por Alejandro Malowicki, director de cine,fotoperiodista y docente
LA SALUD Y EL DÉFICIT CERO
Estamos viviendo un país en el cual la salud de las infancias,la de los adultos mayores, la de los jubiladosestá en peligro. Un país donde la salud de todos los ciudadanos está siendo diezmada.
¿Cuántos de nosotros en una farmacia fuimos testigos de cómo un/una jubilada tiene que elegir cuál de los remedios recetados puedecomprar para poder mitigar su enfermedad y cuál deberá dejar en el mostrador?
Y cuando hablo de la gente que está en peligro, también me incluyo pues padezco de una enfermedad que por ahora tengo los remedios (carísimos) para poder curarla, pero podría llegar el día que no pudiera recibirlos porque el gobierno decidiera eliminar la ley por la cual la empresa médica debería entregarme sin costo determinados medicamentos o porque los hubieran suprimido de los que me provee el PAMI y corriera el riesgo de fallecer bajo las motosierras de Mileien el altar de su dogma “déficit cero”.
Yo sé que leer esto que estoy escribiendo es angustiante, sé que esto que estoy escribiendo es algo que jamás soñé vivir;y lo escribo desde el dolor que estamos sufriendo ante la presencia de un estado ausente que ha decidido eliminarle a la mayoría de sus habitantes de la imprescindible asistencia social para privilegiar a los pocos que cuentan con los medios para proteger su salud.
Cuando me enfermé, me internaron en un sanatorio privado. Cuando entré al dormitorio y observé los dispositivos que controlarían mis signos vitales; esa cama especialmente diseñada y construida para mi confort que dominaba la habitación, un enfermero que venía a atenderme, otra enfermera que también lo hacía, un médico que amablementeme preguntaba detalles de mi salud para mi efectivo tratamiento y que cuando se fueron y me quedé en la habitación con mi esposa nos preguntamos cuántos carecían de lo que yo en este momento estaba recibiendo, cuántos tendrían lo mismo en un hospital que con sus camas abarrotadas deben albergar a sus pacientes en los pasillos pues cada vez son más los que tienen que acudir a un sistema público otrora de excelencia y ejemplo de países desarrollados pero que cada vez más depende de la asistencia voluntaria de médicos/médicas para poder atender y cobrar salarios con los que apenas llegan a cubrir sus necesidades.
El sistema de salud pública, a pesar de ser de calidad, no está preparado para atender a tanta población que lo necesita. La injusticia se manifiesta no solo en el hambre, sino también en el acceso a la salud. ¿Qué podemos esperar de un gobierno que no se preocupa por la educación, la salud y el bienestar de las infancias? Solo más dolor.
La injusticia social, no solo se ve en el rostro de una madre que se retira con su olla apenas completa hasta la mitad, ahora también en los dolores físicos. ¿Y qué se puede esperar de un gobierno al que no le importa, ni la educación, ni la salud, ni el hambre de las infancias?Podemos esperar más dolor y¿hasta cuándo se podrá soportar el dolor, hasta cuándo?
Hasta que los y las dirigentes de todos los partidos opositores abandonen sus actitudes egoístas y antipopulares y se retiren convocando a las nuevas generaciones a la unidad por encima de pretender una forzada centralidad y representatividad de la que ya no son depositarios del pueblo.
De lo contrario, y como ya ha sucedido poco tiempo atrás Milei continuará avanzando y aniquilando al Estado benefactor proveedor del bienestar y de la paz social.
Alejandro Malowick