Edición n° 2953 . 22/12/2024

La estrategia de la derecha: «caos Cavallo»

( Por Alfredo Zaiat) La táctica desestabilizadora consiste en alentar una gran crisis para que, ante el agobio social por el descalabro, poder avanzar con reformas en materia laboral, previsional y social que en situación normal serían inaceptables. Una muestra de esa estrategia fue el alerta sobre la posibilidad de una default de la deuda en pesos realizado por la consultora de la city del economista macrista Hernán Lacunza

El objetivo político de promover el descontrol económico para imponer reformas regresivas

No por ser habitual debe ser ignorada la intervención de desestabilización de economistas del macrismo. En el tramo final de la negociación con el FMI, el diputado Luciano Laspina estuvo en Washington desalentando la posibilidad del acuerdo. La más reciente tuvo como protagonista a Hernán Lacunza, el último ministro de Economía de Mauricio Macri, cuya consultora de la city Empiria encendió alertas en el mundo financiero acerca de la sustentabilidad de la deuda en pesos.

La colocación de esos títulos es hoy la vía de financiamiento fundamental de las cuentas públicas. El intento de cerrar esa fuente de recursos, en una situación financiera sin acceso al crédito en dólares en el mercado de capitales luego del virtual default de esa deuda durante la administración de la alianza macrista-radical, tiene como objetivo provocar un descalabro global del gobierno del Frente de Todos.

El derrumbe de las cotizaciones de los bonos de deuda en pesos indexados por inflación (CER) y posterior alza de los dólares financieros (contado con liquidación y MEP) fue una corrida gatillada con ese objetivo inconfesable.

Con demoras de algunos días, pero más vale tarde que nunca, el Banco Central y el Ministerio de Economía reaccionaron y pudieron frenarla, aunque la amenaza seguirá latente en éste y el próximo año. En lo inmediato, para desarticular la corrida se requiere una imprescindible coordinación en el equipo económico y darle un golpe contundente en la próxima licitación de bonos en pesos del Tesoro, al tiempo de disponer medidas de fiscalización eficaces sobre importaciones para aumentar reservas.

El alerta de Empiria de Lacunza

La consultora de la city Empiria, cuyo director general es Hernán Lacunza, distribuyó entre sus clientes la siguiente información:

«Alerta N° 212: ¿Qué pasa con los bonos CER?

📌 Se registró una salida tipo “puerta 12” de todos los bonos CER, gatillada en alguna medida -pero no exclusivamente- por un fuerte retiro de fondos del FCI Pellegrini (correspondiente al Banco Nación).

📌 Este empinamiento de la curva CER se da como respuesta a una brusca aceleración de los rescates de fondos que tienen este tipo de bonos. Dirección de los pesos: money markets (por ahora).

📌 Hipótesis: que un evento de crédito se dé en 2023 y no en 2024 (como venía priceando el mercado), por eso la forward entre T2X2 y TX23 está en niveles máximos (20%). Es decir, si el Tesoro quisiera colocar una Lecer a 6 meses en septiembre de 2022, debería pagar 20% de tasa real -desde ya que son valores “de pánico”, pero empieza a reflejar cierto temor de riesgo crédito en la parte media (2023) de la curva-.

📌 Licitaciones del Tesoro: esto complica las futuras colocaciones del Tesoro que tendrá que ofrecer una mayor tasa real para rollear vencimientos y sortear los desafíos que impone el perfil de vencimientos».

La cuestión técnica del mensaje está escrito (con gramática y conceptos) para financistas, pero la clave se encuentra en dos apuntes:

1. «Que un evento de crédito se dé en 2023 y no en 2024».

2. «Son valores ‘de pánico’, pero empieza a reflejar cierto temor de riesgo crédito en la parte media (2023) de la curva».

