La verificación previa a las importaciones buscando evitar maniobras especulativas desató la furia del poder económico concentrado. El supuesto bloqueo a las compras de insumos no se verifica, y en medio de una crisis cambiaria evidente, la facción dominante sigue rechazando las regulaciones.
Control a las importaciones y quejas de la cúpula empresaria
( Por Raúl Dellatorre/ Página 12/ Director Motor Económico) En una situación del país en la que la crisis externa (falta de divisas en el Banco Central) es notoria, que el gobierno intente controlar la salida de dólares no debiera ser motivo de escándalo. Podría decirse lo contrario: sería más razonable la demanda por mayores controles exigiendo al gobierno «que cuide» las divisas existentes y las que van entrando como resultado de las exportaciones.
Y sin embargo, la aplicación del control de Capacidad Económico Financiera (CEF) previo a la autorización de importaciones despertó una reacción airada, sobre todo, en las organizaciones de cúpula del poder económico local. Daniel Funes de Rioja, titular de la UIA, y Mario Grinman, presidente de la Cámara Argentina de Comercio, se pusieron al frente de los planteos en contra del «mecanismo al cual son sometidas las empresas para establecer si podrán oficializar la importación y los pagos al exterior», según sus palabras.
Argumentan que estos controles han estrechado las posibilidades de importar, y que esto atenta contra la provisión de insumos, «lo cual está empezando a generar inconvenientes en el arranque productivo del año».
Desde el gobierno señalan que el mecanismo no se modificó, sino que el aumento de las operaciones de importación hizo más intensiva su aplicación, que consiste en verificar que quien va a pedir una licencia de importación cuente con la capacidad económico-financiera suficiente, es decir solidez económica, para afrontar la operación que se solicita.
Dicho de otro modo: poner un freno a las operaciones simuladas de importación para obtener las divisas del Banco Central al precio oficial mayorista (106,15 pesos al valor de este viernes) y luego desviarlos a los mercados financieros obteniendo el doble en pesos, o fugarlos despues de comprarlos barato.
Pero, más recientemente, se empezó a observar que el exceso de demanda de dólares por importación no provenía sólo de firmas «truchas», sino de algunos importadores habituales que multiplicaban por dos, por tres y hasta por diez su demanda «normal» de bienes (insumos, principalmente) del exterior.
«Algunas empresas, en vez de dolarizar carteras, están dolarizando activos, es decir que se sobreestoquean de insumos importados para prevenirse de un eventual golpe devaluatorio», explicó un analista muy cercano a la autoridad monetaria. «No hay ninguna intención del gobierno de devaluar, nadie cree que eso sea una solución de nada, al contrario. Ya se rechazó incluso en la mesa de negociación con el FMI. Y sin embargo, en el actual estado de debilidad cambiaria, si se deja que muchas empresas continúen esta práctica de adelantar compras al exterior, se corre el riesgo de la profecía autocumplida: son ellos los que provocan la presión devaluatoria con su propia demanda de divisas», explicó, para concluir que «sería deseable que se aplicara algún freno a estas prácticas».
Si la aplicación más estricta del CEF a los pedidos de importación fue un freno o no, puede verificarse con las cifras de comercio exterior. También, pueden sacarse conclusiones, a partir de esas cifras, sobre qué grado de razón le asiste a las cúpulas empresarias que reaccionaron en contra de los controles.
El CEF se originó como un mecanismo de supervisión para acotar el margen de especulación a través de las importaciones. Intervinieron en la elaboración de la herramienta el Ministerio de Desarrollo Productivo (Matías Kulfas), el Banco Central (Miguel Pesce) y AFIP, correspondiéndole a este último su aplicación (Mercedes Marcó del Pont).
Una vez que la AFIP le da la conformidad al CEF, la empresa queda habilitada para pedir la licencia de importación en Desarrollo Productivo. Y el importador puede adquirir las divisas en el mercado oficial.
Las estadísticas oficiales señalan que las importaciones efectivamente realizadas en el mes de diciembre último ascendieron a 6216 millones de dólares, que representan un 59% más que las de diciembre del año anterior (2020), cuando alcanzaron a 3908 millones. Difícilmente pueda atribuirse el total de este crecimiento al aumento de los precios en dólares. Ya en los meses anteriores se venía verificando el crecimiento inusual de las compras al exterior, que tampoco se justifica por un aumento en la producción que explicara un salto de esas dimensiones en la demanda de insumos importados.
En enero de este año, ya cuando las cámaras de cúpula denunciaban que el control CEF estaba «bloqueando las importaciones», ingresaron bienes por u$s 5272 millones, con un aumento del 37% sobre el mismo mes de 2021. Industria textil y curtidos importó 94% más que el año pasado, el Comercio 55% más, el rubro maquinaria y equipo 42% más, y las petroleras y la industria química 41% más. El supuesto bloqueo de importaciones no aparece reflejado en esas cifras del comercio exterior.
Es más, datos preliminares de febrero (primeros cinco días hábiles del mes) muestran que las importaciones de bienes siguen aumentando: 13% más que el promedio diario de enero, pero 54% más que las de los primeros días de febrero del año pasado.
Las empresas afectadas por una evaluación negativa del CEF están habilitadas a presentar el trámite de disconformidad y acreditar la razonabilidad de su pedido de importación. ¿Cuántos trámites de disconformidad se iniciaron? Solamente 24 (uno inclusive desistió voluntariamente del pedido), sobre miles de operaciones de importación realizadas.
No es exagerado decir que los reclamos de la cúpula empresaria tienen más que ver con el interés político de evitar cualquier tipo de regulación oficial, que no admiten ni siquiera frente a una crisis de sector externo como la actual. Aun cuando no se han extremado las medidas de control cambiario. Y cuando, además, el perjuicio a la actividad productiva que denuncian no se comprueba.
En cambio, existen serias sospechas de que, así como la cuenta de pagos al exterior de deuda financiera privada es un grifo abierto por el que seguirían fugándose recursos, el aumento de las importaciones de bienes estaría contaminado de similares propósitos. Más que cuestionar los controles, habría que velar por su eficacia.