Edición n° 3292 . 26/11/2025

FUENTES SEGURAS/MENTES EN LLAMAS

La propuesta de paz presentada por Donald Trump y sus repercusiones. Un momento decisivo para la guerra euroasiática y, en proyección, para el nuevo panorama mundial.

(Por Gabriel Fernández *) Se trata de una instancia clave en la historia presente. Aquella reunión en Anchorage -Donald Trump y Vladimir Putin- no fue en vano, y la posterior, concretada en Seúl a modo de respaldo -Trump y Xi Jinping-, tampoco. El tramo que se abre plantea un interrogante ácido¿qué costo implica para el presidente norteamericano haber impulsado una iniciativa de paz evaluada por los protagonistas como atractiva para la Federación de Rusia y perniciosa para Kiev? Aunque por debajo, se filtra otra pregunta: ¿hay trampa?

LA POLÉMICA. Las primeras repercusiones ya circulan. El jefe de Estado ruso indicó que la propuesta debe ser atendida y analizada debidamente. Durante una reunión del Consejo de Seguridad en Moscú, reveló que el plan de 28 puntos es una versión “modernizada” de las propuestas de Trump que ambos presidentes debatieron en su cumbre de Alaska el pasado agosto.

“Durante las conversaciones en Anchorage confirmamos que, a pesar de ciertas cuestiones complejas y dificultades, seguimos estando de acuerdo con esas propuestas”, declaró Putin, y añadió que Ucrania se negó entonces a aceptarlas. Indicó que “la parte estadounidense nos pidió ciertas concesiones y flexibilidad. Pienso que por eso surgió una nueva versión, en esencia modernizada, del plan, que ahora consta de 28 puntos. Tenemos el texto”. Y fue intenso al aseverar: “Creo que también puede servir de base para un acuerdo de paz definitivo”.

La iniciativa mereció, como contracara, el rechazo ucraniano. “Hoy es uno de los momentos más difíciles de nuestra historia”, enfatizó Volodimir Zelensky al conocerla. En ese sentido, advirtió que Ucrania podría enfrentarse a una “decisión muy difícil: perder su dignidad o arriesgarse a perder un socio clave”, en referencia a los Estados Unidos. Para obstaculizar los aspectos más ríspidos de la propuesta, “presentaré argumentos, persuadiré, propondré alternativas”, dijo.

También aseguró que en la semana que se inicia Ucrania enfrentará “mucha presión para debilitarnos, para dividirnos”, y añadió que “el enemigo no duerme”. En esta frase no quedó claro para los analistas si se refería a Moscú o a Washington. Qué interesante, ¿no? Instó, además, a los ucranianos a permanecer unidos frente a dicha presión. “El interés nacional de Ucrania debe tenerse en cuenta”, añadió, para luego puntualizar que.

Las observaciones del comediante fueron refrendadas por la Unión Europ“no haremos declaraciones grandilocuentes; trabajaremos con serenidad con todos los socios”. Como no podía ser de otra manera funcionaron cual caja de resonancia los medios de comunicación occidentales. Vale como ejemplo significativo leer el trazo más agudo, dibujado por El PaísLa cumbre del G-20 que se celebra en Johannesburgo este fin de semana es el crudo retrato de la cruenta batalla entre quienes desean mantener en vida un orden multilateral basado en reglas y quienes protagonizan un intento indisimulado de demolición del mismo para configurar el devenir del mundo sobre la base de la fuerza de forma aún más descarnada que hasta ahora”. No es preciso detenerse en la hipocresía del llamado periódico global. Más vale considerar el porqué del revuelo, atisbando los contenidos de la -para algunos- inesperada propuesta trumpiana.

Vale evocar este Editorial realizado algunos meses atrás. Brinda un marco que puede contribuir a entender el proceso.

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EL PLAN. De hecho, el documento gestado por el gobierno de Trump con un relativo aval de la gestión Putin, expresa el objetivo de poner fin a la guerra euroasiática. Para ello favorece las exigencias centrales del Kremlin al admitir su preeminencia territorial en el Donbás e introducir garantías de seguridad para evitar nuevos ataques. Rusia debería aceptar que 100.000 millones de dólares de sus activos congelados se destinen a la reconstrucción de Ucrania.

El planteo reconoce Crimea y las regiones de Donetsk y Lugansk como territorio ruso. Ucrania debería retirarse de zonas del Donbás que aun controla, que pasarían a integrar una franja desmilitarizada reconocida internacionalmente como parte de la Federación. En Jerson y Zaporizhzhia las líneas actuales del frente funcionarían como fronteras congeladas. El texto también señala que Rusia renunciaría a posiciones fuera de estas cinco regiones, aunque sin precisiones operativas.

