Elon Musk en el gigante asiático. Los tiempos cambian, aunque también se imbrican. Donald Trump, las dificultades de los EEUU para revivir la grandeza. Los BRICS + no piensan retroceder.
(Por Gabriel Fernández *)El proceso que permitió a Elon Musk adentrarse en el gigante asiático. Los tiempos cambian, aunque también se imbrican. Tras la asunción de Donald Trump, es preciso observar las dificultades de los Estados Unidos para revivir la grandeza. Los BRICS + ni siquiera consideran la posibilidad de retroceder. La nave adecuada.
(Por Gabriel Fernández *)
TIEMPOS ENLAZADOS. La necesidad de simplificar el panorama para aprehenderlo mejor, es propia de cualquier tipo de observadores. Y merece calificarse como razonable. Sin embargo, la descripción sencilla no evita la complejidad de los procesos. A lo largo de la última década del siglo XX y la primera del que nos sorprende con tantas novedades, la economía mundial se imbricó. A diferencia del tramo previo, con dos bloques muy definidos, los espacios se fueron enlazando y esa trama dejó vencedores y vencidos. Se ha dicho que para ver claro, basta con cambiar la dirección de la mirada.
Ante los ojos ciegos de los Estados Unidos y Europa Occidental, el gran capital financiero se enseñoreó. Primero devastó los territorios periféricos, luego alineó a las cercanías ya definidas y con posterioridad se lanzó a absorber los recursos del centro. Entre varios factores, cabe evaluar como herencia de esa travesía un planeta conectado. Muy desigual, demasiado desequilibrado, pletórico de injusticias, pero conectado. Si algo faltaba para esa amalgama, se desplegó internet y, a su través, otra modalidad comunicacional.
Es pertinente tomar en cuenta al dato porque, si bien en la actualidad estamos viviendo un notable cambio de época, con modelos que contrastan e intereses destinados a colisionar, todo sucede en medio de articulaciones pre existentes que fueron hallando su lugar -o pretenden hacerlo- en el nuevo diseño. El estratega Henry Kissinger, como narramos aquí, se encargó de insertar un zapato en la puerta del futuro para habilitar el acceso al mismo de zonas que parecían disolverse en las brumas de la historia. Lo hizo desde el análisis, y otros lo intentan en la práctica.
EL ACERCAMIENTO ESTRATÉGICO. Aunque el empresario productor de automóviles eléctricos, baterías eléctricas y naves espaciales, Elon Musk, estuvo al lado del hoy presidente norteamericano Donald Trump durante el tramo reciente, y piensa persistir en esa ruta, nunca quebró el vínculo con la dirigencia estatal de la República Popular China. El enlace (¿el nexo?) lleva más de una década, como atestiguan sus 213 millones de seguidores en X. La revista Forbes se tomó el trabajo de recopilar y estudiar los comentarios de Musk sobre China en 110 twits publicados a lo largo de ese período.
Entre las publicaciones en X (antes conocido como Twitter), las declaraciones públicas y los actos inversores, es posible entender la relación del empresario con China y permiten atenuar los impactos promocionales para situarse en la vida política. El fundador de Tesla y SpaceX, como se sabe, ha sido habilitado por el jefe de Estado norteño para asumir un rol trascendente en la las tareas económicas de los Estados Unidos durante los años venideros como su asesor y director de DOGE, esa nueva organización creada para “recortar el gasto”.
Musk, al descubrir el nuevo sitio que el coloso asiático se había ganado en el panorama planetario, y al percibir que sus indicadores preludiaban un crecimiento indetenible, inició una paciente labor de aproximación. Primero, elogió logros evidentes pero negados por la prensa concentrada occidental, como la infraestructura y el sistema ferroviario de alta velocidad de China. Más adelante, destacó su programa espacial, aplaudió sus políticas energéticas y hasta recomendó a sus seguidores a conocer el Dragón. Se cuidó de direccionar los halagos: etiquetó cuentas de medios estatales chinos.
