Ecologista, feminista y crítico acérrimo del modelo neoliberal instalado durante la dictadura militar y consolidado luego en la transición, Boric fue también quien ofreció la agenda más profunda de cambios.
«Si Chile fue la cuna del neoliberalismo en Latinoamérica, también será su tumba». Las palabras de Gabriel Boric sonaban muy lejanas en el mes de julio, cuando fue proclamado como candidato y aún debía superar al favorito en la interna de la izquierda, Daniel Jadue. Pero a fuerza de una campaña inteligente y cercana a la ciudadanía, el dirigente de 35 años neutralizó uno a uno los ataques de su rival, el ultraderechista José Antonio Kast, hasta convertirse en el presidente más votado y el más joven en la historia del país trasandino.
Boric fue uno de los principales protagonistas de la llamada «revolución de los pingüinos», la rebelión estudiantil chilena que en 2006 exigía educación gratuita y de calidad y marcó las primeras grietas en el modelo chileno. Su posterior paso como diputado por la región de Magallanes probablemente le haya enseñado a no dejarse llevar por los impulsos y a tener cintura política para tejer alianzas con otros sectores.
Parte de esa «madurez» también pudo verse durante la campaña presidencial, ya que a medida que pasaron las semanas Boric fue moderando su discurso para meterse en el bolsillo al electorado de centro y a los votantes indecisos que dudaban de un candidato al que constantemente le marcaban su inexperiencia en el poder. Ecologista, feminista y crítico acérrimo del modelo neoliberal instalado durante la dictadura militar (1973-1990) y consolidado luego en la transición, Boric fue también quien ofreció la agenda más profunda de cambios.
Sus inicios en la militancia estudiantil
Boric nació el 11 de febrero de 1986 en la ciudad austral de Punta Arenas, tres mil kilómetros al sur de Santiago, en el seno de una familia de clase media de bisabuelos croatas y catalanes. Es el mayor de tres hermanos y emigró a Santiago para estudiar derecho en la Universidad de Chile. Lector ávido, dice que se relaja leyendo libros de poesía y de historia. Soltero y sin hijos, está en pareja hace casi tres años con la politóloga Irina Karamanos.
Su vínculo con el mundo político se inició en la universidad, donde ingresó al colectivo Izquierda Autónoma. En 2008 fue electo consejero de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) y en 2010 fue presidente del Centro de Estudiantes de Derecho de esa misma casa de estudios. En 2011, los tres máximos referentes de la rebelión estudiantil de 2006 (Camila Vallejo, Giorgio Jackson y Boric) decidieron ir como candidatos a diputados, los dos primeros por la coalición Nueva Mayoría, liderada por la expresidenta Michelle Bachellet, y Boric por fuera, como militante de Izquierda Autónoma.
El desembarco en la política
Ya ocupando una banca como diputado, Boric fundó en 2016 el Movimiento Autonomista con el objetivo de renovar a la izquierda doctrinaria chilena y acelerar el surgimiento de una alternativa por fuera de las dos coaliciones que hegemonizaban el sistema político y gobernaron durante todo el período posdictadura. Para descalificarlo, los sectores más conservadores y derechistas lo tildan de «comunista». Además suelen echarle en cara, tal como ocurrió en el último debate presidencial con el derrotado Kast, el encuentro que mantuvo en 2018 con Ricardo Palma Salamanca, condenado por el asesinato del exsenador conservador Jaime Guzmán, ideólogo de la actual Constitución.
«Nuestra generación irrumpe en política el 2011 despercudiéndose un poco de los miedos que había generado la dictadura y los pactos de la transición», dijo Boric en una entrevista antes de la primera vuelta. Aludía de esa forma a la Concertación, la coalición de centroizquierda que desde 1990 gobernó buena parte de los 31 años de democracia chilena, y que hoy luce desprestigiada como reflejo de la gran crisis de confianza institucional. Sin embargo Boric, sabiendo que debía nutrir su piso de votos, eligió mostrarse más cercano a la centroizquierda tradicional y consiguió a cambio el valioso apoyo de los expresidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet1
Propuestas de gobierno
Para las primarias presidenciales de este año Boric compitió contra el favorito Jadue y, contra todos los pronósticos, se impuso con más de 20 puntos porcentuales de diferencia convirtiéndose en el candidato más votado de las primarias de todas las fuerzas. Luego llegó la primera vuelta, a esta altura anecdótica, en la que Kast se alzó con el 27,9 por ciento de los votos frente al 25,8 por ciento de Boric.
Su campaña de cara al ballotage estuvo enfocada en la ampliación de derechos, la descentralización del país, el ambientalismo, el fin de la herencia institucional de la dictadura y el respeto a los pueblos originarios, muchos de los reclamos centrales del estallido social de 2019 y de la actual agenda de la Convención Constituyente.
Boric propone un cambio de modelo basado en el Estado de Bienestar de los países europeos, al considerar que el actual modelo chileno está «absolutamente estancado». «Un Estado de Bienestar para que todos tengan los mismos derechos, sin importar cuánta plata tienen en la billetera«, señaló recientemente en una entrevista. Y días atrás, en su cierre de campaña en el Parque Almagro de Santiago, dejó un anticipo de lo que será su gestión: «Es difícil hablar de la primera cosa que vamos a hacer si llegamos al gobierno, pero de lo que sí tenemos certeza es que ese día no entramos solos, con nosotros entra el pueblo«.