(Por Raúl Hutin*) Paso el periodo eleccionario y más allá de las pequeñas escaramuzas, de los cambios circunstanciales en las dos Cámaras del Congreso Nacional, los problemas fundamentales del país siguen ahí, indemnes, sin viso de solución aparente.
Como empresario y dirigente PYME, me preocupa, al igual que a la mayoría de la sociedad, en qué términos se está negociando el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que este se encuentra íntimamente ligado al devenir de nuestra economía, al desarrollo del mercado interno, a la calidad de vida de nuestro pueblo, a su posibilidad de educación, de suministro de salud, de trabajo digno y bien remunerado.
Leo en el periódico que nuestro Ministro Guzmán se reúne con la CGT para tener el apoyo de los sectores del trabajo, cosa que me parecería correcta si conociésemos de qué se trata el acuerdo. Pero los sectores de la producción y más precisamente de las pequeñas y medianas empresas que representamos el 95% de los establecimientos del país, estamos totalmente en ascuas.
Más allá de los reclamos, quiero dejar expresada mi opinión en un tema crucial para el futuro de cada uno de los argentinos y argentinas. Quedo claro después de dos años de arduas negociaciones que el Fondo no nos hará concesiones, ni de mayor plazo (mantendrá el máximo de 10 años), tampoco modificara el sistema de sobretasas impuesto por su estatuto a los países que se exceden en su límite prestable, pese a su co-responsabilidad política en la decisión del otorgamiento del crédito.
Trascendió que no pondrán trabas al crecimiento del país. Lo que no nos queda claro es si ese crecimiento sería homogéneo, equitativo a toda la sociedad o solo se referenciaran en los sectores agro-exportadores y concentrados de la economía, dejando al resto en la banquina.
Sin embargo confío plenamente en la palabra de nuestro Presidente que expreso en reiteradas oportunidades: “Primero los últimos”, “Nada firmaremos sobre el hambre de nuestro pueblo”. Pero sabemos que a partir de enero nomas, comienza el ajuste tarifario (pedido por el fondo), el ajuste cambiario (o sea el aumento del dólar oficial donde están anclados todos los precios de los productos de consumo masivo), el ajuste fiscal (pedido por el Fondo). Y seguirán otros que tendrán que ver con la receta ortodoxa vista en tantas oportunidades que ya perdimos la cuenta.
Lo que hay que poner en discusión sobre la mesa, es quien va a pagar la cuenta de la fiesta. ¿Tal vez aquellos que la disfrutaron por años, ahora se les caerá algo del bolsillo?
¿A los que ganaron en estos últimos dos años de pandemia cifras espeluznantes estarán dispuestos a hacer una contribución a la causa?. ¿A los que blanquearon dólares pero no lo trajeron y siguen acumulando en los distintos paraísos fiscales. Ellos no deberían ser los primeros en poner?.
El Sr. Presidente se comprometió a mandar el “Proyecto plurianual” el 6 de diciembre al Congreso Nacional. Pienso: ¿No es necesario, por la trascendencia del tema que esto se discuta en todo el seno del pueblo hasta que se convierta en carnadura y todos y cada uno tengamos claro el para que nuestro sacrificio?
El tiempo, ese animal sin tiempo, nos corre con la punta de su espada y una deuda impagable. Sectores de nuestra propia sociedad le hacen el eco necesario y amplificador. Comienza nuevamente el viejo y remanido truco del riesgo país, del dólar paralelo, de la inflación descontrolada. De hecho, si estamos re-negociando una deuda, ¿no deberíamos tomar todos los vencimientos y no seguir pagando cuando nuestras arcas están exhaustas?. Así ocurre en cualquier convocatoria comercial.
Nos corren con el tiempo, ¡si nada recibiremos una vez firmado el acuerdo!. Si tampoco podemos excedernos en los plazos, si pudimos sobrevivir a la mayor pandemia de la historia con nuestros propios recursos. ¿Por qué el apuro de firmar?. Debemos hacer que el tiempo juegue a favor nuestro, para hacer caja, para fortalecer las reservas, para hacer musculo en el aparato productivo ya que si vamos a enfrentarnos a un enemigo tan poderoso, preparémonos en toda la regla. Preparemos a nuestra sociedad a que “Si tenemos que pelear en bolas, como nuestros hermanos los indios, así lo hagamos”.
Nuestros agricultores pondrán el grano necesario, nuestras mineras sacaran de la tierra el mineral maduro para enriquecer las arcas y nuestros mares nos ofrecerán toda su riqueza para que amanezca una nueva y gloriosa Nación.
Solo necesitamos que nuestra dirigencia oriente todos los vectores en la misma resultante, que sujete las riendas con la mano fuerte y el brazo extendido para que el poderoso sepa que es la hora de aportar a favor del pueblo y entonces el ejemplo revolucionara al mundo y Latinoamérica nos apoyara con un solo grito.
Tengamos el capital necesario y suficiente para hacer crecer aún más la industria, para tener saldos de exportación aún más abultados que nos permitan comprar en cualquier país del mundo aquello no fabricado en el país. Las PYMES estamos preparados como nunca a dar batalla, pero nunca a renunciar a nuestra soberanía, a nuestra independencia económica, a la justicia social que nos merecemos y supimos conquistar.
Sé que es un punto clave el déficit fiscal, pero si le ofrecemos lo inverso, o sea el lugar de restricciones, aumentar la recaudación a partir de poner en marcha el circulo virtuoso de la economía, el resultado final sería el mismo y el país podría honrar su compromiso de pago a partir del crecimiento. “Los muertos no pagan” fue la vieja frase de Nestor. Honremos su memoria actuando como tal.
Raul Hutin
Secretario de la Central de Entidades Económicas Nacionales (CEEN)