El lector comprenderá que, si el gobierno orientado por Xi Jingpin no hubiera querido escuchar esas alabanzas, solo necesitaba dejarlas correr. Pero una nota sonó en los oídos adecuados y los comentarios pasaron a convertirse en situaciones. Aunque existen quienes informan sobre gestiones pre existentes, es posible confirmar que el acercamiento de Musk a los líderes chinos comenzó en octubre de 2015. Por entonces, en una visita a la Universidad Tsinghua en Pekín, el empresario ventiló que estaba negociando la apertura de una planta.
Avanzado el año 2016, felicitó a China por el lanzamiento de un cohete de carga pesada, etiquetando la cuenta de la agencia oficial, Xinhua. Cuando un segundo lanzamiento falló, el multimillonario objetó los cuestionamientos y expresó su respeto por los constructores. Mientras dirigentes y medios estadounidenses se solazaban con el “fracaso” asiático, Musk elogió la industria del país: “El progreso de China en infraestructura avanzada es más de 100 veces más rápido que el de Estados Unidos”, afirmó.
La conexión se estableció con un vigor tal que, en una ocasión, respaldó a China en contra del rubicundo. Se alejó del consejo asesor empresarial de Trump en junio de 2017 tras la decisión de retirar a los Estados Unidos de los Acuerdos Climáticos de París, y señaló que “En virtud del acuerdo de París, China se comprometió a producir tanta electricidad limpia para 2030 como lo hace Estados Unidos a partir de todas las fuentes en la actualidad”.
Unos meses después, en marzo de 2018, cuando Trump instó a China a morigerar su déficit comercial con los Estados Unidos, Musk, que en esa instancia bregaba por mantener a Tesla en medio de dificultades financieras, respondió en una serie de publicaciones quejándose de las reglas comerciales desiguales entre los dos países. “Un auto estadounidense que va a China paga un arancel de importación del 25%, pero un auto chino que llega a Estados Unidos solo paga el 2,5%”, admitió, para luego retomar la ¿alianza? con esta frase: “China ya demostró que está dispuesta a abrir sus mercados y creo que harán lo correcto”.
En los Estados Unidos no se brindó trascendencia al planteo de Musk, pero en China sí. Un mes más tarde, el presidente Xi Jinping anunció que reduciría los aranceles de importación de vehículos, medida que recibió elogios públicos del dueño de Tesla. En julio de 2018, firmó un acuerdo con las autoridades chinas para construir su planta en Shanghái y obtuvo préstamos a bajo interés de bancos estatales chinos para financiar la construcción. Tesla se convirtió en el primer fabricante extranjero de autos en tener el 100 por ciento de la propiedad de su subsidiaria en China. Nada obturó, claro, el control integral del Estado sobre la economía local.
En ese período, Musk trabajó junto a Li Qiang, un alto funcionario de Shanghái que en 2023 fue ascendido a primer ministro, quedando solo detrás del presidente en el orden jerárquico del Partido Comunista Chino. “Acabo de terminar una visita increíble de tres días a China”, tuiteó el empresario estadounidense, emocionado por la conclusión del acuerdo, y agregó que había disfrutado una “discusión profundamente interesante” con el entonces vicepresidente, Wang Qishan. La fábrica en Shanghái, inaugurada en diciembre de 2019, significó un gigantesco impulso para Tesla.


GANAR GANAR. Las ventas en China se multiplicaron por ocho. En 2024, los clientes chinos compraron el 36,7% de todos los autos de la compañía de Musk, convirtiendo a China en el mayor mercado de la empresa, por encima de los Estados Unidos. La fábrica, que también exporta autos a otros países, produce más de la mitad de los vehículos a nivel mundial. Los bajos costos de mano de obra e insumos en China alzaron los beneficios de la compañía, llevando sus acciones a dimensiones estratosféricas.
Cuidado con suponer que el único beneficiado fue Musk. La aquiescencia china también fue una estrategia destinada a propulsar la industria local de vehículos eléctricos. Como se sabe, una gran industria necesita del entorno. Firmas del Estado, cooperativas, pymes, se vieron dinamizadas por Tesla. Su demanda de materiales fomentó el desarrollo de proveedores como CATL, que pasó a ser el mayor fabricante mundial de baterías. Mientras tanto, China empujó el avance de BYD, hasta transformarla en la mayor fabricante de vehículos eléctricos del orbe.
