Entre 2009 y la actualidad, la alianza BRICS ha logrado ascender su cobertura del Producto Interno Bruto (PIB) mundial hasta poco más del 25%, además de que encara un proceso de expansión, con Argentina e Irán entre otros países que buscan sumarse a la alianza.
También fue el propio enlace internacional, conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, el que anunció una posible incorporación de Egipto, Turquía y Arabia Saudí.
En ese escenario, Sputnik conversó con el maestro en estudios latinoamericanos Aníbal García, analista del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), para tratar de vislumbrar el poder de BRICS+ y la posición de México ante la alianza, un vínculo multinacional en expansión.
¿Contrapeso a la OTAN?
A pesar de su carácter económico, la alianza de los BRICS es considerada por analistas como el politólogo Alfredo Jalife-Rahme un contrapeso en el panorama multinacional ante la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), acuerdo militar liderado por Washington y que derivó del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, García, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), valora que la alianza de estos cinco países, en la que figuran los dos más poblados del planeta, China y la India, es más bien un esfuerzo estratégico por el control de suministros clave en la transición energética.
«En el caso, por ejemplo, de Brasil y Argentina los dos tienen un estatus de socio global de la OTAN desde hace tiempo, el último fue Brasil, que ya fue con Bolsonaro, y Argentina lo tiene desde la década de los 80, y ahora Colombia también se unió a este estatus que le otorga Estados Unidos», señala.
«Tanto Brasil como Argentina son dos países que sí tienen una visión más integral del Atlántico sur y justamente el Atlántico sur es una de las zonas que está en disputa desde hace varios años, pero que en los últimos años cobra más relevancia por el descubrimiento que se hizo ahí de yacimientos de petróleo y de gas», describe.
Entonces, la disputa de bloques como los BRICS ante sus rivales se explica más por el interés de acaparar el control geopolítico de los energéticos, considera el universitario, y la distribución de agua dulce en el caso concreto del Atlántico sur.
Eso podría explicar, ejemplifica, la intención del expresidente estadounidense Donald Trump de instalar una base militar en Tierra del Fuego, provincia del extremo suroriente de Argentina, para controlar yacimientos de agua dulce en colaboración triangulada con la presencia británica en las Islas Malvinas.
Multipolaridad histórica
El proceso de reacomodo geopolítico que atraviesa el mundo, agudizado por el conflicto en Ucrania, tiene ya unos 30 o 40 años articulándose, valora García, y conlleva la conformación de bloques geopolíticos, económicos y de otras características.
La alianza de los BRICS, por ejemplo, cuando se conformó, en 2009, representaba en conjunto el 18,3% del PIB mundial, mientras que ahora han avanzado a un 25,6% en un panorama en que tanto América del Norte y la Unión Europea, en cambio, han bajado su representación proporcional de la riqueza del mundo.
«Entonces, sí hay una bloqueización, como le llaman algunos analistas, de las relaciones internacionales en términos políticos, económicos, hasta militares, y los BRICS sí se han formado como un bloque que sigue creciendo, sobre todo por el impulso de China, pero que actualmente cobra mucho más relevancia, sobre todo por la forma en la cual el mundo está avanzando», describe.
Control de los energéticos estratégicos
Además, este fortalecimiento del BRICS se vuelve clave en un momento en que la crisis energética vuelve clave el control de los recursos disponibles en el mundo, con Rusia con fuerza en petróleo y gas, Argentina con riqueza en los mismos rubros y Brasil con importantes capacidades estratégicas.
«También China, que está actualmente aumentando mucho su capacidad de instalación energética, sobre todo la de gas, la de carbón también, es uno de los grandes consumidores de petróleo y de gas», declara.
«Entonces también detrás de esta expansión del BRICS+, en el que se podría integrar Argentina e Irán, está desde luego el control de este tipo de recursos, que son estratégicos actualmente; y el otro aspecto es el control de una parte de la cadena global de valor del litio, ahora que se está volviendo un recurso más importante por la transición energética», abunda.
En ese escenario, ilustra el latinoamericanista, Argentina contiene algunos de los yacimientos de litio más importantes del mundo, junto con Chile y Bolivia, mientras China es una potencia internacional en la producción de baterías.
¿Se sumará México a los BRICS+?
García apunta que si Buenos Aires concreta su incorporación, dos de las principales economías de Latinoamérica, Argentina y Brasil, formarían parte de este bloque geoestratégico. A pesar del peso tanto internacional como regional que agarra BRICS, hasta la fecha no ha habido pronunciamientos oficiales del Gobierno de México sobre una posible intención de sumarse a esta estrategia.
«México está más ligado a Estados Unidos y sobre todo al T-MEC y en el T-MEC hay una cláusula en la cual no se impide, pero sí tendría que consultar a sus contrapartes, a Estados Unidos y a Canadá, si se puede sumar a algún tratado o acuerdo con otro país que no sea democrático», recuerda el estudioso y enfatiza que Washington no considera al Gobierno de Pekín democrático.
La lucha de México por superar la subordinación a EEUU
La actual administración federal mexicana, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha buscado desarrollar una posición internacional del país que reduzca su histórica subordinación a Estados Unidos, más allá de si se concreta o no una incorporación a los BRICS.
«Esta forma de llevar a cabo las relaciones diplomáticas está a tono con el mundo y con el multipolarismo«, en un escenario donde el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Marcelo Ebrard, mantiene diálogos constantes con países como la India y Rusia, mientras que México no se sumó a las sanciones impuestas contra el Kremlin desde Occidente.
Así, pondera, México mantiene comercio con Rusia y el suministro de sus fertilizantes, indispensables para la producción de alimentos. Además, la administración de López Obrador mantuvo contacto con la India en materia de vacunación contra COVID-19 y buscó una posición de liderazgo estratégico en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
También teje tratados de libre comercio tanto con el Reino Unido como con la Unión Europea, si bien este último ha enfrentado una desaceleración por la tensión entre esa fuerza política y el conflicto entre Kiev y Moscú.
«Es una política bastante amplia, que es benéfica para el país y para la población», pondera.