Edición n° 2952 . 21/12/2024

La fuga de dólares es una herida abierta

El aumento de la deuda financiera privada con el exterior en 2018/2019

( Por Raúl Dellatorre/ Página 12 / Director de Motor Económico) El endeudamiento externo desmesurado del macrismo no sólo se sintió en las cifras de la deuda pública, sino que pareciera haber tenido una suerte de «efecto contagio» en el sector privado. Contagio o, en el peor de los casos, complicidad de grandes empresas privadas para financiar al gobierno de Mauricio Macri cuando este comenzó a derrumbarse. Tras un fuerte crecimiento del stock de deuda privada en los años 2018 y 2019, el proceso se revierte y se convierte en fuga a partir del cambio de gobierno. Indagar sobre la legitimidad de estos créditos es también revelar si no se creó, con estos «compromisos con el exterior», otra puerta de salida de divisas que permaneció abierta tras el cambio de gobierno.

Sólo en concepto de intereses de la deuda privada, entre enero de 2020 y octubre de 2021 se pagaron 11 mil millones de dólares. Pero, además, conforme a los datos informados por el Banco Central, hasta el 30 de junio de 2021, en 18 meses, se canceló deuda financiera por otros 2904 millones de dólares. Por su sola magnitud, estos casi 14 mil millones de dólares representan una cuestión central en una economía atenazada por la restricción externa (la falta de divisas) y una negociación con el FMI que le cuelga como Espada de Damocles sobre la cabeza. Deuda con el FMI de 44 mil millones de dólares, apenas superior al monto de la deuda financiera privada con el exterior.

Ese comportamiento privado con la deuda afecta gravemente las políticas públicas. Las divisas que se pagan al exterior en concepto de cancelación de deudas o pago de intereses, le son vendidas a la empresa deudora por el Banco Central a la cotización del mercado oficial: entre 58 y 83 pesos por unidad durante 2020, y entre 86 y 95 pesos en el primer semestre de este año. Divisas que salen de sus reservas y que ahora, por escasez, deben limitarse para otros usos.

De los 80.237 millones de dólares que, al 30 de junio pasado, tenía el sector privado como deuda con acreedores externos, 42.141 millones (el 52,5%) era deuda financiera, por préstamos o emisión de títulos en el exterior, principalmente. El resto, 38.096 millones, es deuda comercial, es decir vinculada a operaciones de exportación e importación de bienes y servicios. Estos son créditos de prefinanciación de exportaciones o financiando la compra de bienes en el exterior. Usualmente, su plazo es de menos de un año y se renuevan con las operaciones del nuevo año. Es decir, su volumen varía normalmente con el ciclo comercial –a más intercambio, más financiación externa, y viceversa– o se mantiene estable. 

Pero el comportamiento de la deuda financiera privada ha resultado, en los últimos cuatro años, muy diferente.

Si se observa su evolución durante los dos últimos años de gobierno macrista, se verifica que pasó de 38.483 millones de dólares al 31 de diciembre de 2017, a 45.675 millones al 30 de septiembre de 2019 (último cierre trimestral del gobierno de Mauricio Macri, datos del Banco Central). Es decir, el stock de deuda privada financiera con el exterior aumentó 7192 millones de dólares, un 18,7%, en apenas 21 meses. 

Lo significativo es que coincide con el período en el que las fuentes financieras externas se cerraban para el país, lo cual justificó –o llevó al gobierno de Cambiemos como última salida– el acuerdo stand by con el FMI, inicialmente pactado por 50 mil millones de dólares (mayo/junio de 2018), luego extendido a 57.000 millones, y finalmente desembolsado por menos de 45.000 millones. 

¿Cómo se obtenían esos créditos en el exterior? La explicación, en parte, se encuentra en que los tomadores de créditos, en general, son empresas extranjeras y los obtienen de las firmas vinculadas, sus propias casas matrices en algunos casos. De hecho, apenas cinco sectores económicos, de los más concentrados y de mayor participación de capital extranjero, explican el 85% de la deuda financiera privada con el exterior (como se verá). 

Si esos autopréstamos en el período 2018/19 tuvieron como objetivo sostener la endeble situación cambiaria de Macri, pero además dejaron la puerta abierta para que, a partir de 2020, las mismas empresas pudieran fugar fondos ya sea como pago de intereses o como cancelación de deuda, dicho período bien podría ser calificado como el Bienio de la Gran Fuga. Recordando, además, que ese fue el destino de gran parte de los recursos ingresados a través del crédito del FMI.

Al cierre del 2019, la deuda financiera privada con el exterior sumaba 45.045 millones de dólares. Pero a partir de ese momento, ya con Alberto Fernández en el gobierno, se aceleró la salida por cancelación de deuda. El Banco Central intentó detener esta sangría, en septiembre de 2020, estableciendo un mecanismo que obligaba a las empresas con deuda financiera con el exterior a «iniciar un proceso de refinanciación de sus deudas financieras» para «acomodar su perfil de vencimientos» (Comunicación A 7106).

No obstante este esfuerzo, entre el 1º de enero de 2020 y el 30 de junio de 2021, las firmas cancelaron 2904 millones de dólares de su stock de deuda. Así, la deuda financiera privada al 30 de junio pasado ascendía a 42.141 millones de dólares. ¿Quiénes son los deudores? Según el informe de Deuda Externa Privada del BCRA, los sectores que se reparten la parte principal por esa responsabilidad son:

Empresas extractivas mineras, u$s 15.891 millones.

Firmas de suministro de electricidad, gas y aire acondicionado, u$s 5858 millones.

Industrias manufactureras, 5717 millones.

Captadores de depósitos y otros intermediarios financieros (bancos y demás entidades), 5039 millones.

Empresas de información y comunicaciones, 3043 millones. 

Entre los cinco sectores, suman un stock de deuda financiera externa de 35.548 millones, el 84,4% del total al 30 de junio de 2021. 

Según el informe del Banco Central, del total de la deuda externa privada (u$s 80.239 millones), el 42 por ciento (u$s 33.440 millones) es con empresas del mismo grupo que el deudor. No señala en qué medida corresponde a deuda comercial y cuánto a la deuda financiera, pero ya ese solo dato convoca a indagar sobre el origen y destino de esos créditos, que justo ahora le cuestan tantos dólares al país.