Musk, aunque favorecido, es una parte del dinámico esquema chino. En este espacio lo venimos indagando al abordar el modelo canalizado hacia DeepSeek y el paradigma de Ecosistemas Tecnoindustriales Interpenetrados. El interesado hallará rastro de esa labor en alguno de los videos aquí incluidos y en el artículo sugerido más abajo. En sintonía, recomendamos el material presentado por El Tábano Economista en su más reciente edición.
Sigamos. A lo largo de la intensa campaña presidencial de 2024, las opiniones de Musk favorables a China lo llevaron a chocar con algunos sectores de la coalición MAGA, especialmente en temas delicados como la inmigración. “Los inmigrantes de China y otros países asiáticos han hecho contribuciones increíbles a Estados Unidos”, tuiteó en respuesta a una noticia sobre el aumento de inmigrantes chinos cruzando ilegalmente la frontera entre los Estados Unidos y México.
Dentro del trumpismo hay un escueto remanente de globalistas, pero quienes hegemonizan -y ahí está la batalla presente- son los productivistas mundiales y los nacionalistas industriales. No se llaman así, claro, pero vale para identificarlos. Está claro el lugar escogido por Musk. Ambas vertientes merecen las pullas de Davos y las grandes corporaciones financieras, como se visualiza sin esfuerzo ante las campañas públicas de los medios y sus bombas de racimo, ostensiblemente conducidas por los conglomerados rentísticos a los que pertenecen.
Tiene su gracia comprobar que tantos líderes surgidos sobre el arranque de siglo, agitan las banderas de la democracia y el antifascismo para rebatir una coalición que les produce pánico. Lo veremos más adelante.
En marzo, cuando su futuro socio de DOGE, Vivek Ramaswamy, criticó la dependencia del ejército estadounidense de China para materias primas, Musk respondió: “Tanto Estados Unidos como China dependen enormemente el uno del otro”. Ramaswamy había comentado en su podcast que Musk “saltaría como un mono de circo si Xi Jinping lo llamara en un momento de necesidad”. Dejando de lado la expresión, destinada a menoscabar la figura en cuestión, es preciso indicar que don Vívek sabía de qué estaba hablando.
Este periodista piensa (lo felicito doctor, sano ejercicio): Es probable que, sin el arrasamiento generado en los Estados Unidos por la región financiera parasitaria, acciones económicas como la desplegada por Musk en China no hubieran tenido lugar. La voluntad y el ingenio de un protagonista no alcanza para gran despliegue si no tiene una base de sustentación profunda. El trumpismo existe, entre otras cosas, porque el liberalismo antiproductivo y por tanto, paradójicamente antinacional, campeó con el Consenso de Washington y deterioró herramientas esenciales de la economía norteña.
Ahora vamos sobre las consecuencias, que no son otra cosa que las posibilidades que quedan abiertas. Es que tampoco alcanza con definir objetivos correctos para acertar. En sus primeros pasos, Trump empieza a percibirlo.
EL CAMINO HACIA EL CAOS. En los años recientes, pudo visualizarse lo que el economista e investigador Michael Hudson denominó el Camino al Caos. Como contracara hilvanada, en estas páginas se ha titulado El sendero de la multipolaridad. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con el liderazgo demócrata norteamericano, hundió a Alemania y a buena parte de Europa Occidental al obligarlos a atemperar los vínculos comerciales e inversores con China, al originar conflictos para canalizar recursos hacia las corporaciones armamentísticas, al disponer sanciones boomerang y al destruir el Nord Stream.
La entidad atlantista disciplinó de modo humillante a la Unión Europea, sin ofrecer mejoras a cambio. En cierto punto, se conminó a las naciones que forjan la alianza política, a efectuar un salvataje semejante al previo para los mega bancos, de las corporaciones que los contienen y de unos Estados Unidos raquíticos cuyo Estado anula los elementos que lo podrían vivificar. Así, según el autor citado, “Alemania y Europa en su conjunto se convertirán en ofrendas de sacrificio en nuestro desesperado pero inútil esfuerzo por salvar el Imperio estadounidense. Aunque Alemania no acabe inmediatamente con una población emigrante y reducida como Ucrania, su destrucción industrial está muy avanzada”.
