Edición n° 2926 . 25/11/2024

Magnetto, falta envido 

Por Cynthia García y Pablo Di Pierri 

Cristina Kirchner pateó el tablero y le echó la falta envido a Héctor Magnetto. Como quien clavara un facón en una antigua pulpería y enardeciera a los gauchos que miraban con atención o de refilón, la Vicepresidenta desafió al jefe del poder económico, que esta vez tildó de *mafia*, a un mano a mano a todo o nada: ella sin apelar a sus fueros y sus votos y él, como quiera y cuando quiera, si es que puede o se anima.

No se conoce ni se recuerda gesto político más audaz y generoso a la vez en alguien que se encontrara en su posición. *Siendo la verdadera líder del peronismo en el gobierno y pudiendo inscribir su nombre en las listas del 2023, hizo su renunciamiento público a los cargos pero desató el furor de su historia de luchas militantes*. 

Negándose a ser mascota de los dueños del país, depuso cualquier candidatura suya. *Guapeó frente a Clarín, la pistola en la sien de la democracia, diciendo que peleará sin fueros*. Las especulaciones y los anhelos de su base de sustentación se mezclan con angustia y frenesí. Exégetas y criptógrafos de aquí y de allá se preguntaban hasta altas horas de la noche si la ex Presidenta lo hacía para activar definitivamente un *operativo clamor* para alzarla con total legitimidad al tope de la boleta el año entrante o de verdad desistía se subirse a la compulsa electoral venidera.

El automático reflejo de dirigentes de todos los sectores de la coalición oficialista para bancar a la Vicepresidenta por Twitter, radio o TV daría cuenta, en principio, del indesmentible *ordenamiento del peronismo detrás suyo*. _“Cristina me volvió a conducir”_, decía ayer más de uno de los que defendían su identificación kirchnerista pero renegaba de a ratos de ciertas definiciones.

Por otro lado, su discurso pone en marcha al movimiento otra vez. *Cada palabra suya al final de su exposición, liberó de la atrofia y el agotamiento que venía padeciendo la fuerza política en pleno: en un encierro asfixiante, ella abrió la cancha corriéndose del centro*. Esta segunda hipótesis hablaría de que su táctica sería la de sustraerse de la obsesión de sus verdugos, desconcertar a la oposición –que se quedaría sin discurso por no tenerla en frente- y hasta llamaría votantes que no se sienten seducidos por su figura pero que rechazan con asco a Juntos por el Cambio.

El problema de este razonamiento, para quienes todavía escudriñan el sentido de sus conceptos con la esperanza de que vuelva a ser primera mandataria, es que *sin ella en la boleta no habría 2023*. Y que frente a una democracia lánguida, tendida en cautiverio en los galpones del Grupo Clarín, ella rediseña al histórico justicialismo e inspira al centroizquierda o progresismo mientras se sube al ring contra _el verdadero enemigo del pueblo, el mismísimo Magnetto_.

Más de una vez en los últimos años, ella hizo suya la frase de Fildel Castro tras el asedio al Moncada. *“La historia me absolverá”*, dijo parafraseándolo. Con un Poder Judicial capturado por los detentores del poder del dinero, *la Vicepresidenta lleva su juicio al barro de la historia, con o sin urnas, frente a los capos de la mafia pero con la Constitución en la mano*.

Anoche, se rumoreaba, había congregado en Avellaneda a un grupo de intendentes del conurbano bonaerense, legisladores y hasta funcionarios de la gobernación. Allí cada uno de los oradores le expresaba su amor y su cariño hasta que ella, retribuyendo ese afecto, contestó con contundencia: *“ahora van a tener que hacerse cargo”*.

El mensaje no solo sería para la tropa propia, porque su rotundo anuncio también interpela a sus adversarios internos para que se la jueguen y dejen de esconderse en su propia impotencia o falta de coraje. Sin embargo, en las últimas semanas un importante referente de _La Cámpora_ recorrió unidades básicas admitiendo que la candidata tenía que ser Cristina porque a quienes podían protagonizar el trasvasamiento generacional no les alcanzó el tiempo o no les dio la nafta. Cualquiera sea el desenlace del capítulo que empezó a escribirse ayer, el kirchnerismo está ante la relectura de la frase de Miguel Abuelo: *“No me lloren, crezcan”*.

Porque no habrá excusas para nadie.