Edición n° 2883 . 13/10/2024

Farmacoop: la primera empresa farmacéutica recuperada por sus trabajadores

Cuando en el 2016 se enteraron que el laboratorio donde trabajaban iba a cerrar, jamás imaginaron que lo recuperarían, lo volverían a poner en marcha y, seis años después, manejarían una empresa en crecimiento.

Una de las sedes de Farmacoop está ubicada en el barrio porteño de Villa Lugano, sobre su puerta principal, en letras grandes y algo despintadas se lee “Roux Ocefa», antiguo nombre de los primeros laboratorios del mundo recuperados por sus trabajadores. Al ingresar al edificio, ya no hay nada que identifique la vieja nominación de la empresa.

Un gran patio principal conecta todas las áreas: de tecnología médica, de productos cosméticos e higiene personal y de logística de medicamentos. Sobre la mesa de reuniones se dejan ver artículos de su producción: un test de covid, un alcohol al 70% y en gel, y una crema hidratante.

Nos dirigimos al área donde se fabrican los test rápidos serológicos, antes de ingresar fue necesario ajustarse a un riguroso protocolo, nos colocamos camisa, barbijo, cofia y botas, todos blancos y descartables, con la intención de no contaminar nada del proceso de fabricación. Allí, Bruno Di Mauro, presidente de Farmacoop, relata cómo fue el proceso en el que se convirtieron en sus administradores, narra los detalles con precisión porque es quien sobrevuela todas las áreas de la empresa, no sólo hoy ocupa un lugar de mucha responsabilidad, sino que fue uno de los primeros en comenzar la lucha por los puestos de trabajo.

“Fue en el 2016 cuando empieza un proceso de vaciamiento de los antiguos laboratorios que incluyó atraso en el pago de los salarios, falta de aportes patronales, deuda social, un momento de mucha incertidumbre y angustia por parte de los trabajadores”, afirma Bruno.

Luchar por recuperar la empresa no fue una tarea fácil, requirió días y noches enteras de ocupación del lugar, sin dormir, sin dinero y sin saber qué iba a pasar. Muchos abandonaron, por cansancio o falta de confianza.

Uno de los trabajadores de Farmacoop operando una máquina.

Bruno recuerda fascinado cómo fue ese camino que comenzó con la audacia de unos pocos, y el acompañamiento de muchos otros: “Los antiguos dueños habían roto los sectores para llevarse las maquinarias y el lugar estaba clausurado por la autoridad sanitaria. Entonces, nosotros fuimos quienes, durante todo el 2019 y parte del 2020, iniciamos un proceso de reconstrucción de dos plantas productivas totalmente destruidas”, explica.

La misma satisfacción muestra Edith Pereira, otra de las cooperativistas, al hablar de Farmacoop: “Yo entré a trabajar en el laboratorio en 1983, era muy jovencita y era mi primer trabajo, lo amaba y cuidaba mucho. Fue mucha tristeza darnos cuenta que la empresa nos había traicionado. Entonces, decidimos apoyar a algunos compañeros que querían pelear por su trabajo y hoy estamos felices de la vida, porque lo que conseguimos fue después de mucho esfuerzo”.

Aunque ya transcurrió algún tiempo desde que los cooperativistas tomaron el control de las plantas, Edith no deja de sorprenderse de que pueda ser ella quien tome las decisiones, en lugar de recibirlas de un jefe: “Nosotros pintamos estás paredes, todo lo que ves lo hicimos nosotros. Este es un proceso de mucho tiempo, donde venimos todos juntos, y es un largo camino, pero con mucho orgullo llegamos hasta acá”, señala.

Fue también importante contar con el apoyo del Estado para reconstruir el laboratorio que había quedado desarmado.

“A partir de diciembre del 2019 cuando se crea la Dirección de Empresas Recuperadas en el Ministerio de Desarrollo Social, es cuando empezamos a contar con un apoyo en términos de recursos, gestión administrativa, y acompañamiento”, describe Bruno, y subraya que a partir de los programas Potenciar Trabajo y Manos a la obra, pudieron adquirir maquinaria necesaria para poder producir de la manera en que hoy lo hacen.

En el 2020 cuando estaban por iniciar el proceso de habilitación de la parte de medicamentos, que era lo que históricamente hacían los laboratorios, empieza la pandemia y, por ese motivo, tuvieron que dar un giro en la estrategia de reactivación. A partir de ese suceso, comenzaron a fabricar otros productos de primera necesidad en la pandemia y durante el 2021 relanzaron una crema histórica de la antigua empresa llamada Aqualane.

Si bien el Estado los ayudó a poder levantarse, hoy eso les permite trabajar y ganar su propio dinero sin tener que pedir: “Nuestro objetivo es reactivar toda la línea de producción para dar la mayor cantidad de trabajo posible, para posicionarnos como un laboratorio que es capaz de competir en este mercado tan difícil que es la industria farmacéutica pero sobre todo, para saber que no dependemos ni de un cambio de gobierno, ni de un subsidio, sino que logramos la autonomía suficiente para lograr que esto siga funcionando”.

El equipo de trabajdores de Farmacoop.

Recién ahora, después de años de esfuerzo y fluctuaciones, los trabajadores pueden ver que la empresa está funcionando y dando más ganancias.

Edith y Bruno tienen un compromiso muy fuerte con la empresa, ambos la definen como su familia, tienen planes de expansión, expectativas de crecimiento, pero hay un sentimiento de hermandad que une a los cooperativistas que hace que esos sueños y anhelos trasciendan lo personal hacia algo más grande, lo social.

“Creemos que tenemos una responsabilidad, pero también tenemos el orgullo de saber que esto lo hicimos nosotros, que todas las paredes que ustedes ven acá, los durlock que ven, las áreas que ven, todas las armamos nosotros con nuestras manos y la cuidamos como lo que es, nuestra casa”, afirma Bruno.

Edith cuenta que tiene a sus hijos trabajando ahí y que compartir eso es un lazo de unión muy fuerte: “En ningún momento soñé que ellos iban a venir a trabajar, y ver eso me da un placer total. Entre todos, estamos logrando levantar esta empresa, y en el futuro queremos que nuestras familias la continúen, tenemos un largo camino y cada día con más entusiasmo”.

Los cooperativistas muestran sus producciones, agradecen que se difunda lo que crean, sienten la seguridad de saber que lo hicieron posible, que el esfuerzo valió la pena, que Farmacoop es su legado: “Me gustaría saber que este proyecto no se termina con nosotros, creo que esto tiene que quedar para los que vengan después y tenemos que entregarle una empresa que esté trabajando al 100%”, concluye Bruno.

«Entre todos, estamos logrando levantar esta empresa, y en el futuro queremos que nuestras familias la continúen, tenemos un largo camino y cada día con más entusiasmo.»

Edith Pereira