El 23 de enero del año en curso, Trump declaró en el Foro Económico de Davos: “Mi mensaje a todas las empresas del mundo es muy sencillo: vengan y fabriquen su producto en Estados Unidos y les daremos uno de los impuestos más bajos de cualquier nación del mundo”. De lo contrario, si siguen intentando producir en casa o en otros países, sus productos recibirán aranceles del 20%. El horizonte salta a la vista. A menos que resulten amenazados de modo directo y personal, los directorios de las empresas productivas convocadas han de preguntarse por qué y, también para qué se promueve semejante modificación estructural.
Hudson efectúa dos observaciones clave:
- Para Alemania esto significa: “Lamento que vuestros precios de la energía se hayan cuadruplicado. Vengan a Estados Unidos y consíganlos a un precio casi tan bajo como el que pagaban a Rusia antes de que sus líderes electos nos permitieran cortar el Nord Stream”.
- La gran pregunta es cuántos otros países permanecerán tan callados como Alemania mientras Trump cambia las reglas del juego: el orden basado en reglas de los Estados Unidos. ¿En qué momento se alcanzará una masa crítica que cambie el orden mundial en su conjunto?
El problema radica en que, si bien la intención re industrializadora trumpiana es correcta al intentar detener el vaciamiento que implica la persistencia globalista, nadie ignora que los Estados Unidos se han convertido en un pantano con el mayor nivel de endeudamiento del planeta, y que su moneda decrece en importancia a medida que los BRICS +, sin hacer bulla al respecto, acrecientan la comercialización en divisas propias y abren las puertas a las inversiones productivas. El eventual accionar para posicionar a la potencia del Norte en lugar de primacía, desequilibraría hondamente la balanza de pagos y los tipos de cambio, colocando al mundo (interrelacionado) ante el abismo del crack financiero.
Es decir, el deterioro estadounidense es tan profundo que sólo podría resolverse de un modo inaceptable para su espíritu. Admitiendo ocupar el lugar de una gran nación, pero resignando el de líder mundial sin discusión. Lo había anticipado el presidente ruso Vladimir Putin, lo evaluó elegantemente su par chino Xi Jingpin. Con otras palabras, han sugerido a los Estados Unidos y a Europa convertirse en potencias multipolares, sumarse al nuevo rumbo planetario productivo, aceptar las reglas de juego –Carta de la ONU– y crecer en la medida de sus posibilidades.
Este narrador estima que la oferta sigue en pie, que los votos de confianza que recibe Trump por estas horas desde esos países constituyen manos tendidas. Sucede que el bloque euroasiático sabe que, de otro modo, las confrontaciones se renovarán. ¡Qué encrucijada! Mientras el estentóreo entiende que ese es el camino, está atorado por la absurda filosofía que describe un Destino Manifiesto irreductible.
LAS DIFICULTADES. Los indicios ya son palpables. Existen dos dilemas bien cercanos, que pueden encararse a los gritos, pero no resolverse a los gritos. El flamante jefe de Estado norteamericano pretende que sus socios del subcontinente, México y Canadá, se adecúen a sus necesidades político económicas. Aranceles por aquí, aranceles por allá, los rubros involucrados son demasiados como para que los vecinos acepten mansamente los nuevos diseños. La cuestión migratoria azteca involucra, junto al drama humano, todo un esquema de producción en la agricultura y de tareas en los servicios de maestranza en general. En Canadá, el ensamblaje de vehículos es básico para sostener un maquillaje de potencia.
La imposición de fuertes aranceles y otras barreras comerciales impactaría sobre los tipos de cambio, pues privaría a los vecinos de dólares. El resultado de estas políticas sería una caída de la oferta de dólares de México. Canadá se enfrentaría a una situación correlativa en su balanza de pagos. Es que la contrapartida de las fábricas maquiladoras son las plantas de autopartes. Como se observa, el panorama tiene un fino hilo conductor con el europeo. Para clarificar, es posible indicar que los Estados Unidos solicitan al hemisferio Norte que incremente aspectos de su deterioro para beneficiarlos. ¿Por qué lo haría?
