Edición n° 2879 . 09/10/2024

GAS: HABÍA QUE LICUARLO, PERO SE HIZO HUMO 

Paradojas del modelo extractivista: se votó el RIGI pero el capital extranjero acelera la desinversión. En el gobierno, tres estrategias enfrentadas

(Por Raúl Dellatorre Página/12/ Director de Motor Económico )»Entre las autoridades argentinas y las de Petronas no hay conversaciones desde hace seis meses», lanza sobre la mesa una fuente muy cercana a las negociaciones con la empresa estatal malaya desde antes que se firmara el primer acuerdo de entendimiento, en septiembre de 2022, para el estudio de la construcción de una planta de GNL para  exportar. Dicha fuente conoce de primera mano la opinión de los principales responsables de la estrategia de Petronas para la región, que tienen asiento en la ciudad de San Pablo, Brasil. Ante la sorpresa de Página/12 frente a la afirmación con la que se inicia esta nota, el interlocutor explica: «Lo que hay que entender es que no existió una decisión intempestiva de Petronas de abandonar el proyecto, sino que desde el lado argentino se aceleraron anuncios de inversiones que no estaban cerradas, sin consulta, y además se lanza una disputa por la localización de la planta; tema sobre el que nunca se habló con los malayos y, mucho menos, se acompañó algún estudio o análisis que recomendara tal cambio de localización, porque siempre se había hablado de Bahía Blanca». 

La versión publicada en un medio nacional sobre la aparente decisión de Petronas de abandonar el proyecto de planta de GNL en sociedad con YPF, fue admitida, al menos como posibilidad, por el presidente de la empresa petrolera argentina, Horacio Marín, casi de inmediato. Dijo que el proyecto seguiría adelante incluso si Petronas se retirara, porque había otros interesados. 

Si se especulara que las autoridades de YPF ya conocían la pérdida de entusiasmo de Petronas, no se entendería por qué el gobierno de Javeir Milei abrazó con tanto entusiasmo el proyecto, al punto que lo presentó como caso emblemático de las inversiones extranjeras, que atraerían a partir del régimen de incentivos a las inversiones votado dentro del paquete de la Ley Bases. 

Guillermo Francos, jefe de gabinete, concurrió a Diputados en la primera semana de septiembre para exponer la existencia de megaproyectos de inversión en el país por un valor de 47.000 millones de dólares, dos tercios de los cuales, explicó, coprrespondían a los 30.000 millones de la inversión prevista para la planta de GNL de YPF y Petronas. Del resto, al menos 3800 millones corresponden a explotación de litio en Salta, programas de inversión que entraron en controversia (están frenados) frente a una caída vertical del precio del litio que obliga a recalcular la rentabilidad futura del negocio. 

Van quedando muchos menos proyectos, entre los cuales lo más destacado está relacionado a la ampliación del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, una nueva planta siderúrgica de Sidersa en San Nicolás (ambos, proyectos de interés del grupo Techint) y los referidos a la explotación de cobre, principalmente en la provincia de San Juan (proyecto yacimiento Los Azules). 

Es decir, que de aquellos 47 mil millones, la cifra objetivo de la carpeta de Francos presentada hace apenas 15 días, podría estar reduciendo a un valor menor a los 15.000 millones de dólares. 

¿Qué podría haber llevado a desarmar tamaña escena de entusiasmo en tan pocos días? En principio, el grosero error de manejo de toda la operación mediática vinculada a la planta de GNL. Este proyecto nace del enorme potencial de producción de gas en Vaca Muerta que, a la vez, demanda una infraestructura y logística para su aprovechamiento. 

Durante el gobierno de Alberto Fernández se impulsaron dos proyectos clave apuntados a darle una salida provechosa al gas neuquino en el mediano plazo. Uno fue el gasoducto PNK, cuyo primer tramo se instaló en tiempo récord de un año y medio, sin dudas el puntapié inicial de un proyecto muy ambicioso. El segundo, la decisión de avanzar en la búsqueda de una salida exportadora vía licuefacción del gas para poder embarcarlo, y no quedar limitados sólo a la exportación vía gasoducto.

