El Gobierno de Macron está cada vez más solo en la Asamblea, mientras el ministro de Interior acusa a la extrema izquierda de querer «herir e incluso matar» a los policías
Francia celebra este martes la décima jornada de paro y protestas contra la reforma de las pensiones de Emmanuel Macron, que tiene al país en contra, y en la que el Gobierno afronta un desafío: evitar que la violencia se desborde. En la última semana y media, pero sobre todo el pasado jueves, las protestas han acabado con disturbios, centenares de detenidos, heridos y enfrentamientos entre manifestantes y agentes.
La ecuación que Macron trata de resolver es difícil: calmar la cólera ciudadana en su momento álgido sin retirar la reforma, que es el origen de la crisis. Y evitar el caos en la calle, cada vez más enfurecida y en medio de críticas a la actuación de las fuerzas del orden. En los últimos días se han multiplicado las denuncias de violencia policial. El sábado, una protesta de carácter ecologista acabó en enfrentamiento entre policías y manifestantes. Hay dos en coma.
El presidente Macron reunió ayer a su primera ministra, Elisabeth Borne, a algunos miembros de su Gobierno y a los líderes de los grupos que le apoyan en el Parlamento (además de Renaissance, su partido, Horizons y Modem), para diseñar una estrategia de cara a la movilización de hoy, pero también en el plano político, pues el Gobierno cada vez está más sólo en la Asamblea y teme no poder aprobar las siguientes leyes que tiene en cartera, como la de inmigración.
MANO TENDIDA A LOS SINDICATOS
El Ejecutivo ha intentado calmar los ánimos tendiendo la mano a los sindicatos, aunque parece improbable que esta opción prospere, dado que tanto Macron como Borne han advertido que se hablará de todo menos sobre la reforma. Borne quiere ganar nuevos apoyos en el Hemiciclo, para evitar un bloqueo político y poder sacar adelante las siguientes leyes en cartera, como la de Inmigración.
«De momento no se atisba un final de la crisis, porque el presidente ha excluido la mejor solución, que es la de encontrar un equilibrio político. El Gobierno ha elegido, por el contrario, la vía de intentar fatigar a los manifestantes y esperar que la protesta se agote sola, porque una situación así no dura siempre», explica a EL MUNDO Sebastian Roche, investigador en la Universidad de Grenoble y experto en violencia policial.
«Hay riesgos muy importantes de desorden público de cara a la jornada de hoy», dijo el ministro del Interior, Gérald Darmanin, en rueda de prensa para anunciar el dispositivo de seguridad. Se esperan entre 650.000 y 900.000 manifestantes en todo el país, entre 70.000 y 100.000 en París, con un dispositivo de seguridad inédito: 13.000 agentes, 5.500 en la capital.
«Hay un movimiento nacional de cólera muy potente, con focos de tensión fuertes que ya van más allá de la reforma. El Gobierno ha reducido el movimiento a un enfrentamiento. La estrategia del orden que busca, la solución a esto, pasa por el compromiso político, no por poner más policías en las calles», dice Roche.
«ACTOS DE EXTREMADA VIOLENCIA»
«Desde el 16 de marzo las fuerzas del orden se han enfrentado a actos de extremada violencia», protagonizados por «radicales de extrema izquierda, que buscan herir e incluso matar a los policías», denunció Darmanin, que ha asegurado que muchos vienen del extranjero: «No protestan por la reforma de las pensiones, sino que buscan desestabilizar las instituciones». El ministro contabilizó más de 800 agentes heridos en la última semana y media, más de 2.000 incendios y numerosos actos de vandalismo contra edificios públicos o instituciones.
El Gobierno se defiende de las críticas asegurando que hay un nuevo de perfil de radicales que se ha colado en las protestas y los agentes son víctimas de ataques. «Hay un cambio en la naturaleza de las mismas, con individuos radicalizados que no estaban en las primeras jornadas de protestas», señaló el lunes la jefa de la Inspección General de Policía Nacional (IGPN), que estudia una veintena de denuncias presentadas.
Este ya es el tercer mes de la movilización nacional contra la reforma de las pensiones. Comenzó a finales de enero, cuando se aprobó la ley, con manifestaciones pacíficas y paros. La mecha de la calle se encendió hace semana y media, cuando Macron decidió aprobar la ley por decreto, saltándose el voto parlamentario.
Esto extendió la ira ciudadana, pues los franceses ven en esto un golpe a la democracia. A la reforma se oponen siete de cada 10 franceses y casi todo el arco parlamentario. La ley está ahora mismo en manos del Consejo Constitucional, que debe valorar si, como denuncian oposición y sindicatos, el procedimiento que se ha usado para aprobarla es inconstitucional.
Además de las manfiestaciones, hoy se esperaba bloqueos en el transporte, cancelaciones de vuelos y paros en las refinerías. El lunes se bloqueó el Museo del Louvre y varios institutos y la huelga de basuras en París va por su tercera semana, aunque se ha retirado parte de la basura para evitar que los manfiestantes la quemen, como ha ocurrido en la última semana.
Fuente: elmundo.es