De allí que, cabe insistir, aunque la determinación trumpiana de re impulsar la industria es válida y configura una exigencia vigorosa de su electorado, el equilibrio planetario impide que el resto de las naciones se subordine a la unipolaridad con el objetivo de hacer a Norteamérica grande otra vez, como reza el slogan. En todo el enigma subyace una idea extendida en los años 80: el bloque anglosajón debe ser protegido para garantizar la prosperidad de Occidente. Bueno, eso ya no existe. (Casi) nadie va a sacrificar su economía para beneficiar al mandamás, que ya no manda más.
Se incluye en el texto la palabra casi porque la Argentina parece forzar el tranco para respaldar al Norte y derruir su propio Estado y su interesante industria.
El resto, no está nada convencido.
Retoma Hudson: “Para que el sistema financiero internacional de servicio de la deuda funcione, una nación acreedora tiene la obligación de proporcionar a los países deudores la oportunidad de reunir el dinero para pagar exportando a la nación acreedora. De lo contrario, se producirá un colapso monetario y una austeridad paralizante para los deudores. Este principio básico debe estar en el centro de cualquier proyecto sobre cómo debe organizarse la economía internacional con controles y equilibrios para evitar tal colapso”.
Y apunta que, si México quiere evitar que su economía se hunda en la austeridad, la inflación, el desempleo y el caos social, tendrá que suspender los pagos de su deuda externa denominada en dólares. El mismo principio se aplica a otros países del Sur Global. Y si actúan juntos, estarán en condiciones “morales” de crear una narrativa realista e incluso inevitable de las condiciones previas para el funcionamiento de cualquier orden económico internacional estable. Así pues, las circunstancias están obligando al mundo a romper con el orden financiero centrado en Estados Unidos.
Es preciso reflexionar sobre los parámetros que cada nación se plantea para desarrollar una política económica relacionada con su política exterior. En esencia, los Estados Unidos parecen intentar fortalecerse con el argumento de “cuidar” al planeta de eventuales avances rusos o chinos sobre sus aliados. Pasa que la Federación y la República Popular han madurado lo suficiente como para evitar convertirse en amenaza. No quieren invadir Europa y los acuerdos que están desplegando en Asia y Africa son públicamente de común acuerdo con los países que se aproximan a la lógica BRICS + (OPEP +) y descreen de toda convulsión bélica. Por tanto, la gestión Trump necesita un libreto que la distancie nítidamente de la postulada por su predecesora.
LA CAÍDA OCCIDENTAL. Los Estados Unidos componen la única economía que carece de las restricciones financieras que limitan a otros países. Aunque los charlatanes liberales de los grandes medios hayan acostumbrado a una parte de su público a admitirlo sin vacilar, lo cierto es que se asienta en la posibilidad de emitir ad infinitum sin respaldo, lo cual es un sinsentido. Así se permite gastar por encima de sus posibilidades productivas, empapelando el globo con dólares sin base que el resto debe admitir en condición de reservas “como si el dólar siguiera siendo tan bueno como el oro. Y detrás de todo esto está la suposición de que, casi con el toque de un interruptor, Estados Unidos puede llegar a ser tan industrialmente autosuficiente como lo era en 1945”.
Por eso el especialista citado subraya que “Primero Gran Bretaña y luego Estados Unidos promovieron la ideología del imperialismo del libre comercio después de que sus políticas mercantilistas y proteccionistas les dieran una ventaja de costes sobre otros países, convirtiendo a esos países en satélites comerciales y financieros”. Concluye que “Trump ha descorrido esta cortina ideológica. En parte, se debe simplemente al reconocimiento de que ya esto no se puede mantener frente a la política exterior de Estados Unidos y la OTAN y su guerra militar y económica contra Rusia y las sanciones contra el comercio con China, Rusia, Irán y otros miembros de los BRICS. Sería una locura que otros países no rechazaran este sistema, ahora que su narrativa de fortalecimiento es falsa a la vista de todos”.
