Edición n° 2712 . 25/04/2024

Fuentes Seguras. Francia

El rechazo masivo a la OTAN. El trasfondo del voto a Le Pen y Mélenchon. El dilema de Macron. La situación económica. Globalismo y comercio internacional. El gaullismo. Apuntes históricos. Tercera vuelta electoral. Ayer y hoy.

Por Gabriel Fernández

Puede estar seguro de que los estadounidenses cometerán todas las estupideces que puedan pensar, además de algunas que están más allá de la imaginación/ No será ningún estadista europeo quien unirá a Europa: Europa estará unida por los chinos.

Charles de Gaulle

Hace una semana terminaron los comicios galos, pero los ciudadanos podrán volver a votar en pocos meses. El 12 y el 19 de junio se realizará la “Tercera vuelta”; así se ha denominado a las elecciones legislativas, que determinarán el poder parlamentario de cada franja política. El panorama previo va quedando atrás y la nueva cita se presenta complicada para Emmanuel Macron. Es la primera vez desde 2002 que un presidente alcanza un segundo mandato, y es tradición en Francia que el desgaste, incida. También lo es el llamado voto de conciencia, propio de las instancias que esquivan definiciones ejecutivas.

EL TRASFONDO DEL VOTO. En la primera vuelta electoral, un espacio mayoritario de los votantes franceses planteó su rechazo a la participación de su país en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Curiosamente, todos los que respaldaron ese espacio con dos alas, coincidieron en la necesidad de una mejora salarial extendida y del fortalecimiento del Estado. Marine Le Pen obtuvo un 23,15 por ciento de las preferencias, mientras que Jean-Luc Mélenchon logró el 21,95 por ciento. Macron, actual presidente, alcanzó en esa instancia el 27,85 por ciento.

Lo registró este periodista pero, antes de la contienda, lo había admitido el gran cazador de populistas europeo: el diario El País apuntó con preocupación que “Si no hubiera tantas similitudes entre Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon no se produciría un trasvase de votantes de un partido hacia el otro. El fenómeno migratorio está demostrado demoscópica y sociológicamente. La lideresa del Frente Nacional ha sabido atraerse a viejos militantes del Partido Comunista, sobre todo en los yermos posindustriales. Y las opciones más ambiciosas de Mélenchon (de la formación Francia Insumisa) al Elíseo pasan por recuperarlos. Erigirse en un líder carismático que compagina la nostalgia sesentayochista con la antiglobalización”.

El medio que se presenta como el periódico global, se explicó bien: “El paralelismo entre ambos extremos compromete aspectos de programa tan elocuentes como la salida de la OTAN, el abandono de la Unión Europea y la consolidación de un modelo proteccionista. Ambos quieren devolver al Estado un papel central de tutela y atribuciones. Sospechan de la banca privada”, lo cual les llevaría a establecer “Una Francia ensimismada y autosuficiente. Así la quieren la extrema derecha y la extrema izquierda en su amplia zona de intersección”. El escandalizador planteo solo es concebible, percibe El País“en el populismo y la utopía”. Se siente obligado a desenmascararlos, entonces: “se cobijan respectivamente en el eufemismo semántico del ´proteccionismo solidario´ y del ´nacionalismo económico´”.

Por si quedan dudas, refrenda que “Dos hábiles telepredicadores son los líderes de la extrema derecha y la extrema izquierda. Representan ambos no a un partido, sino un modelo de proyección personal que se recrea en el populismo, el antisistema y el hartazgo de sus compatriotas con la política convencional”. Tal vez la última línea resulte la más interesante, pues efectivamente hay un hartazgo. Vale puntuar, para complementar y visualizar con mayor precisión, que en la segunda vuelta, que permitió la victoria de Macron, se constató un abstencionismo del 28,2 y que un 17 por ciento de los votantes originales de La France insoumise (Francia Insumisa) se volcaron hacia Rassemblement National (Agrupación Nacional). Así, en el desagregado de los sufragios puede entreverse que la oposición anti OTAN conjugó obreros, empleados … y jóvenes.