Asimismo, el plan en cuestión obligará a Ucrania a incorporar en su Constitución el compromiso de no ingresar en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Esta alianza, por su parte, se comprometería formalmente a no aceptar a Kiev en el futuro. Algo más, en un plano conflictivo: el acuerdo fija un máximo de 600.000 efectivos para las Fuerzas Armadas ucranianas y prohíbe el estacionamiento de tropas de la OTAN en territorio ucraniano, lo que condiciona las decisiones de Kiev sobre cooperación militar. Sin embargo, nadie puede asegurar quién gobernará ese distrito en los próximos tiempos y ya se sabe que no es lo mismo una victoria electoral en un sentido o en otro.

El escrito propone otorgar a Ucrania un acceso preferencial al mercado europeo mientras implementa reformas vinculadas a corrupción estándares institucionales necesarios para una futura membresía. Si esto se toma al pie de la letra, pueden trocarse las imputaciones judiciales contra Putin y volverse hacia Zelensky, pues en los meses recientes arreciaron las denuncias por irregularidades contra la administración instalada en Kiev. Incluye la imposición de compromisos de seguridad por parte de los Estados Unidos y aliados europeos, pero no especifica mecanismos ni alcances. No parece una dificultad: la Federación se ha cansado de adelantar que no desea ni necesita atacar Europa; si además se aceptan sus demandas territoriales en Ucrania, la situación se transparentará.

Kiev debería abandonar cualquier reclamo para responsabilizar a Rusia por abusos cometidos durante la Operación Militar Especial, que denomina invasión. Esto afectaría la posibilidad de buscar reparaciones o procesos internacionales. El texto implicaría, además, reformas constitucionales en Ucrania. Analistas que participaron en la realización del material señalaron que algunos puntos —incluido un eventual estatus especial para el idioma ruso— requerirían aprobación parlamentaria o un referéndum. El documento enfatiza el compromiso de la OTAN de no continuar su expansión, mientras Rusia asegura que no atacará a países vecinos.

Trump otorgó a Kiev un plazo hasta el 27 de noviembre para aceptar el acuerdo, aunque señaló que no se trata de una “última oferta”.

EUROPA Y KIEV. Delegaciones de los Estados Unidos, Ucrania, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, la Comisión Europea y el Consejo Europeo participaron hasta hace pocas horas en la reunión de Ginebra que analizó los puntos del plan. Washington estuvo representado por el secretario de Estado, Marco Rubio, el enviado especial para misiones de paz, Steve Witkoff, y el secretario del Ejército, Dan Driscoll. Ucrania envió al jefe de gabinete de Zelensky, Andri Yermak, y al jefe negociador, Rustem Umérov.

De allí surgió una suerte de contrapropuesta europea sobre la cuestión. Contiene diferencias con la antedicha que vale la pena marcar. Por un lado elimina la promesa de no ampliar la OTAN. Luego, amplía el tamaño del Ejército ucraniano hasta 800.000 personas. En relación, señala que el despliegue de tropas atlantistas queda condicionado a los “tiempos de paz” en tanto Kiev recibirá una “garantía estadounidense” de respaldo si es atacada.

Las zonas inaceptables para Rusia del plan europeo van apareciendo. Ese programa no prohíbe a Ucrania atacar Moscú y San Petersburgo. El apartado al respecto del plan de Washington fue simplemente retirado. También promueve el reintegro gradual de la Federación a la economía global, mientras que la iniciativa norteamericana evalúa que esa reinserción deberá ser inmediata.

Europa propone que “Ucrania será completamente reconstruida y compensada financieramente, incluso a través de activos soberanos rusos que permanecerán congelados hasta que Rusia compense los daños a Ucrania”. Desde ya que los expertos rusos deben haber pensado ni soñando. Luego, un dato relevante. Ucrania y Europa exigen ser incluidos en el grupo que supervise el cumplimiento del acuerdo de paz. El documento estadounidense especifica que solo Moscú y Washington supervisarán este punto.

El plan del Viejo Continente establece que “las negociaciones sobre el intercambio territorial comenzarán desde la línea de contacto”, sin más detalles. El plan estadounidense establece que Crimea, las repúblicas populares de Lugansk y Donetsk serán reconocidas de hecho como territorio ruso, incluso por los Estados Unidos, mientras que las provincias de Jersón y Zaporozhie permanecerán congeladas a lo largo de la línea de contacto.

MULTIPOLARES Y ATLANTISTAS. Todo llega en el momento adecuado. Puede ser. Y cabe añadir que La mejor forma de predecir el futuro, es creándolo. El surgimiento del plan norteamericano da cuenta de la solidez con la cual los emergentes multipolares vienen afrontando los nuevos tiempos. Está claro que la Federación de Rusia y la República Popular de China tallaron fuerte e impidieron que las grandes corporaciones que desterritorializaron los estados centro occidentales definan este complejísimo panorama según su buen saber y entender. El azoramiento y la discrepancia europea parten de no poder admitir que los Estados Unidos se sacudan esa influencia en el conflicto sobre Ucrania.

