Buscaron instalar que las vacunas locales salen más del doble que las importadas para favorecer la entrada de estas últimas. Entre los operadores aparece Federico Sturzennegger
(por Raúl Dellatorre / Página 12/ Motor Económico ) En las últimas semanas se ha puesto en movimiento un fuerte lobby de un sector empresario y dirigentes políticos de Cambiemos para tratar de habilitar la importación de vacunas antiaftosa desde Brasil, con el objetivo de sustituir la producción nacional. Argumentan que «el precio local es varias veces mayor al de los países vecinos», lo cual no sería verdad, de acuerdo a la documentación que presentan los laboratorios nacionales, y sostienen que «la desregulación del mercado (es decir, la libre importación) produciría un alto beneficio para los ganaderos». Entre los promotores de la compra de vacunas brasileñas para reemplazar a las producidas por los laboratorios nacionales se encuentra una figura del gobierno sin cargo conocido pero muy fuertemente ligada a los grupos beneficiarios directos del DNU 70/23 y el proyecto original de Ley Omnibus, Federico Sturzennegger.
A través de la empresa Tecnovax, una compañía de biotecnología especializada en vacunas para la salud animal, se solicitó ante el Senasa, en nota del 3 de abril, la aprobación para proveer hasta 15 millones de vacunas antiaftosa de disponibilidad inmediata, para su incorporación al plan de vacunación del rodeo bovino iniciado en el mes de marzo.
«Es suficiente observar el estado de sublevación entre quienes durante mucho tiempo se han visto obligados a pagar costos sustancialmente superiores respecto las vacunas antiaftosa en todos los países del mercosur», sostiene como argumentación dicha carta, que más adelante agrega que «nos es grato informarles que Tecnovax SA ha suscripto un acuerdo con una importante firma internacional para el abastecimiento de vacunas contra la fiebre aftosa». La empresa es Ouro Fino Sanidad Animal.
Quienes se plegaron tempranamente a esta campaña en favor de la importación de vacunas fueron los diputados Martín Ardohain (PRO-La Pampa) y Pedro Galimberti (UCR-Entre Ríos), quienes impulsaron días atrás una ley para «desregular el mercado de vacunas contra la aftosa». Inmediatamente, se pronunció en favor de la iniciativa Sturzennegger, quien además señaló que «en el país se aplican 80 millones de dosis al años a un valor de referencia de dos dólares por aplicación».
Lo cual es cierto si se mide por el precio final que paga el ganadero, pero que no es comparable con el costo de la vacuna a la salida de laboratorio, según explicaron fuentes de la industria local. «Para la actual campaña de vacunación, la primera de las dos que se hacen el año, las ventas de las vacunas la hicimos entre noviembre y enero, a un precio de 550 a 600 pesos por vacuna», informaron desde el principal laboratorio fabricante de la vacuna en el país. Este precio se mantiene hasta el fin de la actual etapa de la campaña, 30 de junio, ya que en el segundo semestre se hace la segunda aplicación del plan anual de vacunación. Sturzennegger lo desconoce o lo oculta, lo cual es grave porque es sustancial para hacer la comparación con el producto importado.
Por otra parte, la aplicación masiva de la vacuna se realiza a través de una fundación compuesta por productores y entes sanitarios, principalmente, que no sólo le suman al precio que le facturan al ganadero el costo de logística y de aplicación, sino que además calculan el costo de la vacuna por su precio de reposición (previendo el de la futura campaña) y no por el efectivamente pagado al momento de su compra.
La industria local es, además, exportadora y compite en los principales mercados del mundo. Se sostiene que la vacuna de origen brasileño se importaría «a un dólar, bajando a la mitad el precio que cobra el monopolio local». Esto último, parece no ajustarse a la verdad. Tampoco se trata de la misma vacuna, porque mientras que la aplicada localmente es cuatrivalente (previene de cuatro virus distintos), la que se propone importar es bivalente (sólo contra dos de esos virus).
Además, circula en el mercado veterinario que la brasileña involucrada es una firma sobrestoqueada que necesita colocar productos de cercano vencimiento, lo cual empujaría su urgencia por encontrar mercados para sus productos. Argentina, una vez más, resulta una plaza atractiva.