Millones de toneladas de residuos plásticos, que a su vez se desintegran y van a parar al agua, contaminan todo el planeta. Polución cotidiana. Investigación en Argentina
De ser un material que no existía, en poco más de 100 años el plástico invadió todo el planeta. Prácticamente no queda lugar en el mundo que no haya sido contaminado con residuos de este derivado del petróleo. Según el Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas (UNEP), «la humanidad produce más de 430 millones de toneladas de plástico al año, dos tercios de las cuales son productos de vida corta que en poco tiempo se convierten en desechos, que inundan los océanos y, a menudo, invaden la cadena alimentaria humana». Se estima que desde mediados del siglo XX los humanos han producido más de 5.000 millones de toneladas de productos plásticos. Este volumen –según el geólogo de la Universidad de Leicester (Gran Bretaña) Jan Zalasiewicz– sería suficiente para envolver al planeta con una delgada capa de microfilm como el que se usa para preservar las comidas.
A su vez, los plásticos han generado un subproblema, el de los microplásticos: fragmentos de menos de 5 milímetros que a veces son fabricados en esos tamaños o se generan al degradarse productos plásticos más grandes. Hoy están en todos los ambientes, especialmente ríos, arroyos y otros cursos o depósitos de agua. Así lo demostró una reciente investigación de un equipo de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), que detectó microplásticos en sedimentos y aguas en cuencas urbanas.
Consultada por Acción, Martha Bargiela, docente investigadora de la cátedra de Química Inorgánica y Analítica de la FAUBA y directora de tesis, indica que «los microplásticos son contaminantes emergentes bastante ubicuos, nuestro equipo los encontró tanto en aguas como en sedimentos de los cursos de agua estudiados, especialmente en la Cuenca Matanza-Riachuelo –dice la especialista–. Se observó una gran influencia antrópica en las cantidades halladas, o sea, las zonas más urbanizadas presentaban mayor cantidad. Esa diferencia fue más clara en los sedimentos del cauce donde se acumulan históricamente todo tipo de contaminantes. También se estudió en el Río de la Plata y se observó mayor cantidad de microplásticos en la cercanía a costas urbanizadas».
Islas artificiales
Uno de los sectores que mayor contaminación de plásticos genera en el mundo es el del envasado y empaquetado. Para el UNEP cerca del 36% de todos los plásticos producidos «se utilizan en envases o embalajes. Esto incluye los embalajes de plástico de un solo uso de alimentos y bebidas, el 85% de los cuales acaban en vertederos o como residuos gestionados de forma inadecuada».
Una industria que genera grandes cantidades de desechos es la de la moda. Aproximadamente un 60% del material con que se fabrica la ropa son plásticos como el acrílico, poliéster y el nailon. Lo mismo le cabe a la agricultura, que utiliza plásticos para todo tipo de fines, así como la industria pesquera. Según estudios recientes, más de 500.000 toneladas de plástico al año terminan en los océanos a causa únicamente de los aparejos, como redes, cabos y anzuelos. Sin contar con que hay cerca de 3,5 millones de toneladas de plástico flotando en los mares, que en algunos sectores del planeta forman verdaderas y gigantescas islas artificiales de desechos flotantes. La cantidad que ya se encuentra en el lecho marino se desconoce.
En la sociedad actual prácticamente no existe artículo de uso cotidiano que no contenga plástico. Hasta se ha introducido en la industria mobiliaria, ya que los nuevos materiales mezclan madera con plástico, o incluso la reemplazan. Sin contar las que ya lo usan desde hace tiempo para fabricar todo tipo de objetos: la automotriz, la aeronáutica, la médica, la de la construcción, la electrónica y, por sobre todas, la industria del envase y embalaje. Basta echar una simple mirada a la cocina o al baño de cualquier casa para registrar la enorme cantidad de recipientes, frascos y utensilios de plástico que existen para todo fin. Hasta no hace demasiadas décadas, muchos de esos productos eran de vidrio o de metal o de madera; hoy prolifera el plástico en cualquier estante o alacena de cualquier casa en cualquier país, por más lejano y aislado que esté.
Ropa sintética
El otro gran problema es que el plástico vertido en el mar se va deshaciendo y así millones y millones de pequeñas partículas de plástico quedan flotando en las aguas y son incorporadas a su organismo por los animales marinos.
Los microplásticos no solo están en los mares, también se pueden hallar en los cursos y espejos de agua cercanos a las ciudades, ya que muchos desechos terminan allí.
Científicos de todo el mundo están estudiando la incidencia de los microplásticos en el ambiente y, en consecuencia, en la salud humana. Y Argentina no es una excepción.