ASIA RUMBO A ASIA. Hacemos un alto para reflejar la contracara. Es un ejemplo reciente. Hace 48 horas, China y Tailandia firmaron 14 acuerdos que van desde inteligencia artificial, inversiones en vehículos eléctricos, cooperación espacial y energía nuclear. A qué se debe. China busca convertir a Tailandia en otra potencia fabricante de manufacturas en el Sudeste Asiático. Este país limita con otras naciones imbricadas con el Dragón, como Laos y Camboya, lo cual genera un efecto de agrupación para la cadena de suministro. La sintonía es visible: Los países de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) se vinculan aceleradamente con China, para obtener una elaboración de primer nivel, como Tailandia con las fábricas de BYD. Todo esto viene con premio, pues se otorga máxima prioridad a las inversiones en infraestructura.
¿Se percibe la diferencia, lector?
Vale pasar revista. El grupo de los emergentes fue conformado inicialmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Esta etapa fue lanzada en 2010 tras la incorporación del último país mencionado a la ya existente organización BRIC. En agosto de 2023, en la XV Cumbre de los BRICS, en la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica, se anunció la entrada para el 1 de enero de 2024 de seis Estados miembros plenos. Cuatro países se integraron al grupo: Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán. El nuevo presidente de la Argentina, resolvió no ingresar –rechazó todo vínculo con China por “comunista”, algo que jamás se permitió Musk, como hemos visto-, en tanto Arabia Saudita mantuvo congelada su inscripción. En octubre de 2024, en la XVI Cumbre, en Kazán, Rusia, los BRICS crearon para el 1 de enero de 2025, la categoría de Estados miembros asociados. Los siguientes 13 países fueron aceptados en esa dimensión: Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, ¡Turquía!, Uganda, Uzbekistán y Vietnam.


LAS DOS PARADOJAS. De semejante panorama surgen dos situaciones extraordinariamente paradojales. Por un lado, las corporaciones financieras y su ariete atlantista dejan de lado la cacareada democracia liberal y caracterizan como dictadores y autócratas a los dirigentes escogidos por el voto libre directo y secreto. Cuando pueden, desestabilizan, golpean o, al menos, desprestigian a las sociedades en cuyo nombre realizan las imposiciones. Combaten la democracia agitando la bandera democrática. Por otro, algunas de las empresas más importantes del actual período capitalista, se radican en los países BRICS + e instalan allí sus plantas productivas. Quedan inmersas en mercados crecientes, consiguen acuerdos impositivos favorables, tienen a mano recursos básicos y energía en precio razonable.
Al comienzo de la nota, se hizo referencia a los tiempos enlazados. En este cierre, puede resultar de interés un complemento. Pese a la exactitud de las mediciones presentes -con el reloj atómico a la cabeza- el decurso humano tiene variantes más propias del océano que de las ciencias exactas. En ocasiones, ofrece una serena llanura azul y en otras un feroz oleaje que conmueve la mente y el corazón. Hay períodos en los cuales la placidez parece imposible de modificar; hay otros que impulsan la agitación hasta el paroxismo. Es muy difícil para el ser humano prever cuándo asomará un paisaje u otro. Quien averigüe cómo afrontar el futuro cercano tal vez logre construir la nave adecuada.
Estamos abriendo un nuevo sendero en estas Fuentes Seguras. Algunos contactos informativos y reflexivos fueron deslizados en las redes por este periodista, pero el indómito verano convocó a una pausa. Era hora del reencuentro, lector. Gracias por estar ahí.
A lo largo de la mañana del domingo, llovió. Una borrasca empujada por vientos intensos. Quizás se trate de un estímulo para el descenso de la temperatura. En una de esas, no. El sol parece pertinaz.
Como los intereses profundos de algunas naciones.
Esos factores deben orientar el análisis para arribar a la comprensión. Cuando nos guiamos por fotos y gestos rimbombantes, quedamos atrapados por los golpes de efecto.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
Pintura. El jardín de las delicias. El Bosco (portada e interior)