En palabras alejadas de la criptografía de la city, Lacunza está diciendo que la deuda en pesos puede ser defaulteada el año próximo en lugar del siguiente, cuando haya un nuevo gobierno, que sería macrista según sus aspiraciones. O sea, de una u otra forma, el mensaje es que esa deuda no se pagaría.

Hernán Lacunza, el último ministro de Economía de Mauricio Macri. Defaulteó la deuda en pesos en 2015, impago presentado como

Por qué es importante

La relevancia de esta intervención de Lacunza a través de la consultora Empiria se encuentra en que es coordinador del equipo económico del candidato a presidente Horacio Rodríguez Larreta.

Además, tiene experiencia en defaultear deuda en pesos porque es lo que hizo en el último tramo del gobierno de Macri siendo ministro de Economía. Impago que la eficaz maquinaria de marketing de entonces denominó «reperfilamiento».

Para evitar análisis económicos y financieros desatinados que colaboran a la confusión deliberada, la corrida contra los bonos de deuda en pesos no fue gatillada por una operación financiera de Enarsa, sino por economistas y consultoras de la city, como la de Lacunza, que convocaron al fantasma del «reperfilamiento» de esa deuda.

En semanas previas, estuvieron alertando acerca de la magnitud de la colocación de títulos de deuda indexados por la inflación, hasta provocar pánico con el rescate de recursos (unos 10 mil millones de pesos) realizados por ese organismo público del Fondo Pellegrini del Banco Nación.

Sin averiguar cuál había sido el motivo de esa transacción, lanzaron alertas a sus clientes, iniciando una serie de especulaciones políticas y financieras que derrumbaron las cotizaciones de esos papeles.

Agustín Gerez, presidente deEnergía Argentina (Enarsa), explicó en un reportaje a La Nación, que «el rescate que realizamos es de un fondo de T+1, que no tiene exposición al CER. Rescatamos fondos, pero que estaban invertidos en títulos en dólares».

La consultora de Lacunza había (des)informado y atemorizado a sus clientes diciendo que habían sido bonos en pesos CER.

No aclares que oscurece

Con el objetivo de esconder las manos después de tirar la piedra, Lacunza escribió un hilo de tuits, que algún amigo le debía haber recordado el consejo «no aclares que oscurece».

En el primer tuit dice: «Me dicen que me atribuyen conjeturas sobre el tratamiento de la deuda en pesos en un eventual futuro gobierno. Falsas. Porque a un año y medio se desconoce la herencia y la solvencia fiscal y financiera depende de lo que haga el Gobierno en funciones, no el anterior ni el próximo».

Para después convocar fantasmas: «Dicho eso, ninguna declaración, ni en on ni en off, ni en privado ni en público, de ningún funcionario o referente de la oposición, puede competir con los hechos: en los primeros 5 meses, con déficit inicial de 3% PBI e inflación trimestral anualizada orillando 100% el gasto crece 13% arriba de la inflación y los ingresos 2%. O sea, brecha fiscal divergente, origen de deuda futura».

Finalmente, hace conjeturas: «La mejor (única) forma de proveer certidumbre financiera es una política fiscal responsable que reduzca el déficit, no rumores para deslindar responsabilidades».

Una consultora de la city vende información a clientes (bancos, empresas) y las alertas merecen una previa verificación de los hechos y motivaciones, tarea ausente en este caso.

El presidente del Banco Nación, Eduardo Hecker, tuvo que neutralizar la movida desestabilizadora, restando relevancia al rescate de cuota partes del Fondo Común de Inversión Pellegrini realizado por Enarsa.

«Fue una operación habitual, son 10.000 millones de pesos de un fondo que maneja una cartera total de 400.000 millones», señaló Hecker en un encuentro con periodistas, en el que remarcó que la nota distintiva vino de parte de «un contexto especial tanto en el plano internacional como en el local, a raíz de las versiones de economistas vinculados a la oposición y consultores sobre una supuesta fragilidad financiera«.

