( Por Edgardo Esteban* / Especial / #motorcumple6Soberanias) Como un soplo de viento me sacuden los recuerdos de los días vividos en la guerra de 1982 y lo que vino con el final de la dictadura, que nos permitió transitar hacia la democracia. Esas imágenes se instalan en el tiempo presente, me acercan a los sentimientos más profundos de esa parte de mi juventud. Malvinas se hizo eterna en el interior de cada uno de los que pisamos la turba de las islas, no sólo por lo vivido durante del conflicto bélico, sino por lo que vino después, tras el regreso escondido de los soldados, dando lugar al nacimiento de una nueva y larga lucha en la posguerra.
Este año de conmemoración y homenajes nos permiten reflexionar sobre lo sucedido en ese pasado reciente y debería ayudarnos a reconstruir, pensar sobre cómo nos conformamos como argentinos y argentinas en torno a Malvinas. Reiterar el permanente y justo reclamo de soberanía que tiene nuestro país desde 1833, reafirmar y exigir una vez más al Reino Unido la solución de la disputa de soberanía tal como lo establece la resolución 2065 de la Asamblea General de las Naciones Unidas desde hace 57 años. Defender nuestros derechos y recuperar el ejercicio pleno de nuestra soberanía es un objetivo irrenunciable del pueblo argentino y un compromiso como lo establece la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional que reafirma nuestra legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias, Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes.
La Causa Malvinas tiene que ser política de Estado permanente hasta recuperar el ejercicio pleno de nuestros derechos sobre las islas. No alcanza con el mandato de un Gobierno entendiendo que la defensa de Malvinas incluye la SOBERANÍA territorial y marítima, cultural, educativa, ambiental, económica y comunicacional. Parece una guerra lejana, pero cuando nos depredan el calamar y se llevan más de 187.000 millones de dólares, desde 1983 hasta el año pasado, Malvinas es un presente y también un futuro. Esta crisis económica nos interpela a enfrentar de manera solidaria, colectiva y poniendo la centralidad del Estado.
La injustificada presencia militar británica en las Islas Malvinas no solo amenaza la paz de los argentinos, sino de toda la región. La Fortaleza militar de Monte Agradable, con, al menos, dos mil efectivos, diseñada para resguardar por la fuerza la explotación indiscriminada de nuestros bienes naturales, nuestros recursos pesqueros, hidrocarburos, minerales, la proyección sobre el territorio Antártico y el control absoluto sobre el Atlántico Sur, custodiando y controlando los pasajes bioceánicos.
La Patria Grande acompañó en los foros internacionales la denuncia sobre la existencia de un enclave colonial en el sur de nuestro continente pasando a conformar, ya no un reclamo de Argentina, sino una causa regional. El desafio es trabajar en este tiempo en visperas de los cuarentas años de democracia en 4 ejes esenciales:
– Persistir en la reivindicación de soberanía y el reclamo de diálogo al Reino Unido.
– Sumar consensos en Argentina y apoyo internacional.
– Hacer un efectivo ejercicio de soberanía en nuestro espacio marítimo antártico y de la plataforma continental como acción determinante en el compromiso argentino con lo propio.
– Buscar aprovechar las oportunidades que ofrece el escenario internacional, las que han sido determinantes en otros casos de descolonización y en la recuperación del ejercicio de soberanía por Estados que tenían parte de sus territorios ocupados, como fue el caso de Panamá con su Canal, China respecto de Hong Kong, y por estos días la disputa que tiene el pueblo de la isla Diego García, ubicada en el Océano Índico. La isla es un atolón del archipiélago de Chagos que alberga una base militar de EEUU, rentada desde hace más de cincuenta años por parte del Reino Unido. Sobre esta disputa entre Mauricio y la corona Británica, la Corte Internacional de La Haya falló a favor de que el archipiélago debe ser descolonizado y entregado por el Reino Unido a sus legítimos habitantes que fueron desterrados de su propio territorio hace más de 50 años.
El neocolonialismo imperial indigna. Los británicos trataron de imponer su versión de la historia, avanzando de forma alarmante en favor de sus intereses que trabajan con las manos libres en varios países de la región. Movilizarse para construir los caminos necesarios para mantener vivo el justo reclamo debe ser un ejercicio permanente. Malvinas no solo puede ser entendida como una causa Nacional, es la causa de los Pueblos Libres.
«La transición a la democracia se la debemos a las Madres, Abuelas y a los excombatientes», dijo la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, sumando a los que estuvimos en Malvinas en ese proceso que nos llevó a las urnas un año después. Ella plantea un nuevo paradigma, sumando a quienes peleamos en Malvinas. Este hecho precipitó los acontecimientos que llevaron a la recuperación de la democracia a través de las urnas tan solo un año después.
En estos tiempos de una Argentina que se encuentra en medio de una nueva guerra, frente a las negociaciones con el FMI para pagar una deuda que tomaron quienes sin escrúpulos endeudaron al pueblo argentino, con tantas heridas abiertas, Malvinas nos permite ser ese lugar que rescate un sueño colectivo. No hay tantas causas, como nos unen los colores celeste y blancos en el Mundial de Qatar, a pesar de las diferencias Malvinas también nos une. Debatir en torno a las formas de recuperar el ejercicio de nuestra soberanía puede permitirnos tener puntos de coincidencias. Es ese lugar de pertenencia que hay en cada rincón del país, en cada ciudad, en cientos de murales, remeras, tatuajes, banderas, sindicatos y escuelas. Lo que tenemos como identidad no alcanza en función de recordar solo en las efemérides, todos los días deberíamos ejercer docencia para que las generaciones venideras sientan como propio este legado y nuestro profundo amor por las islas. Junto a ellos generar la fuerza necesaria para construir una renovada política de Estado sobre la Causa Malvinas, que por historia y derecho nos corresponde. Una sociedad jamás será justa si no tiene memoria y esa es una lucha que exige una tarea cotidiana.
Malvinas como el Mundial de Fútbol, tiene que ser un reencuentro entre los argentinos y argentinas, con el barrio y seguir recorriendo los caminos posibles para el reclamo de nuestra soberanía, bajo el signo de la paz.
No podemos dejar de hablar y evocar lo pasado, recordar a nuestros compañeros caídos durante el conflicto bélico de 1982. Su recuerdo tiene que permanecer encendido como un faro señalando a nuestras islas como una causa nacional, popular y latinoamericana.
Multiplicar este profundo amor y compromiso con Malvinas es nuestra tarea.
Por la vida…
Verdad, Memoria, Justicia y Soberanía…
(*) Edgardo Esteban, periodista, ex combatiente de Malvinas, Director del Museo Malvinas.