Por Magali Gómez y Solange Martínez* / Especial para Motor Económico
El presidente Gabriel Boric anunció que enviará al Congreso la propuesta decreación de la Empresa Nacional de Litio chilena y la nueva estrategia para intervenir en la cadena de valor del mineral en el país. La noticia trasandina trajo cierto “revuelo” en Argentina, donde la gran disponibilidad del litio exige acciones políticas soberanas urgentes.
En relación a la producción, compañías con capitales de origen estadounidense, chino, australiano y también chileno son las que lideran la cadena global del litio. Entre ellas se asocian para explotar el mineral en distintas minas ubicadas en los países con mayores reservas, mediante asociaciones, adquisiciones, y acuerdos comerciales. Mientras esto sucede, los principales perdedores parecen ser los Estados latinoamericanos, que no tienen real injerencia en el enorme mercado que se desarrolla detrás del oro blanco.
Si bien Chile es el segundo productor a nivel global, lo cierto es que su exportación en la actualidad es diez veces menor que la vinculada al cobre y equivalente a las rentas que reporta la exportación de salmón. En ese sentido, la actual gestión de gobierno ha planteado, en múltiples oportunidades, la preocupación de que, en caso de no avanzar en alguna política de industrialización, el litio no será relevante para la economía chilena. En ese marco, el gobierno envía esta iniciativa al Congreso, como parte también de su contrato electoral porque fue una promesa de campaña. Será allí dónde se dirimirá la puesta en marcha de una efectiva Política Nacional del Litio, que discutirá la posibilidad de crear una Empresa Nacional que intervenga en todos los eslabones del proceso productivo, fundamentalmenteen lo que tiene que ver con la explotación de salares que aún no están en actividad (hay alrededor de 50) y lo vinculado a la agregación de valor en origen.
Pero ¿cómo es la situación hoy? Chile contiene alrededor del 11% de los recursos del litio a nivel global, y se ubica luego de Bolivia y Argentina. Entre 1997 y 2016 lideró la producción del recurso estratégico a nivel mundial. Sin embargo, cuando se pusieron en marcha operaciones nuevas en Australia en 2017, el país sudamericano comenzó a descender en su participación, así como la Argentina, convirtiéndose Australia en el mayor productor del globo. Bolivia aún no incide en estas cifras porque su producción se encuentra en una etapa piloto.
En Chile hay dos operaciones vigentes en el Salar de Atacama, manejados por empresas trasnacionales: la estadounidense Albermale y la chilena Sociedad Química y Minera (SQM) y, según la información que circula del proyecto de ley, no parece que sus intereses vayan a ser alterados bajo el nuevo esquema que se propone el país vecino. Claramente hay una historia detrás de cada una. Ambas corporaciones, con negocios en diferentes puntos del globo, lideran la producción mundial (el 21 y 20% respectivamente según datos de 2021).
Hace ya varias décadasque en Chile se declaró al litio como recurso estratégicobajo el gobierno de Pinochet. Parece una paradoja, siendo que el gobierno de facto fue quien instauró las bases del modelo neoliberal chileno que aún hoy sigue vigente, lo que motorizó el estallido social de 2019 que llevó al ex dirigente estudiantil al Ejecutivo. Ya para el ’79 el gobierno había decidido modificar el Código Minero para declarar al litio bajo la figura de interés nacional y como mineral no concesible, en el que se estableció que cualquier pertenencia, yacimiento o depósito minero de litio que se constituyera post ‘79 quedaba reservado al Estado para su explotación. Esto implicó que todos aquellos recursos anteriores al ‘79 podían ser concesibles y así la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) mantuvo la propiedad y derechos sobre sus pertenencias con libertad de acción para explotarlas o arrendarlas según creyera conveniente. Esta agencia es la que otorga las concesiones a las dos empresas actuales y regula su accionar, pero casi no tiene injerencia en su funcionamiento. Aquí está el “truquito” que explica esta paradoja. Esta medida que en otros países puede ser entendida como de carácter soberana, facilitó en realidad que dos empresas se hicieran del mercado de la producción del litio, sin prácticamente competidores.
¿Quiénes y cómo operan hoy, en la producción litifera chilena?