UN PENSAMIENTO PRESENTE. Se avecina una era en la cual el nuevo equilibrio parlamentario exigirá negociaciones constantes. Sin embargo, como esos tres grandes asuntos admiten escasez de grises, la traba institucional amenaza el despliegue oficial. Es que no es lo mismo pertenecer a la OTAN que no pertenecer a ella. Entre 2017 y 2022 la bancada de La République en marche (La República en Marcha) decreció notablemente y el próximo comicio puede suscitarle nuevas bajas. Los encuestadores prevén una victoria del oficialismo, pero con un “poder vaporizado”; para evitar eso, sus operadores están accionando en varias direcciones: por un lado convocando a las fuerzas liberal conservadoras dispersas a sumarse a LREM, por otro acentuando desde los medios la tendencia de los lepenistas a retacear su asistencia a los comicios parlamentarios.

El objetivo de Francia Insumisa contiene muchos bemoles. Su dirigencia anhela una cohabitación: “Pido a los franceses que me elijan primer ministro”, dijo Mélenchon después de quedar a las puertas del ballottage en la primera vuelta. ¿Cómo? Obteniendo una mayoría en las legislativas de junio. El problema es que sus votantes, que rechazan abiertamente a Macron, pueden evaluar innecesario ocupar ese puesto dentro de un gobierno inhóspito. Y quizás las fuerzas cercanas (ecologistas, comunistas, socialistas) reflexionen de modo semejante. ¿Votar a una corriente caracterizada como de extrema izquierda para terminar integrando una gestión que encarna lo contrario?

Como bien explicó en el aire de la Gráfica el experto Walter Formento, la demonización de Marine Le Pen no se asienta en la necesidad de establecer una barrera contra el nazismo, con el cual la OTAN colabora en Ucrania, sino en la desesperación de las corporaciones financieras para mantener a esa antigua nación dentro de su égida político económica. En ese esquema, Macron es la figura más potable del mundo dirigencial, pero no configura una garantía en toda la línea. Aquí está la sorpresa: aunque a diferencia de sus dos opositores el presidente se ha mostrado dócil a los dictados rentísticos, la misma acción de gobierno lo viene llevando a discrepar por lo bajo con la orientación reinante.

El rumbo económico cotidiano ha gestado un malestar social imponente, atemperado en público por la pandemia pero todavía presente a lo largo y a lo ancho de la tierra de Asterix. Eso había quedado evidenciado -así lo apuntó en nuestro programa especial la periodista de AFP Liliana Samuel– en el movimiento definido como Chalecos Amarillos y, claro, en el incremento de votos opositores. Las sanciones impuestas en Eurasia por el bloque anglosajón que comanda la OTAN vienen complicando aún más el horizonte pues a la naturaleza misma del ajuste se le suman tres ítems decisivos: gas, petróleo y comercio exterior. Por lo tanto, la administración tricolor ha pasado a ser una objetora de la radicalidad del contraste promovido desde el Norte contra Rusia.

Como trama interior de todo el debate, bien puede decirse que estimar anulado al gaullismo configura una verdad superficial –no aparece encauzado en una formación- y un error conceptual –emerge por aquí y por allá-. En su seno siempre latieron vertientes, entre las que se destacaron la tradición cultural y la tendencia modernizadora. La visión humanista, cristiana y social del general Charles de Gaulle alimentó un pensamiento con principios y aristas tan hondas como variadas, y estableció una visión patriótica e independentista que se cuidó de no derivar en el aislamiento. Entre los ejes de esa cosmovisión se destaca la distancia del capitalismo en su versión anti estatal y del socialismo revolucionario hiper estatista, en busca de una “tercera vía”: la asociación entre capital y trabajo bajo la protección del Estado para garantizar la justicia social.

LOS EJES DEL PROBLEMA. Retomamos entonces observaciones propuestas en textos anteriores. Pese a la propaganda de los medios occidentales, nadie quiere salirse de la coalición llamada Unión Europea (UE). Ni Le Pen, ni Mélenchon, ni mucho menos Macron. Los dos primeros intentan su reformulación y el jefe de Estado se percibe cómodo en ese marco. El problema de esta tríada que lidera las preferencias radica en la OTAN, que se ha desprendido de las necesidades de la UE y pretende imponer la continuidad de un régimen globalista ruinoso a través de acciones bélicas sobre las potencias multipolares. Sin embargo, las ataduras macrónicas al “sistema” son mucho más fuertes que las de sus contendientes; de allí que se convirtiera en la opción menos problemática para el poder. Lo cual dista de ser la opción deseable.

