En conversación con este diario el ministro Rodríguez insistió en la segmentación como eje de las políticas. Contó que en las negociaciones a veces los otros se sorprenden de que la gestión de Kicillof tenga una mirada que no deja afuera a ningún productor ni a ningún producto.
( Por Martín Granovsky / Página 12 ) Economista con formación en la academia y en la consultoría, Javier Rodríguez, 51 años, se especializó en temas de economía agraria y alimentos y desde hace tres años es el Ministro de Desarrollo Agrario bonaerense. En diálogo con este diario, dijo estar obsesionado por «una gestión de cercanía, porque tenemos que estar presentes en 30 millones de hectáreas».
–Aunque el gobierno provincial no maneje la macroeconomía, ¿puede hacer algo para ayudar a que los precios no se disparen?
–En estos tres años construimos un programa muy importante de Mercados Bonarenses, que lanzó el gobernador a mediados de 2020, en medio de la pandemia. Arrancó con nuevas ferias y fortalecimiento de las existentes. Ya llevamos 10 mil ferias con 1500 productores que venden sus productos de manera directa. Hay 100 municipios que participan. Los precios tienden a ser un 25 por ciento inferiores respecto de los otros canales de comercialización. Es decir que se benefician los productores y los consumidores. Este programa lo complementamos con otras acciones. Por ejemplo, una línea de trabajo en los 52 mercados mayoristas frutihortícolas para que haya también ventas minoristas. Es una manera de acercar productores y consumidores y que los consumidores puedan acceder a mejores precios. Otra línea son los mercados fijos. Se inauguraron dos, en Lomas de Zamora y en Ensenada, y avanzamos hacia otros ocho. Son mercados permantentes que funcionan de lunes a sábado, donde los productores y las pymes, o las cooperativas, venden de forma directa. También observamos una reducción importante del precio, lo cual permite mejorar el acceso a la alimentación. En articulación con el BAPRO se ofrecen los descuentos del propio banco, que actúa en beneficio de un pequeño productor, porque lo puede ofrecer. Es un esfuerzo que hace el Estado. Eso es con Cuenta DNI, y llega al 30 o al 40 por ciento de descuento. Tres años atrás esos productores de pequeña escala estaban excluidos del circuito financiero.
–¿Qué relación tienen con las entidades agropecuarias?
–Tenemos un buen diálogo con todas las entidades. Aunque tengamos diferencias. Hemos hablado con todos. Hay una mirada en la que se reconoce nuestra posición productiva, y que pensamos en todos los sectores y en todas las productos. Algunos se sorprenden, pero es lo que siempre hemos pensado. A veces les llega más una mirada sesgada, o una percepción sesgada acerca de lo que plantea Axel (Kicillof). Planteamos nuestros puntos y llevamos políticas adelante. Ya todos escucharon falsas promesas y vieron como trataban de venderles falsas soluciones. En cambio, todos saben a esta altura que la mirada de Axel es impulsar el interior de la provincia de Buenos Aires, impulsar el desarrollo, evitar el desarraigo. ¿Cómo lo sintetizamos? El desarraigo es falta de oportunidades para los que nacen y crecen en las distintas localidades. Tanto en materia laboral como en materia educativa y de acceso a la salud siempre tenemos en cuenta los derechos de personas que viven en la provincia de Buenos Aires que nacieron en la ruralidad.
–¿Cuáles habrían sido las falsas ilusiones?
–Juntos por el Cambio vendía que la inflación se soluciona en dos minutos, o en cinco segundos. Simplificaba en extremo temas complejos que requieren abordaje integral. Como si eliminar retenciones solucionara los problemas de forma inmediata. Hubo baja en la cantidad de productores en los años ’90, cuando los derechos de exportación eran prácticamente inexistentes. Millones de hectáreas endeudadas. Después, con el macrismo cerraron más de 500 tambos en la provincia de Buenos Aires. Las políticas liberales agravan los problemas. El desarrollo tiene sus dificultades, sus vueltas y sus problemas, pero es la única salida.
–Los productores se quejan de la sequía y el propio Gobierno hace cálculos macroeconómicos sobre el impacto. ¿Cuál es la respuesta en la provincia de Buenos Aires?
—Ya avanzamos con una ley. Estamos transitando una sequía que afecta a buena parte de la provincia de Buenos Aires. Dentro de esa ley de emergencia vamos tomando medidas adicionales teniendo encuenta cuál es la afectación mayor, sobre todo en cultivos de invierno (como trigo y cebada) y en ganado.
–¿Qué medidas adicionales?
–Prórroga de los impuestos cuando hay una afectación de más del 50 por ciento de la superficie. Exención impositiva cuando hay afectado más del 80 por ciento. También líneas específicas de financiamiento. Lo importante es generar una asistencia sobre todo a los medianos y pequeños productores para que puedan seguir trabajando, ya sea en ganado o en producción de verano. Y lo que importa es dar respuestas rápidas.
