Las cámaras patronales advierten que la producción nacional está en peligro a causa de la suba del costo de los insumos y la avalancha de importaciones.
La industria del tomate en Cuyo atraviesa una fuerte crisis a raíz de las importaciones en gran escala de pasta de tomate provenientes China y Chile, y tomate fresco desde Paraguay. Las compras se realizan en condiciones perjudiciales para el productor local: a precios significativamente más bajos que los costos internos, lo cual pone en jaque a la industria, de peso en La Rioja, Mendoza y San Juan principalmente.
Las cámaras empresarias presentaron un petitorio a los gobiernos provinciales y alertan sobre una caída en la producción y la consecuente pérdida de puestos de trabajos, directos e indirectos. Página/12 ya había adelantado que las importaciones de alimentos están creciendo a mansalva producto del retraso cambiario y la desregulación del comercio.
Las importaciones de pasta de tomate, que están siendo inusualmente altas, podrían «provocar una caída del 65 por ciento en la producción local para la temporada 2025«, según las estimaciones que las cámaras empresarias del sector presentaron al portal Sitio Andino.
El volúmen de importaciones de tomate elaborado en el primer mes de 2025 ya supera a todo lo comprado en 2023, según cálculos del Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA): en enero fueron adquiridas 5.330 toneladas de tomate elaborado proveniente de China y 3.885 toneladas de Chile. Además, sobre los últimos meses del año pasado entraron desde Paraguay 60.000 kilos de tomate en fresco a Mendoza.
Impacto
«Se calcula que de las 7.300 hectáreas proyectadas para el cultivo de tomate industrial en 2025, podrían perderse 4.700 hectáreas, afectando directamente a unos 500 productores», informaron desde el sector. El impacto económico y social sería devastador, especialmente en la provincia de San Juan.
Las proyecciones indican que solo en las plantas afectadas se perderían 3.000 puestos de trabajo directos. A esto se suma la desaparición de 272.000 jornales de trabajo temporario y la reducción de 17.063 fletes terrestres, esenciales para la logística del sector. Además alertaron que la menor actividad productiva reduciría la demanda de insumos clavecomo plantines, fertilizantes, productos fitosanitarios, cintas de riego por goteo, envases industriales, energía eléctrica y otros servicios asociados, afectando a toda la economía regional.
En respuesta a esta situación, tres entidades tomateras —la Asociación Tomate 2000, la Cámara de la Fruta Industrializada de Mendoza y la Cámara de Productores Agrícolas (CPA) de San Juan— presentaron un petitorio urgente a los ministros de producción de La Rioja, Mendoza y San Juan, solicitando medidas de protección para evitar el colapso de un sector clave para el país.
«Hoy el problema que causan estas medidas económicas de libre importación es que el ajuste va directo al productor», sostuvo Gustavo Iranzo, presidente de la CPA de San Juan. Esta provincia es líder en la producción de tomate para industria en Argentina, «con 3.482 hectáreas dedicadas a este cultivo de las 7.327 totales a nivel nacional».
Piden cupos
Las entidades reconocen una enorme preocupación porque la solución demanda medidas antipáticas para el Gobierno Nacional. En las notas enviadas a los ministros provinciales, los empresarios proponen establecer cupos de importación basados en el promedio de las importaciones registradas entre 2021 y 2023, años en los que Argentina alcanzó el autoabastecimiento de pasta de tomate.
Esos cupos se aplicarían a las empresas que importaron en condiciones similares, limitando los permisos de ingreso al período de junio a noviembre. Además, solicitan la implementación de procedimientos “anti-dumping” para la pasta de tomate china, cuyo bajo precio distorsiona el mercado.
Los productores sugieren que las empresas que superen los cupos asignados paguen un arancel del 30 por ciento y además solicitan la importación bajo las condiciones actuales sólo en casos de pérdidas climáticas que afecten significativamente la producción local. Las propuestas, reconocen, chocan frontalmente con la política económica del gobierno de Javier Milei. “Tenemos un costo altísimo. Estamos frente a un problema muy grande para la próxima campaña 2025”, explicaron las asociaciones empresarias.
El crecimiento de las importaciones de alimentos empezó a fines de 2024, pero provenían principalmente de países limítrofes: es el caso de la cebolla, zanahoria, tomates, vino y la yerba mate, además de los tomates elaborados y el limón.
En enero de 2025 se sumaron las compras provenientes de países no limítrofes: China en el caso de la pasta de tomate y Egipto y España para los limones y cítricos dulces. A este listado, que pone en alerta a varias economías regionales esenciales para el trabajo y la producción en el interior del país, se sumó también la leche: Argentina es el segundo destino en relevancia para Uruguay para la venta de leche fluida al exterior.