A la lente del microscopio, los científicos del equipo de Agronomía encontraron en la mayoría de las muestras recogidas fragmentos y fibras. Según Bargiela, «los fragmentos surgen a partir de procesos de fragmentación de plásticos más grandes. Las fibras en zonas urbanas se vinculan principalmente con fuentes domésticas ya que se originan a partir del desgaste de la ropa sintética en las descargas de los lavarropas –aclara la científica–, por lo que tienen relación con efluentes cloacales tratados o sin tratar dado que las plantas de tratamiento tradicionales por lo que se ha visto en trabajos de todo el mundo eliminan entre un 70% y un 80%. Esta eliminación es por sedimentación, por lo que los lodos generados tienen una gran cantidad de microplásticos».
En su resolución del 2 de marzo de 2022, Naciones Unidas propone un «instrumento internacional jurídicamente vinculante» para el fin de la contaminación por plásticos, en la que se observa «con preocupación que el rápido aumento de los elevados niveles de contaminación por plásticos representa un grave problema medioambiental a escala mundial que incide negativamente en las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo sostenible». El texto de la ONU añade que se reconoce «que la contaminación por plásticos incluye los microplásticos, observando con preocupación las repercusiones específicas de la contaminación por plásticos en el medio marino».
Se considera que cerca de 1.200 especies marinas en todo el planeta ya han sido afectadas por distintos plásticos.
Según diversos estudios –algunos que incluyen el mar Argentino–, al ser ingeridos por animales marinos, los microplásticos pasarían a su vez a los seres humanos en la alimentación al tratarse de especies comestibles.
La Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (FAO) explica que los microplásticos afectan a peces pequeños y organismos –tanto invertebrados como vertebrados– como ostras, mejillones, camarones y almejas, sardinas, anchoas, y arenques, entre otros.
¿Podrían los efectos de la ingesta de estos animales resultar perjudiciales para la salud de las personas?
«Dado que la composición de los microplásticos es variada todavía no se conocen todos los efectos. Parte de la problemática se debe a la liberación de compuestos propios de su fabricación –explica Bargiela–. Además, está la relación con otros compuestos orgánicos llamados “persistentes”, altamente tóxicos, que se adhieren a las partículas plásticas y pueden ser acumuladas en organismos.
También se ha observado que hay plantas que absorben microplásticos y pueden aparecer en los frutos». Pese a los avances tecnológicos de las últimas décadas y las campañas publicitarias de las corporaciones por vender la idea de que la mayoría de los plásticos son reciclables, en todo el planeta apenas un 14% de los envases y embalajes son reunidos para su reciclaje. Otro 14% se incinera para producir energía. Cerca de un 40% de los envases se envía a basurales y un 32% es abandonado en diferentes medios: tierra, cursos de agua o directamente va a parar al mar.
Bargiela. «Hay una mayor cantidad
de microplásticos en las
costas urbanizadas».
Acumulación
Es tal la descomunal producción de plásticos en el mundo actual que conseguir frenar aunque sea un poco la contaminación resulta un esfuerzo mundial tan importante que muchos países, en aras de sus intereses económicos, no están dispuestos a hacer, especialmente las grandes potencias.
«Una primera acción es evitar su uso para no seguir acumulando. El hecho de prohibir plásticos de un solo uso, como los microplásticos en productos de higiene personal o el uso de glitter han sido pasos interesantes –recomienda Bargiela–. Aunque también se encuentran en estudio diferentes formas de tratamiento, fitorremediación, pirólisis por ejemplo, pero todavía están en etapas de ensayo».
La fitorremediación a la que alude la científica es el empleo de plantas y sus microorganismos asociados para lograr una mejora y recuperación de suelos contaminados. En tanto la pirólisis es un proceso de descomposición química de materia orgánica que permite producir un sólido de carbono, un aceite y un gas como «desechos».
Debido al bajo costo actual del petróleo cada vez se hace más cara la gestión de recuperación y reciclado, por lo que resulta más barato usar crudo virgen para fabricar nuevos envases. Al mismo tiempo, hay una demanda cada vez mayor de artículos de plástico en una sociedad en la que prima el consumo desmedido y la cultura de «usar y tirar», por lo que se genera un círculo vicioso.
Una solución –entre otras que barajan los especialistas– sería producir más plásticos de productos naturales –como la caña de azúcar, almidones, algas o incluso el aceite de cocina usado– o plásticos verdaderamente reciclables. Otra sería dejar de usar envases de plástico y volver a las viejas botellas y potes de vidrio o los embalajes de cartón, gasto que las grandes compañías no están dispuestas a hacer. Incluso aunque ello implique hipotecar el futuro de nuestros hijos.