Estados Unidos está anunciando abiertamente que podría hacer en Ucrania contra Rusia lo que ya hizo en Afganistán contra la URSS. De paso, vale la pena resaltar que en el papel que desempeñaron en Asia los yihadistas de Osama ben Laden tendríamos en Europa a los neonazis de la plaza Maidan.
por Manlio Dinucci
Suecia desplegó tropas en disposición de combate y vehículos blindados en la isla de Gotland, situada en el Mar Báltico a 90 kilómetros de la costa oriental sueca. Según el ministerio sueco de Defensa, se trata de defender la isla de amenazantes buques rusos de desembarco que navegan cerca de ella. El Reino de Suecia se suma así a la frenética campaña con la cual Estados Unidos y la OTAN invierten la realidad para presentar a Rusia como una potencia agresiva que se prepara para invadir Europa.
Al este de la isla de Gotland, a 130 kilómetros, Letonia está en estado de alerta –al igual que Lituania y Estonia– frente al enemigo inventado que supuestamente está a punto de invadirlas. Como «defensa contra la amenaza rusa», la OTAN ha desplegado 4 batallones multinacionales en las tres repúblicas bálticas y en Polonia.
Italia participa con cientos de soldados y vehículos blindados en el despliegue militar de la OTAN en Letonia. Italia es además el único país que ha participado en todas las misiones de “policía aérea” orquestadas por la OTAN, desde bases en Lituania y en Estonia, y el primer país en utilizar aviones de combate F-35 para interceptar aviones rusos en vuelo… en el corredor aéreo internacional sobre el Báltico.
Pero las tres repúblicas báltica todavía no se sienten lo suficientemente «protegidas por la presencia reforzada de la OTAN», así que el ministro de Defensa de Letonia acaba de pedir una presencia militar estadounidense permanente en su país. Como en el guión de una película de Hollywood, los expertos explican que las tropas de Estados Unidos no llegarían a tiempo de Alemania para detener los tanques rusos y que, después de haber ocupado las tres repúblicas bálticas, las fuerzas blindadas rusas las aislarían de la Unión Europea y de la OTAN apoderándose del corredor de Suwalki, entre Polonia y Lituania.
Ucrania, que más que “socio” ya es de hecho miembro de la OTAN, aparece en todo esto como actor principal, en el papel de “país agredido”. El gobierno ucraniano asegura, partiendo del principio que hay que creer sólo en su palabra, haber sido blanco de un ciberataque, que evidentemente atribuye a Rusia y la OTAN corre –junto con la Unión Europea– en auxilio de Ucrania para librar una guerra cibernética.
Mientras tanto, Washington denuncia que Ucrania está rodeada de fuerzas rusas en tres direcciones y, previendo un cierre del aprovisionamiento de gas ruso a Europa, Estados Unidos se prepara “generosamente” a sustituirlo con entregas de grandes volúmenes de gas natural licuado (GNL) estadounidense.
La Casa Blanca asegura –basándose en informaciones cuya veracidad está estrictamente garantizada por… la CIA– que el ataque ruso estaría precedido de una operación false flag (bajo bandera falsa) en la que agente rusos infiltrados en el este de Ucrania cometerían sangrientos atentados contra los pobladores rusos del Donbass, atentados que Rusia atribuiría al gobierno ucraniano para justificar su invasión. La Casa Blanca parece haber olvidado que el ministro de Defensa ruso, Serguei Choigu, ya había denunciado en diciembre la presencia en el este de Ucrania de mercenarios estadounidenses equipados con armas químicas.
Según el New York Times, Estados Unidos ha anunciado a los demás miembros de la OTAN que «toda victoria rusa rápida en Ucrania sería seguida de una insurrección sangrienta similar a la que obligó la Unión Soviética a retirarse de Afganistán», insurrección que tendría el apoyo de «la CIA y el Pentágono».
El almirante estadounidense James Stavridis –ex jefe del Comando Supremo de la OTAN en Europa– incluso recuerda que Estados Unidos sabe cómo hacerlo: a finales de los años 1970 y en los años 1980, Estados Unidos entrenó y armó a los muyahidines contra las tropas soviéticas en Afganistán. Pero ahora, según el almirante Stavridis, «el nivel de apoyo militar de Estados Unidos a una insurrección ucraniana haría parecer poca cosa lo que dimos contra la Unión Soviética en Afganistán».
El objetivo estratégico de Washington es evidente: precipitar la crisis ucraniana, deliberadamente provocada en 2014, para que Rusia se vea forzada a intervenir militarmente en defensa de las poblaciones rusas del Donbass y acabar en una situación análoga a la que llevó a la Unión Soviética a empantanarse en Afganistán.
Pero esta vez sería crear un Afganistán en Europa, lo cual provocaría un estado de crisis permanente. Todo en beneficio de Estados Unidos, que reforzaría su influencia y su presencia en el continente europeo. Manlio Dinucci