A decir verdad, Francia observó con agudeza el sendero que condujo al Brexit pero concluyó que la apuesta británica -que después de 2020 se reelaboró en base a nuevos acuerdos con la UE-, posicionó a esa isla en el monte de quienes conducen el proceso, despojándose de los incómodos condicionantes impuestos por Donald Trump y por las mismas naciones del Viejo Continente. El acuerdo comercial e infraestructural europeo con China a comienzos de 2021 fue suscripto aceleradamente para impedir el boicot de los globalistas e iniciar el vínculo multipolar. Enseguida, el arribo forzado de Joseph Biden -¿cuál fue el resultado de esa elección?- inició el intento de reposicionamiento financiero que hoy se evidencia en Ucrania pero tuvo antecedentes ofensivos en Bielorrusia, Kirguistán y Kazajstán.

La resistencia del eje franco alemán –basada en necesidades económicas concretas- fue desmantelada sobre fines del año pasado y la OTAN subordinó a la UE, forzándola a asumir posturas internacionales que dinamitan tanto su producción como las relaciones comerciales con los emergentes. Como se verá, la tensión atlantista damnifica más a los “aliados” que a la potencia que lidera Vladimir Putin y, por supuesto, a la China de Xi Jingpin(El lector perspicaz recordará que en los años posteriores a la Revolución Francesa el clima político parecía indicar que la misma no se había realizado y la opinión difundida parecía liderada por una filosofía conservadora. Pero sí había ocurrido y en poco tiempo se consolidaría).

CUENTAS Y REPRESENTACIONES. Vamos que venimos. La primera vuelta de las elecciones legislativas del año en curso se llevará a cabo el 12 de junio; la segunda, el 19 de ese mes. Se elegirán 577 diputados de la Asamblea NacionalFrancia se encontrará ante sí misma diseñando una puerta de salida para el atolladero presente. Este túnel oscuro con derivación luminosa empezó a establecerse en 2017, cuando los resultados fueron atípicos para su historia electoral. Por entonces, ninguno de los dos partidos tradicionales del país, Los Republicanos y el Partido Socialista, lograron arribar a la segunda vuelta. Como se sabe, el vencedor de las presidenciales fue Macron y la caída de aquellas fuerzas se encabalgó con el desarrollo de Agrupación Nacional y Francia Insumisa.

Un apunte para entender cómo funciona. Los 577 diputados del Parlamento que forman la Asamblea son elegidos por cinco años mediante un sistema de dos rondas. Un candidato que recibe una mayoría absoluta de votos válidos y un total de votos igual al 25% del electorado registrado es elegido en la primera vuelta. Si ningún candidato alcanza este umbral, se lleva a cabo una segunda vuelta entre los candidatos que recibieron un total de votos igual al 12,5% del electorado. Se elige al candidato que reciba más votos en la segunda vuelta. Parece complicado pero tras beber un trago de la poción de Panoramix, los franceses sacan las cuentas y lo resuelven.

CONTINUIDADES. Desde su origen, los pueblos celtas de la región se diferenciaron de otros y fueron bautizados galos por los romanos. Si las peleas resultaron intensas, vale apuntar que a partir de su unidad y fortalecimiento, con Felipe II, la zona de conflicto más profunda se registró con aquellos que poblaban lo que hoy se conoce como Inglaterra. La Guerra de los Cien Años duró, en realidad, 116 (1337 – 1453) y de allí manó un Renacimiento que posicionó a la Francia como una de las naciones más importantes del mundo. Las vicisitudes posteriores –algunas trascendentes para el derrotero humano en general- no terminaron de limar ese encono ni evitaron el despliegue de una cultura que ha sido caracterizada occidental por comodidad, aunque porta una filosofía intrínseca bastante diferenciada de la anglosajona.

No ahondaremos aquí en estudios que varios especialistas de fuste ya llevaron adelante. Sólo cabe señalar que por estas horas el pueblo francés no está satisfecho con la situación económica interna que debe afrontar ni con el posicionamiento internacional de su Estado ante el planeta. Esto quedará evidenciado en las elecciones venideras, pero sobre todo en la dinámica que el clima social impondrá con posterioridad. Los argentinos que se perciben integrados al “mundo” por admirarse ante La Marsellesa en vez de emocionarse con nuestro Himno Nacional, padecerán nuevas decepciones. La lectura de La Nación apaciguará parte de esa angustia, pero no modificará la realidad.

La realidad, ese factor en movimiento, se revela bastante terca.

§  Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal