrada, y del cual serán las próximas victimas.

«Cuando todos creíamos y gritábamos el liberalismo nunca más, no encontramos en el 2015 con el retorno de los responsables del 2001, enancados en el triunfo de un empresario corrupto, claro exponente de una burguesía nacional fracasada.

Tanta es la alienación de estos sectores de la sociedad argentina que apoyan y aplauden a su victimario. Hoy puede verse con claridad que con la promesa de un futuro incierto están destruyendo a las pequeñas y medianas empresas y a toda la clase media.

La destrucción económica que este gobierno ha llevado adelante en estos primeros meses solo se parangona con los resultados de catástrofe de una guerra.

Pero también es justo decir que esto no empezó en diciembre de 2023, sino que sus raíces vienen de muy atrás en la historia, con la sumisión de argentina al FMI, a los dictados de los centros imperiales y la aceptación pasiva a políticas de endeudamiento y financiarización de la economía, dejando atrás el viejo sueño de la argentina del trabajo y la industria.

Este proceso de decadencia permanente empezó claramente con el golpe de 1976 y sus políticas monetaristas neoliberales. A medida que crecía el endeudamiento, cerraban las fabricas, crecían las colas de desocupados y aumentaba la pobreza. Este proceso perverso siempre estuvo presente en estos casi cincuenta años. Hubo impases, momentos en que pareció o se intentó hacer algo distinto, pero nunca se pudo o se quiso darle punto final.

Así, como las cabezas de medusa, que se le cortaba una pero rápidamente salia otra. A los fracasos de las políticas de Martinez de Hoz, vino la experiencia también fallida de del plan primavera, luego la convertibilidad del menemismo y el estallido de todo el modelo en la crisis del 2001.  

«Por debajo, en los sótanos de la democracia, fueron creciendo (…) los servicios de inteligencia: verdaderas usinas de operaciones fuera de lo legal, financiados por el dinero público, para comprar voluntades, amedrentar opositores o armar causas judiciales contra los dirigentes populares.»

Cuando todos creíamos y gritábamos el liberalismo nunca más, no encontramos en el 2015 con el retorno de los responsables del 2001, enancados en el triunfo de un empresario corrupto, claro exponente de una burguesía nacional fracasada. Con él volvió al poder lo peor de establishment tradicional, empresario, politico y económico. Volvió el FMI  y la deuda externa como gran cadena de sumisión de la argentina a los dictados de los organismos internacionales.

La corrupción se extendió también a estamentos como la Justicia Federal, que asociada con lo peor de la clase empresaria trasnacional, le sirvió a sus intereses, la protegió frente a los delitos económico y fue y es un ariete para perseguir y neutralizar cualquier intento de reformas en el sistema pero también para castigar a cualquier dirigente politico o social que osara trasgredir el orden establecido. Es justo decir que este fenómeno conocido como lawfare, no es solo local, sino que se aplicó en toda Latinomerica alentada como siempre por el Departamento de Estado yanqui.

Para completar el lawfare fue necesario corromper a todo el aparato periodístico, con grandes negocios para las empresas, como la cesión de Papel Prensa al grupo Clarín – La Nación, o la licencia del Canal 13, también al grupo liderado por Magnetto, acompañado esto con jugosos sobres de dinero, bajo la mesa, a los periodista. Así, de la noche a la mañana oscuros personajes se convirtieron en fiscales de la república y custodios de la moral publica.

Por debajo, en los sótanos de la democracia, fueron creciendo cual mafia silenciosa, pero articuladora de este proceso de perversión, los servicios de inteligencia: verdaderas usinas de operaciones fuera de lo legal, financiados por el dinero público, para comprar voluntades, amedrentar opositores o armar causas judiciales contra los dirigentes populares.

Todo esto no pasó de un día para otro, fue un largo proceso de decadencia, ante los ojos de toda la sociedad y ante el silencio cómplice de la dirigencia política.

Hoy, a pesar del canto de sirenas de los medios periodísticos y el aplauso de una clase empresaria oportunista, que quiere apropiarse de la riqueza presente y futura del pueblo argentino, vamos a una crisis de proporciones mucho más grave que la del 2001. Pero esta vez no es solo una crisis financiera, vamos a una crisis política y sobre todo moral.

La gran crisis que estamos viviendo y cuyas consecuencias todavía solo vislumbramos nos obligará a enfrentar la imperiosa necesidad de reconstruirnos sobre bases sólidas, reconstruirnos sobre los escombros de una vieja argentina que se desmorona.

Un nueva argentina  que garantice un futuro de prosperidad, justicia y cohesión social. Esta reconstrucción no solo debe ser material, sino también moral, atendiendo a las raíces profundas de los problemas que nos aquejan y cimentando un nuevo contrato social que involucre a todos los sectores de la sociedad.

Retrato Argentina, 2001. Saqueos.

1.         Construyendo un nuevo contrato social.

Primero es fundamental que la sociedad en su conjunto reconozca la existencia de una crisis estructural profunda. Este reconocimiento debe ser acompañado por un diagnóstico claro de los problemas, como la corrupción, la desigualdad, la desconfianza en las instituciones, la violencia, y la falta de cohesión social.

En ese escenario es esencial promover un nuevo pacto fundacional que restituya la confianza de la ciudadanía en las instituciones.

Para iniciar este proceso es necesario generar un diálogo abierto. Facilitar espacios de diálogo y debate en los que se discutan las raíces de la crisis, permitiendo que diferentes voces sean escuchadas. Esto incluye no solo a los líderes políticos y económicos, sino también a ciudadanos comunes, académicos, y organizaciones de la sociedad civil.

A simple titulo de ideas para el debate aportamos algunos conceptos que parecen centrales:

  • Construir comunidad y una democracia social a través de una mayor participación ciudadana: Fomentar la participación activa de la ciudadanía en la toma de decisiones, no solo a través del voto, sino mediante mecanismos de consulta popular, presupuestos participativos y el fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil.
  • Transparencia y rendición de cuentas: Implementación de políticas de transparencia en la gestión pública, fortalecimiento de los organismos de control, y promoción de una cultura de rendición de cuentas que permita a los ciudadanos evaluar el desempeño de sus representantes.
  • Reforma electoral y partidaria: Establecer un sistema electoral que tienda al fortalecimiento de los partidos politicos, garantice la representatividad y reduzca la fragmentación partidaria. Esto incluye una reforma profunda del sistema de partidos políticos, que garanticen la formación de dirigentes, la usina de ideas y proyectos, que incentive el debate y la discusión de toda la sociedad en los temas trascendentes y la consolidación de proyectos políticos a largo plazo.
  • Reorganización del Poder Judicial sobre una base de democratización del mismo, control ciudadano, elección directa de los jueces, limitaciones en el tiempo de designación y acceso mediante concurso abierto para la designación en la carrera de los empleados judiciales.

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2. Reconstrucción económica: Bases para un Desarrollo Sostenible e Inclusivo

La economía argentina necesita una transformación estructural que promueva un crecimiento sostenido y equitativo. Esta reconstrucción debe estar guiada por principios de sostenibilidad y justicia social, abordando los siguientes aspectos clave:

  • Lucha contra la pobreza. Según los datos  del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) la pobreza ha llegado al 55% de la población en el primer trimestre y la indigencia al 17,5%. Según el mismo informe siete de cada diez niños son pobres. Estos datos muestran una cruda realidad, más allá de los relatos. Que más de la mitad de la población esté por debajo de la linea de pobreza, no solo es una inmoralidad, sino también una situación inaceptable que esta hipotecando el futuro de las generaciones futuras.

Para abordar eficazmente la situación de pobreza en Argentina, es fundamental instrumentar políticas económicas activas orientadas al crecimiento económico con una intervención estatal bien diseñada y orientada hacia la equidad y la justicia social. Las políticas de empleo, educación y redistribución deben ser focalizadas y adaptadas a las realidades regionales, mientras que el Estado debe desempeñar un papel proactivo en la articulación y ejecución de estas políticas para romper el círculo vicioso de la pobreza.