Explicó lo que la consultora de Lacunza ignoraba e igual lanzó el rumor generando inestabilidad en el mercado: Enarsa decidió rescatar esa porción de sus inversiones «para contar con los fondos necesarios para la importación de gas natural licuado».

El presidente del Banco Nación, Eduardo Hecker, tuvo que neutralizar la movida desestabilizadora de economistas vinculados a la oposición. Imagen: Telam.

No habrá default a menos que la actual oposición en el gobierno lo haga en el 2024

El ministro de Economía, Martín Guzmán, afirmó: «En cuanto a la barbaridad de defaultear deuda en pesos: nuestro Gobierno jamás haría eso».

Otra consultora del mercado financiero, PxQ del economista Emmanuel Álvarez Agis, en cambio, sí se preocupa en construir análisis con información. En el reporte «¿Hay que re-reperfilar la deuda en pesos?» ofrece una precisa descripción del mercado de la deuda en pesos que, sin nombrar a Lacunza, desarticula las sospechas que éste y otros economistas de la oposición han lanzado sobre el mercado de la deuda en pesos.

Álvarez Agis explica que a pesar que el 62 por ciento de los vencimientos de deuda en pesos se concentran el próximo año, «el mercado no parece dudar que el Tesoro tenga capacidad de afrontarlos, sino que la preocupación se sitúa en qué va a suceder después de las elecciones».

Al respecto, indica que ante un eventual cambio de Gobierno ¿podría haber un re-reperfilamiento y/o reestructuración de la deuda en moneda local? Esta especulación se sustenta sobre las declaraciones de algunos referentes económicos de Juntos por el Cambio los cuales se refirieron a la deuda en pesos como una “bomba” y como una “burbuja”, e incluso como “impagable”.

O sea, no fue una habitual operación financiera de Enarsa lo que precipitó la corrida contra los bonos en pesos y la posterior suba de los dólares financieros, sino la intervención desestabilizadora de Lacunza & cía.

Igual Álvarez Agis se pregunta y se responde: «¿Existe realmente un problema de sostenibilidad en la deuda en moneda local? Respuesta corta: no».

Datos, no opinión

Álvarez Agis apunta que es necesario analizar los indicadores que determinan la sostenibilidad o insostenibilidad de la deuda en pesos.

Precisa que la deuda pública en moneda local alcanza el 18 por ciento del PIB; si se toman sólo los bonos y letras con negociación en el mercado, se reduce al 14 por ciento. Pero si se netean las tenencias del FGS y BCRA, el stock en manos de acreedores privados es de 8 por ciento del PIB.

Dentro de esa tenencia privada, 35 por ciento corresponden a bancos, que están sujetos a la regulación del Banco Central. Agrega que en términos de flujos, la tasa a la cual crece la deuda está directamente vinculada con las necesidades financieras del Tesoro y la tasa de interés de los títulos públicos. «Si se respeta el sendero de reducción del déficit planteado en el acuerdo con el FMI, las necesidades de financiamiento del Tesoro van en caída».

Destaca que «mientras se mantenga el esquema de control de cambios la deuda en moneda local es manejable. Si se busca liberar el esquema de control de cambios al nivel actual de reservas internacionales el riesgo es evidente. Si la oposición dice pública o privadamente que de ganar la elección, no pagaría la deuda en pesos, el riesgo de default es mayor al 50 por ciento y, por tanto, una crisis de la deuda local es un escenario altamente probable».

Recuerda que una de las principales consecuencias de un re-reperfilamiento, reestructuración o default de la deuda en pesos sería el daño al mercado local por incumplimiento de contratos, algo que ya se sufrió en 2019 (con Lacunza como ministro de Macri).

Para concluir que «pagar la deuda en moneda local es básicamente una decisión política. Si todos los partidos con chances reales de gobernar ratificaran su decisión de respetar los contratos, el Tesoro no tendría mayores dificultades para refinanciar la deuda».