Vamos a detenernos en la corporación “chilena”Sociedad Química y Minera (SQM), cuyo dueño mayoritario es el Grupo Pampa, de capitales chilenos, conformado por tres compañías que son controladas por Julio Ponce Lerou, quien fuera yerno de Pinochet y que fue protagonista de denuncias de corrupción. El otro socio es la corporación china TianqiLithium que adquirió el 24% de las acciones en 2018. Además de operar en el Salar de Atacama en Chile, tiene una mina de espodumeno en Western Australia (asociada con Kidman Resources) y también, tuvo una participación en el proyecto de Argentina Caucharí-Olaroz que luego vendió a la china Ganfeng en 2018. Los derechos concesionados a SQM vencen en 2030 y este es uno de los puntos claves de la estrategia nueva que quiere darse Boric, porque definirá también cuál será el destino de esta concesión.Ello explica que SQM y la norteamericana Albermale hayan manifestado estar en contra de la iniciativa de Boric, denunciando que una empresa realmente estatal puede afectar su posición competitiva.
Es importante considerar que existen alrededor de 50 yacimientos están disponibles para ser explorados y operados, pero aún no se toma la decisión política de establecer contratos especiales, aunque el marco normativo así lo habilite, ni desarrollar una gestión a cargo del Estado. Esto es lo que Boric busca modificar, pero habrá que ver hasta dónde puede llegar.
En suma, si bien el litio es un recurso estratégico no concesible y con un expreso interés estatal por tener una mayor participación en la producción, el modelo extractivista, no exento de matices y tensiones, todavía sigue primando y los consorcios de empresas trasnacionales que explotan los salares operativos siguen siendo los principales actores beneficiados en la producción del litio.
El proyecto enviado por el gobierno al Congreso hace hincapié en la promoción del valor agregado, porque busca revertir el menguado desarrollo tecnológico e industrial del país. En la actualidad no existen grupos de investigación de relevancia financiados por recursos públicos ni tampoco un sistema público de investigación que sostenga proyectos en el tiempo. Los recursos del sistema tecnológico y científico se fueron volcando progresivamente hacia las empresas privadas que fueron las que tomaron la iniciativa en materia de innovación y desarrollo para las áreas de extracción, interés primordial de las compañías. Por cuestiones de patentes, los avances en materia de innovación quedan en manos privadas, una vez más.
La Comisión Nacional del Litio, recomendó en 2016 la implementación de políticas para el agregado de valor. En esos años, los contratos con las dos empresas se revisaron, luego de procesos no exentos de polémicas, y establecieron una cuota para investigación y también para la venta de la producción a precio preferencial a empresas que elaboren productos con valor agregado de lito en territorio chileno. Este es un elemento que comporta cierta potencialidad, sin embargo, pese a algunas licitaciones que se realizaron e intentos, hasta el momento las cuotas no han sido efectivizadas ni cumplidas por las trasnacionales.
En síntesis, la explotación de los salares se efectúa de manera privada, donde dos empresas monopolizan la producción, bajo un modelo de políticas neoliberales y una lógica extractivista. La existente pero débil Política Nacional del Litio, aún es insuficiente en relación a un control soberano del mismo. Ni el Estado ni los privados desarrollan el potencial que tiene Chile en relación al litio, aunque hoy se ubique como el segundo productor global. Las dos empresas operadoras tienen capacidad de presión para limitar la entrada de otros capitales (a pesar de que en los últimos cinco años ha habido un movimiento importante de adquisiciones privadas de pertenencias mineras) o la puesta en marcha de una empresa nacional. Tal es el caso, por ejemplo, de las convocatorias que se lanzaron para que empresas de origen chino, coreano y chileno compraran el litio a precio preferencial, pero Albermale frenó estos procesos.
En el contexto actual de transición energética, con una tendencia global hacia la desfosilización de la matriz energética de las economías y una orientación hacia modelos sustentados en energías renovables, el litio gana relevancia como mineral del presente y del futuro. América Latina, particularmente Bolivia, Argentina y Chile cuentan con vastas cantidades del “oro blanco” de este siglo, por lo que la región tiene un rol fundamental a jugar en el nuevo momento geopolítico.
Por último, pero no menos importante. Cabe recordar queChina es el país con mayor desarrollo en toda la industria del mineral, teniendo fuerte presencia en cada uno de los eslabones: la producción, el consumo y las tecnologías para su industrialización, llegando a liderar la industria de la electromovilidad, principal destino del litio convertido en batería. Claro está que, si los gobiernos nuestramericanos no se plantean el objetivo estratégico de controlar soberanamente sus recursos -articulados regionalmente- y a partir de allí generar trabajo genuino y riqueza que se reinvierta, aportando además a la economía doméstica de las y los trabajadores, la historia se repetirá tristemente para nuestras pequeñas patrias. Ya no como patio trasero de Norteamérica únicamente, sino como patio trasero del mundo.