Por Raúl Dellatorre
El ex ministro de Macri operó para instalar la idea de que si vuelve a ser Gobierno, Juntos por el Cambio defaulteará la deuda en pesos, como ya hizo juston cuando él era ministro. Minicrisis financiera, fuga hacia el dólar financiero y presiones de las entidades para conseguir un salto en las tasas.
El gobierno salió al cruce de versiones interesadas que pretendieron imputarle a la empresa estatal Enarsa y al Fondo Común de Inversiones Pellegrini, del Banco Nación, la responsabilidad por haber «desencadenado» la caída en el valor de los títulos públicos en pesos y posteriormente el alza de los dólares financieros. Eduardo Hecker, presidente del Banco Nación, y Agustín D´Atellis, flamante director del Banco Central, defendieron la gestión de los organismos públicos y el último, en particular, acusó a referentes económicos de la oposición, de intentar «maniobras desestabilizadoras» contra la sostenibilidad del mercado de deuda en pesos y de tratar de «instalar una hipótesis falsa de default».
El detonante del conflicto fue un informe de la consultora Empiria, dirigida por el exministro de Economía de Cambiemos Hernán Lacunza, «que se difundió casi en simultaneidad con el rescate realizado por Enarsa y en el que se consideraba la posibilidad de una reestructuración» de la deuda con vencimiento en 2024, recordó Hecker.
Los dos elementos de los que se tomó el ex ministro de María Eugenia Vidal primero, en la provincia de Buenos Aires, y de Mauricio Macri después, en el ocaso de su gestión presidencial, fueron la venta de bonos en pesos de Enarsa y la colocación de deuda en pesos a mediano plazo (vencimiento en 2024) del Tesoro Nacional a través del Ministerio de Economía.
Enarsa decidió la semana pasada rescatar una inversión de cerca de $10.000 millones de bonos en pesos que tenía en el FCI Pellegrini –del Banco Nación- para contar con los fondos necesarios para la importación de gas natural licuado. Hecker explicó que el rescate de la inversión de Enarsa «fue una operación habitual, son $10.000 millones de un fondo que maneja una cartera total de $400.000 millones».
Pero algunos informes de «analistas» financieros, como fue el caso de Empiria, orientaron la opinión del mercado hacia la interpretación de que se trataba de «una señal» de la situación de emergencia y falta de fondos del gobierno para cumplir sus obligaciones.
En ese contexto, hicieron circular la versión de que el gobierno no podría afrontar los vencimientos de los bonos en pesos emitidos por la secretaría de Finanzas y se vería obligado a un «reperfilamiento» de plazos por hallarse en situación de default. Además, Lacunza sugirió que si Juntos por el Cambio era gobierno en 2024, no iba a asumir el cúmulo de deuda en pesos que le dejara el actual gobierno e iba a reestructurar (defoltear y renegociar, como insólitamente él mismo hizo cuando fue ministro) esa deuda.
Obviamente, con todos esos condimentos provocaron una corrida contra los bonos soberanos y la consecuente trepada del riesgo país.
El impacto en el mercado
La huida de capitales que generó dicha manipulación provocó, en apenas dos jornadas de la semana pasada, una salida de aproximadamente 200 mil millones de pesos, según estiman algunos expertos, de capitales colocados en fondos comunes de inversión. Recursos que se volcaron hacia los dólares financieros de inmediato, con la trepada resultante en la cotización del «contado con liqui» y el dólar MEP. Y posteriormente y de manera marginal, sobre el dólar blue o ilegal en cuevas financieras, llevándolo este martes a una cotización de 224 pesos.
Hecker señaló, al respecto, que las tensiones en el mercado de bonos se dieron «en un contexto especial, tanto en el plano internacional (en la plaza financiera estadounidense, por presión inflacionaria y suba de tasas) como en el local, a raíz de las versiones de economistas y consultores sobre una supuesta fragilidad financiera», mencionando en particular el informe de la consultora de Lacunza.
Las palabras de Hecker se conocieron después que el director del Banco Central, Agustín D´Attelis, criticara la «manipulación» y la «desestabilización» que suscitó la baja en la cotización de los bonos de deuda en pesos. «El Gobierno desde que llegó se encargó de reestructurar las deudas en moneda dura que dejó como herencia la gestión anterior, y empezó a apostar fuerte a la formación de un mercado en pesos, que desde la oposición y sus economistas referentes se está intentando desestabilizar, instalando fantasmas como la hipótesis falsa de un default».
Además del intento de desestabilización del mercado de deuda en pesos que el ministro Martín Guzmán impulsa, la versión interesada de «default» de Lacunza es funcional a las presiones de los operadores financieros para arrancarle al Banco Central una suba de las tasas mayor a la que estimaba anunciar este jueves, 48 horas después de conocido el aumento del IPC en mayo.
La corrida contra los bonos en pesos y la fuga hacia el dólar también significa un desafío para el Tesoro Nacional y la cartera económica, en cuanto a lograr el refinanciamiento de los bonos en pesos que van venciendo por una suma promedio de 500 mil millones de pesos por mes.
Este martes, la conducción económica logró superar una prueba piloto en el actual contexto de minicrisis financiera: vencían bonos por $10.302 millones y obtuvo ofertas de financiamiento por el doble: $21.587 millones. Pero con dos condimentos a tomar en cuenta: subió en tres puntos la tasa de rendimiento para los prestamistas y, además, cubrió toda la oferta de instrumentos financieros con cinco «bonos cortos». Los vencimientos operan todos dentro de este año: julio, agosto, octubre, noviembre y diciembre, respectivamente. Por ahora, resigna el objetivo de «estirar» la curva de vencimientos, hasta que logre restablecer la confianza del mercado. O los efectos del ataque especulativo.