Dejar correr y alentar el caos para luego arremeter con reformas regresivas tuvo a Domingo Cavallo como principal ideólogo a fines de los ’80 y comienzos de los ’90. Imagen: EFE.

Golpe de mercado

El gobierno del Frente de Todos enfrenta un escenario político y económico complejo que no es desconocido. Tiene el desafío de desarticular la estrategia de la derecha denominada «caos Cavallo», que está siendo desplegada por la oposición política y un núcleo del poder económico.

Esta táctica desestabilizadora consiste en promover una gran crisis económica y política para que, ante el agobio social por el descalabro, poder avanzar en reformas en materia laboral, previsional y social que en una situación normal serían inaceptables. Son iniciativas regresivas que sólo serían aprobadas en un contexto de inestabilidad económica general y desorden político.

La derecha política y económica aspira a repetir el cuadro caótico de fines de los ’80 y comienzos de los ’90, cuando las hiperinflaciones de Alfonsín y de Menem fueron potentes disciplinadores sociales para avanzar en unas de las grandes transformaciones del funcionamiento de la economía local: privatización, desregulación, apertura importadora y del sector externo, precarización laboral y reducción de derechos previsionales. El vehículo para desplegar esta política económica fue la convertibilidad, régimen cambiario de tipo de cambio fijo que inicialmente alivió la angustia colectiva de una tasa de inflación descontrolada pero a un inmenso costo socioeconómico, que tuvo el final con el estallido de 2001.

Dejar correr y alentar el caos para luego arremeter con esas reformas tuvo a Cavallo como principal ideólogo. Viajó a Washington para que el Banco Mundial y el FMI cortaran el flujo de financiamiento externo al acorralado gobierno de Raúl Alfonsín, lo que derivó en un estrangulamiento financiero con posterior fuerte devaluación al debilitarse el stock de reservas, preludio de la híper de 1989 (la tasa de inflación anual fue de 3079 por ciento).

Después fue el promotor del Plan Bonex, en diciembre de 1989, que confiscó plazos fijos, antesala de la híper de 1990 durante el gobierno de Carlos Menem (la tasa de inflación anual fue de 2314 por ciento).

Ahora, el ultraderechista Javier Milei lo idolatra y recibe sus consejos y el derechista Mauricio Macri pretende para su segundo tiempo generar condiciones similares a las que tuvo Cavallo a comienzos de los ’90.

Cuál es la carta de la oposición dura para provocar el caos

El desastre dejado por el macrismo en las finanzas públicas implica que la de por sí debilidad de una economía bimonetaria sea todavía más vulnerable a cualquier maniobra especulativa de desestabilización.

En cuatro años de gestión (2015-2019) se lanzó a un endeudamiento en dólares descontrolado por un total de 100.000 millones que terminó de clausurar esta vía de financiamiento. Después, rubricó un insólito crédito con el FMI, del cual fueron desembolsados 44.500 millones de dólares, cerrando también la opción de ese financiamiento, dejando un potente condicionamiento de política económica en materia de expansión monetaria y emisión de deuda. Finalmente, destruyó el mercado de deuda en pesos cuando Hernán Lacunza declaró el default de ese pasivo al «reperfilar» vencimientos.

La gestión de Martín Guzmán reestructuró la deuda externa privada con acreedores internacionales y locales, refinanció los vencimientos del préstamo con el FMI y reconstruyó el mercado de deuda en pesos.

Generar sospechas sobre el compromiso de pago y de refinanciación de los bonos en pesos significa una deliberada estrategia de asfixia de las cuentas fiscales y monetarias, condición para impulsar un mayor desborde inflacionario y, de ese modo, generar una situación de tierra arrasada para imponer reformas regresivas.

Esta es la estrategia «caos Cavallo» que tiene la oposición política de derecha, con sus economistas entrenados en difundir rumores desestabilizadores.