Esa inquietud, empero, nos devuelve el balón. Es que lo acaecido hasta el presente ha configurado un andar zigzagueante del presidente Donald Trump pero su programa pacificador, con el apoyo de esos dos adversarios, puede preludiar un sendero más previsible y, al mismo tiempo, más conflictivo para la potencia norteña con respecto a sus jefaturas financieras instaladas. La iniciativa estadounidense es inédita pues prioriza a Rusia por encima del gobierno de Kiev, hasta el momento caracterizado como un aliado. Desobedece arriba, descarta abajo.

Hay potenciales discrepancias de importancia. Por caso, la propuesta señala que las Fuerzas Armadas de Ucrania serán integradas por unas 600 mil personas. La cifra es incómoda para Rusia, según entiende este narrador, pues antes del inicio de la Operación Militar Especial, las tropas dirigidas por Kiev no superaban los 260 mil miembros. Puede haber un esbozo de trampa en ese punto. También, desde ya, la presencia del titular del área económica, Scott Bessent, directamente relacionado con los fondos buitres que están absorbiendo el territorio.

Tampoco es favorable, aunque aparente no tener relación con el eje de la deliberación, que este lunes arranquen ejercicios navales de la OTAN en el sur de Finlandia con 11 países aliados. La Armada finlandesa encabeza las maniobras Freezing Winds 25. El simulacro, con participación de 20 buques de guerra y embarcaciones auxiliares, así como 5.000 militares, se lleva a cabo en el mar Báltico, hasta el 4 de diciembre. Junto a Finlandia, participan tropas y buques de Bélgica, Dinamarca, Estonia, Francia, Alemania, Letonia, Lituania, los Países Bajos, Polonia y los Estados Unidos, así como el Grupo Permanente de Contramedidas de la OTAN.

DUDAS, PREGUNTAS Y RECUERDOS. El documento presentado por Trump y avalado parcialmente por Putin, merece encuadrarse dentro de la razón política más estricta y de la ecuación económica más clara. En poco tiempo el gobierno republicano observó que si seguía alineado con el tándem Davos OTAN quedaba imposibilitado de re industrializar su nación y concretar la promesa de Make America Great Again. El desarrollo de una acción pacificadora en Eurasia compone la base imprescindible para una recuperación que hasta el momento no muestra la más mínima perspectiva. En línea, los Estados Unidos se deshacen de la carga europea, cuyos países más importantes aceptaron el acelerado ajuste financiero y el quiebre de la asistencia energética rusa; por lo tanto, vienen presentando Productos en baja.

Pero resulta pertinente apuntar, lector, que la nación del Norte y su presidente no constituyen factores confiables que permitan inferir un comportamiento coherente con la propuesta aquí descripta. ¿Es una trampa destinada a aflojar las defensas moscovitas? ¿Una pausa para retomar las provocaciones y la ofensiva? ¿Una concesión regional para que China ralentice su apabullante liderazgo económico? ¿Un cambio de objetivo destinado a focalizar la guerra exigida por las compañías en Asia Occidental? No lo parece, pero las preguntas tienen sentido.

Aquellos acuerdos asentados en el Protocolo de Minsk incentivan a Rusia para sostener alta la guardia. Se presentaron en público como la opción para poner fin a la guerra en el Donbás el 5 de septiembre de 2014. Fueron firmados por representantes de Ucrania, la Federación de Rusia, la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk bajo el auspicio de la Organización para la Seguridad y la Cooperación de Europa (OSCE). Esos pactos contenían buena parte de los factores incluidos en la propuesta norteamericana más reciente. No funcionaron.

La desestabilización impuesta por el atlantismo en la región y el quiebre del alto el fuego, echaron por tierra los anhelos volcados en la capital de Bielorrusia.

Cuando ya había jugado (casi) todas sus cartas y se disponía a disfrutar de una merecida jubilación, la canciller alemana Angela Merkel reconoció, el 7 de diciembre de 2022, que esos acuerdos se firmaron con el único objetivo de dar tiempo a Ucrania para rearmarse y fortalecerse. “Ese país usó ese tiempo para volverse más fuerte”Merkel añadió que en aquel momento Rusia tenía la capacidad de “aplastar fácilmente” a Ucrania. La nación que por entonces ya orientaba Putin, sabe que Occidente declama Paz pero suele actuar en sentido contrario.

Preparamos unos mates, lector. Y pensamos en aquella idea de Xi Jinping que hace llamear la mente: “La manera en la que Estados Unidos y China perciban las intenciones estratégicas de la otra parte afectará directamente a sus políticas y relaciones”.

Cabe suponer que después de conversar con Trump, el líder chino se la recordó a su mejor amigo.

Por lo pronto, Wall Street y la City londinense, no abandonarán la brega ni por un segundo. En los días venideros desplegarán su labor, asentada en sus intereses, a través de las agencias de Inteligencia y sus espacios comunicacionales. Preste atención.

  • Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal