Edición n° 2941 . 10/12/2024

Megaamenazas: los 10 principales peligros que acechan a la humanidad

El mundo que se vislumbra se parece menos a las cuatro décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, conocidas como la etapa de oro del capitalismo moderno, y se acerca más a las tres décadas entre 1914 y 1945. En clave local, esta nueva era altera los parámetros conocidos y, por lo tanto, se requieren otros tipos de intervenciones desde la economía y la política.

( Por Alfredo Zaiat) En un mundo convulsionado, resulta interesante identificar cuáles son las amenazas globales de las que advierte uno de los economistas más pesimistas del mercado internacional: Nouriel Roubini. La fama mundial de Roubini, a quién apodan Dr. Doom (Doctor catástrofe), empezó en 2008 cuando la economía se derrumbó en una de las peores crisis financieras contemporáneas. Él había alertado en 2006, en una conferencia del Fondo Monetario Internacional, sobre el peligro de las hipotecas subprime, instrumentos financieros que luego precipitaron el crac.

Hace poco indicó que el bitcoin, cuando cotizaba arriba de los 60 mil dólares la unidad, estaba sobrevalorado y lo comparó con un «pozo negro», en el cual se caerían las criptomonedas sin posibilidad de una red de contención. Desde entonces, las cotizaciones de estos activos se desplomaron.

En su último libro «Megaamenazas» presentó los diez principales peligros, desarrollados en cada capítulo, que acechan a la humanidad:

  1. La madre de todas las crisis de deuda.
  2. Fracasos públicos y privados.
  3. La bomba de tiempo demográfica.
  4. La trampa del dinero fácil y el fin del boom.
  5. La gran estanflación que viene.
  6. El colapso de las divisas y la inestabilidad financiera.
  7. El fin de la globalización.
  8. La amenaza de la inteligencia artificial.
  9. La nueva Guerra Fría.
  10. Un planeta inhabitable.
En su último libro

Default o shock inflacionario

Roubini se autodenomina «Doctor realista» para contrarrestar la imagen de pronosticador de desastres económicos y humanitarios. Ante cada amenaza presenta propuestas apuntando que si los gobiernos no hacen nada, la catástrofe se producirá. En cambio, si avanzan en medidas audaces y comprometidas se puede minimizar los costos de una nueva era que vislumbra sombría.

La primera amenaza en la lista es la deuda de los países. Afirma que si no es sostenible, como está sucediendo ahora, quedan pocas opciones. Una es la suspensión de pagos o que los gobiernos impulsen shocks inflacionarios para reducir el valor real de la deuda nominal.

Esto último tiene un costo elevado para quienes lo promueven, lo que lleva a Roubini a evaluar que no pasará y, por lo tanto, incrementa la posibilidad de la primera salida: la destrucción del monto de la deuda por default y posterior reestructuración con quita de capital.

La licuación de la deuda pública significa una destrucción de capital financiero del sector privado inmenso con el consiguiente impacto negativo en el crecimiento de la economía y el nivel del empleo.

La primera amenaza en la lista elaborada por Roubini es la deuda de los países. Imagen: AFP.

La bomba de la deuda pública

La situación crítica del stock de deuda global está llamando la atención también de organismos internacionales. El Fondo Monetario Internacional publicó esta semana un artículo observando este peligro, en línea con lo expresado por Roubini pero evitando sentencias dramáticas.

En Montando la montaña rusa de la deuda global los economistas Vítor Gaspar, Paulo Medas y Roberto Perreli apuntan que la deuda global se mantuvo por encima de los niveles previos a la pandemia en 2021. Explican que la deuda pública y privada total disminuyó en 2021 al equivalente del 247 por ciento del Producto Interno Bruto mundial, cayendo 10 puntos porcentuales desde su nivel máximo en 2020, según la última actualización de la base de datos de deuda global del FMI. Sin embargo, expresada en dólares, la deuda mundial siguió aumentando, aunque a un ritmo mucho más lento, alcanzando el record de 235 billones de dólares el año pasado.

Mencionan que las variaciones inusualmente grandes en los índices de deuda son causadas ​​​​por el repunte económico de la pospandemia y el rápido aumento de la inflación que siguió. De todos modos, la deuda global se mantuvo casi un 19 por ciento del PIB por encima de los niveles previos a la pandemia, «lo que plantea desafíos para los formuladores de políticas de todo el mundo», afirman.

Esta troika de economistas del FMI advierten que la gestión de los altos niveles de deuda será cada vez más difícil si las perspectivas económicas continúan deteriorándose y los costos de los préstamos aumentan aún más.