  • Diversificación Productiva: Reducción de la dependencia de sectores tradicionales como el agroexportador, promoviendo el desarrollo industrial acelerado, la innovación tecnológica y la agregación de valor en las cadenas productivas. La energía y la minería, con su gran potencial, deben ser prioritarias, pero con una lógica de industrialización y agregado de valor. La exportación como simples commoditys, que alienta el actual gobierno, solo será pan para hoy y hambre para mañana, un saqueo de nuestros recursos y perpetuará un modelo de sumisión a los intereses extranjeros.
  • Promover el empleo. La tarea central de un Estado organizado es la creación de empleos de calidad y bien remunerados. El trabajo es el gran ordenador de la vida social y la mejor herramienta en el ascenso social. Un programa de pobreza cero, se logra con una política de pleno empleo. Por lo que este debe ser un imperativo para un gobierno de reconstrucción.
  • Inversión en Infraestructura: Desarrollo de una infraestructura moderna y eficiente, que incluya transporte, energía, telecomunicaciones y vivienda, para mejorar la competitividad del país y la calidad de vida de la población.
  • Política Fiscal Sostenible: Re formulación del sistema tributario para hacerlo más progresivo y eficiente, con mayor peso en los impuestos a los altos ingresos y a la riqueza. Es necesario poner fin a un sistema donde priman los recursos para evadir o eludir su pago, donde los ricos se niegan a pagarlos y terminan cargados en las espaldas, a través del consumo, de los sectores populares o sobre los salarios. Por supuesto que debe ser acompañado de una administración responsable del gasto público.
  • Educación, Salud y seguridad social. Priorizar la inversión en educación, salud y seguridad social. La atención de los sectores vulnerables debe ser un objetivo central de una sociedad organizada. Es  necesario un gran acuerdo social, debate mediante, de como se financia el sistema en el largo plazo. El ajuste permanente y la desidia sobre los sectores más vulnerables es un acto de perversión que una sociedad civilizada no puede permitirse.
  • Integración Regional e Internacional: Fortalecer la integración de Argentina en la economía global, a partir de una mayor profundización del Mercosur y de la UNASUR.  El mundo va hacia el continentalismo, o sea la constitución de grandes bloques de países. Un objetivo es el ingreso a los BRICS, algo que se había logrado con el gobierno anterior y que el actual, en un acto de irresponsabilidad, desechó. Promover acuerdos comerciales y cooperación internacional con todos los países del mundo que abran nuevos mercados y atraigan inversión extranjera directa, pero siempre anteponiendo los intereses nacionales.

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3. Reconstrucción moral: Hacia una Sociedad Justa y Solidaria

La crisis moral que atraviesa nuestra sociedad es un reflejo de la fragmentación social y la pérdida de valores fundamentales. La reconstrucción moral implica un esfuerzo colectivo para recuperar la confianza, la solidaridad y el respeto por el otro. Para ello, es necesario:

  • Lucha contra la corrupción. Debe ser una bandera y un objetivo central. La corrupción se ha instalado en toda la sociedad y no solo como parte de la acción política sino también en el sector empresario y financiero. Sería hipócrita no reconocer como verdaderos flagelos, el contrabando, la fuga de capitales, el blanqueo de los dineros del narcotráfico, la apropiación de recursos del Estado, etc.  El caso Vicentín, con su lógica de saqueo, silenciado por una prensa y una justicia cómplices, es solo un ejemplo de práctica empresaria normal.
  • Refuerzo de la ética pública: Establecer un marco ético riguroso para el ejercicio de la función pública, que incluya la formación ética de los servidores públicos y la promoción de una cultura de servicio y compromiso con el bien común.
  • Educación en valores: Reformar el sistema educativo para que, además de formar en competencias técnicas, fomente valores como el patriotismo, la honestidad, el respeto, la responsabilidad y el compromiso con la comunidad.
  • Promoción de la Igualdad y la Inclusión: Combatir todas las formas de discriminación y exclusión, promoviendo políticas que garanticen la igualdad de oportunidades para todos los argentinos, independientemente de su origen social, género o etnia.
  • Fortalecimiento del tejido social: Apoyar a las organizaciones comunitarias, culturales y religiosas que trabajan en la promoción de la cohesión social, reconociendo su rol fundamental en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

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Conclusión

La reconstrucción de Argentina requiere un esfuerzo concertado de todos los sectores de la sociedad: el Estado, los partidos políticos, el sector privado, la academia, las organizaciones sociales y la ciudadanía en su conjunto. Es un desafío monumental, pero no imposible. Si logramos encarar estos cambios con determinación y compromiso, estaremos sentando las bases para un país más justo, próspero y unido. Es el momento de mirar hacia adelante, de aprender de nuestro pasado y de construir juntos un futuro que honre el sacrificio y la esperanza de millones de argentinos.

Foto de portada: retrato de 19 y 20 de diciembre de 2001, Argentina.