El 19 de enero de 2021 Pablo González, ex legislador nacional y ex vicegobernador de Alicia Kirchner, es nombrado presidente de YPF. Desde ese cargo, impulsó la búsqueda de un socio internacional para la explotación comercial del gas natural licuado. Estableció vínculos con la empresa estatal malaya Petronas, una de las más poderosas comercializadoras de hidrocarburos del mundo.

El primer día de septiembre de 2022, Pablo González firma con el presidente de Petronas, Tengku Muhammad Taufik, el «acuerdo de estudio y desarrollo conjunto (JSDA, por sus siglas en inglés) para un proyecto integrado de GNL en Argentina que abarcará el Upstream con la producción de gas no convencional, el desarrollo de gasoductos e infraestructura, la producción de GNL, así como la comercialización y la logística internacional». La foto que ilustra esta nota  es del día de este anuncio.

Se avanzó desde entonces en la evaluación del proyecto, hasta que en julio de 2023 se firmó entre ambas empresas «un acuerdo de entendimiento» para la construcción de una planta de licuefacción de gas en la ciudad bonaerense de Bahía Blanca. 

El ritmo de las conversaciones varió con el cambio de gobierrno. También cambiaron las autoridades en YPF, y además hubo novedades privadas importantes en el sector, como la decisión de Exxon de dejar de operar en el país, al igual que su socia Qatar Petroleum, mientras que la petrolera alemana Wintershall anunció y concretó la venta de sus activos locales (principalmente, extracción de gas en Vaca Muerta) en favor de la británica Harbour Energy. 

Pero los cambios de mayor impacto para Petronas tuvieron origen en las discrepancias que el gobierno empezó a mostrar en su política energética. La conducción de YPF, vinculada a Tecpetrol, comenzó a desarrollar una política tendiente a hacer más eficiente el negocio desprendiéndose de los activos menos rentables. 

Eduardo Rodríguez Cirillo, secretario de Energía vinculado a los equipos de Carlos Bastos (mediterráneo y ex secretario de Energía de Domingo Cavallo), busca imponer su propia política al sector, pero no logra compatibilizar con los intereses del ministro Luis Caputo, quien preferiría tener un manejo más directo de las operaciones del sector. Para lograrlo, colocó por encima de Rodríguez Cirillo a un «secretario coordinador de energía y minería», designando para el cargo al ex CFO (director ejecutivo de finanzas) de YPF Daniel González. 

Vinculado al establishment financiero internacional, Daniel González tiene por objetivos avanzar en el control de las empresas estatales Enarsa, Cammesa y las del sector nuclear. Al igual que Caputo, ven en cada una de ellas una posibilidad de negocios (vía privatización o no) que no quieren dejar en manos de otros. 

Es por eso, entre otros antecedentes, que Daniel González tiene un enfrentamiento poco disimulado con Rodríguez Cirillo. Pero tampoco genera confianza en las huestes de Horacio Marín, en donde temen por la incidencia que pueda llegar a pretender González en YPF. A su vez, está claro que Marín conversa sus decisiones mucho más con Paolo Rocca y su gente de confianza en Techint, que con Rodríguez Cirillo o con el propio Javier Milei, que no fue quien lo eligió para el cargo además.

Esta suerte de confrontación interna en una misma área está reflejada en indefiniciones o contramarchas permanente. La insistencia en enarbolar la supuesta inversión en la planta de GNL como una muestra de éxito del programa reconoce la firma de Luis Caputo, quien creyó que sacaría provecho de eso. Para desconcierto de la gente de Petronas, hasta se utilizó la puesta en escena de la «mudanza» de la planta a Río Negro para golpear al gobernador Axel Kicillof. 

No sólo fracasó, sino que contagió de desconfianza toda la operación del gobierno en el sector energético. Marín podrá verificar si semejante papelón dañó la imagen de YPF cuando salga a buscar créditos internacionales. Encima, le pedirán explicaciones, seguramente, sobre el por qué de la huida de capitales extranjeros del país, justo cuando el gobierno se muestra más generoso que nunca nadie antes con ellos. 

Rodríguez Cirillo, tercera punta del triángulo del poder energético oficial, seguramente espera a ver quién dará respuesta por el estropicio cometido, con gestualidad de quien dice: «a mí no me miren».