Los avances en Inteligencia Artificial (IA), robótica y automatización destruirán más y más empleos.

El peligro para el empleo de la Inteligencia Artificial

Roubini escribió también «La era de las megaamenazas» en el portal Project Syndicate. Menciona que uno de esos peligros es los avances en Inteligencia Artificial (IA), robótica y automatización, puesto que destruirán más y más empleos, incluso si los gobiernos construyen muros proteccionistas más potentes en un esfuerzo por defender el mercado laboral de las personas.

En referencia a los países desarrollados, señala que al restringir la inmigración y exigir más producción nacional, estas economías que envejecen crearán un incentivo más fuerte para que las empresas adopten tecnologías que ahorran mano de obra.

Apunta que si bien los trabajos rutinarios obviamente están en riesgo, también lo están los trabajos cognitivos que se pueden desglosar en tareas discretas, e incluso muchos trabajos creativos.

Roubini explica que los modelos de lenguaje de IA como GPT-3 ya pueden escribir mejor que la mayoría de los humanos y es casi seguro que desplazarán muchos trabajos y fuentes de ingresos.

Para concluir que «con el tiempo, el malestar económico se profundizará, la desigualdad aumentará aún más y más trabajadores de cuello blanco y azul se quedarán atrás«.

Inflación y estancamiento

Aumentos persistentes de precios al mismo tiempo del despliegue de una recesión económica es la combinación que Roubini observa para un período prolongado.

Dice que la actual situación macroeconómica no es la mejor. Detalla que, por primera vez desde la década del ’70, la economía mundial enfrenta una inflación elevada y las perspectivas de una recesión global. Estas dos variables juntas tienen como saldo la estanflación.

El aumento de la inflación en las economías desarrolladas no es transitorio, como evalúan varios analistas, sino que es persistente porque está impulsada por políticas monetarias, fiscales y crediticias excesivamente laxas que se mantuvieron durante demasiado tiempo.

A lo que se le sumó la «mala suerte», que Roubini define en que no se podía anticipar cómo impactaría la pandemia en la cadena de suministros de bienes y en el mercado laboral. Lo mismo que con el conflicto bélico en Ucrania, que provocó un fuerte aumento en los precios de la energía, los alimentos, los fertilizantes, los metales industriales y otros productos básicos.

El saldo de las megaamenazas es previsible: aumento de la desigualdad de ingresos y riqueza. Imagen: AFP.

¿Cuánto durará la estanflación?

Un aspecto relevante de este diagnóstico pesimista es cuánto tiempo se prolongará este cuadro económico crítico. Para Roubini, cuando llegue la recesión, ésta no será corta y superficial, sino larga y profunda. Explica esta proyección con que «no sólo nos enfrentamos a perturbaciones de oferta negativas persistentes a corto y mediano plazo, sino que también nos dirigimos hacia la madre de todas las crisis de deuda«.

Recuerda que los bajos índices de endeudamiento «nos salvaron de ese resultado en la década del ’70», cuando también hubo años de inflación y recesión.

En la crisis de 2008 también hubo una crisis de deuda debido al desborde del endeudamiento en los hogares, bancos y gobiernos. Pero en esos años hubo deflación, no alza de precios.

«Hoy, estamos experimentando los peores elementos tanto de las crisis de la década del ’70 como de la de 2008: múltiples y continuos shocks de oferta negativos coincidiendo con índices de deuda que son incluso más elevados que durante la última crisis financiera mundial», sentencia.

 A la crisis mundial se le suma ahora las consecuencias del cambio climático que altera el funcionamiento de la economía global.

Más desigualdad en un mundo que es desigual

El saldo de estas megaamenazas es previsible: aumento de la desigualdad de ingresos y riqueza, lo que acentúa el rechazo social al actual sistema democrático alimentando de esta forma las corrientes políticas de ultraderecha.

El mundo que se vislumbra se parece menos a las cuatro décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, conocida como la etapa de oro del capitalismo moderno, y se acerca más a las tres décadas entre 1914 y 1945.

Este último período entregó dos guerras mundiales, la pandemia denominada gripe española, el crac bursátil y financiero del ’29 y posterior depresión del ’30, guerras comerciales, hiperinflación y expansión de regímenes de ultraderecha (fascismo y nazismo).

A todo esto se le suma ahora las consecuencias del cambio climático que altera el funcionamiento de la economía global.

En clave local, entonces, es necesario observar que esta nueva era altera los parámetros conocidos y, por lo tanto, se requieren otros tipos de intervenciones desde la economía y la política.