por Alejandro Malowicki, director de cine,fotoperiodista y docente
«Me acerqué para preguntarle si me permitía sacarle unas fotografías mientras trabajaba. Me miró y asintió apenas con un muy pequeño gesto afirmativo.Pensé que iba a continuar con su tarea de rebuscar en el tacho de basura pero en lugar de ello se quedó parado frente a mí esperando que yo hiciera uso de su permiso para sacarle una foto. Rápidamente hice tres disparos, bajé la cámara, le agradecí, lo saludé y continuó con su trabajo. Al revelar las tomas esta fue la que más me impresionó. Era en la única que su mirada no fue al objetivo de la cámara desviándola ante algo o alguien que pareciera infundirle miedo, también terror».