–¿Es la misma ley de emergencia de siempre?
–La ley de emergencia es antigua y establece que ante condiciones de emergencia agropecuaria se dan beneficios impositivos. Después hay que implementarlos.
–¿Cuán grave es el nivel de sequía?
–Lo que impacta muchas veces es que la sequía afecta negativamente, lo cual es indudable, pero impacta más cuando se la compara con niveles de producción que llegaron a ser récord por superficie o por volumen. Hasta esta condición de sequía el sector venía creciendo. La producción de trigo de la campaña previa de mayo de 2021 hasta enero de 2022 fue récord, con más de 22 millones de toneladas. La provincia de Buenos Aires representa aproximadamente la mitad de la producción. Este año las exportaciones de trigo van a ser récord. Eso se dio durante 2022. Año de guerra, con precios internacionales especialmente altos, que la Argentina acompañó no solo en términos de precios sino también de volúmenes. El verano pasado hubo también superficie record de soja y de maíz. A nivel nacional la producción de leche revirtió el ciclo 2015-2019. La leche cayó 16,7 por ciento en el macrismo. Naturalmente no estoy minimizando ni la sequía ni sus efectos, porque es un tema muy serio y nos preocupa, sino señalando que en la comparación con las cifras recientes la distancia es aún mayor.
–¿Tienen pronósticos fiables?
–Estamos monitoreando cómo sigue la sequía. Las distintas estimaciones señalan que hasta febrero la precipitación estará por debajo del nivel promedio, pero hoy por suerte las precipitaciones ya son mayores que en invierno.
–¿La política especial hacia pequeños y medianos productores es solo por la sequía?
–Hubo una respuesta muy rápida de la Provincia sobre todo hacia los pequeños y medianos, con líneas de financiamiento y acompañamiento, justamente porque desde que empezamos a gobernar hace tres años desplegamos una política agropecuaria con una mirada específica: consiste, entre otras cosas, en tener en cuenta en particular a los pequeños y medianos productores. Nuestros ejes de trabajo son la producción agropecuaria, la ruralidad y lo que ocurre con las localidades del interior y en tercer lugar el acceso a la alimentación. En los tres ejes hay una política del gobierno provincial. Eso marca una transformación muy fuerte respecto de lo que se venía dando tanto en el macrismo como en el vidalismo. No había diferencias entre la política nacional y la provincial: la misma mirada que buscaba reducir el Estado en todos sus aspectos y, por lo tanto, impedía que hubiera acciones concretas. Un error grave, porque el sector agropecuario también necesita un Estado presente y activo, y que lleve adelante acciones. Por eso insistimos tanto en líneas de trabajo y de financiamiento para sostener a los medianos y pequeños. Si no, la producción tiende a concentrarse y en cualquier localidad eso significa menos puestos de trabajo, menos oportunidades y reducción del circuito económico.
–¿Y la agricultura familiar?
–La agricultura familiar no había sido tenida en cuenta por el macrismo. Y eso que la mayor producción, por ejemplo hortícola, es llevada adelante por agricultores familiares. Les acercamos tecnología, financiamiento e incentivamos esas producciones. No estamos en contra de ninguna producción, sino al contrario, y al mismo tiempo sabemos que la producción no es solo granos, como lo observa la mirada más liberal. Ese conjunto de acciones permitió fortalecer la agricultura familar, que tienen un papel muy importante. Y la mediana escala también tenía problemas.
–¿De qué manera trabajaron con el sector mediano?
–Lo primero fue rescatar a las cooperativas, muchas veces suspendidas o inhibidas. Hay 81 cooperativas agropecuarias creadas. En cualquier localidad se ve que donde hay una cooperativa hay más productores pequeños y medianos. En el caso de coooperativas de acopio de granos, trabajamos para que sean cooperativas que industrialicen más la producción. El campo es muchas cosas. Lo primero es entender eso. Hay grandes productores y grandes tenedores de tierras, como hay medianos, pequeños y trabajadores rurales. Estos sujetos muchas veces están invisibilizados. Sepamos que dos tercios de los bonaerenses viven en la ruralidad.
–¿La segmentación también corre para el cálculo del impuesto inmobiliario rural?
–Sí. Salvo para muy pocas propiedades en la Provincia, incluso para la tierra libre de mejoras se aprobó el presupuesto y la norma recaudatoria con topes de aumento, y eso teniendo en cuenta que el valor fiscal es muy bajo en general. El 97 por ciento de las partidas tiene un valor fiscal de menos de 12,8 millones de pesos. Unos 40 mil dólares. Para un gupo importante de partidas el aumento anual del inmobiliario rural será del 50 por ciento o sea por debajo de la inflación. En toda política hay que considerar que no hablamos de un sector homogéneo.