A una velocidad inesperada, la estrategia del equipo económico empieza a hacer agua. La tasa de inflación está desbocada y todas las reservas acumuladas del Banco Central se utilizarán para pagar deuda en este mes. El programa de austeridad fiscal va rumbo a provocar una profunda recesión que alejará el objetivo de equilibrio de las cuentas públicas.
( Por Alfredo Zaiat ) En menos de un mes de gestión, la estrategia cambiaria-financiera de la dupla mesadinerista de ministro de Economía, Luis Caputo, y del presidente del Banco Central, Santiago Bausili, empieza a hacer agua. El entusiasmo inicial de operadores, inversores y analistas de la city está mutando a potentes interrogantes acerca de cuál es la capacidad del gobierno de Milei para liderar el proyecto político de Revolución Reaccionaria.
La evolución de las variables financiera, cambiaria y bursátil refleja que la luna de miel del mercado con los socios Caputo & Bausili está llegando al final. Para los protagonistas de la city existen varios motivos de la desilusión temprana:
* No apareció la línea de crédito adicional del FMI de 10.000 a 15.000 millones de dólares prometida por Caputo.
*El equipo económico está padeciendo, del mismo modo que la administración anterior, la negociación para reflotar el acuerdo o diseñar uno nuevo con el FMI para conseguir los dólares para cancelar la cuota de capital e intereses con el propio FMI. Al igual que el equipo económico liderado por Sergio Massa también pidieron concentrar los vencimientos para fin de mes.
* Bancos y fondos de inversión de Wall Street le bajaron el pulgar al pedido de financiamiento vía una operación denominada Repo (crédito contra garantía de títulos públicos).
* El bono del Banco Central para la deuda con los importadores (Bopreales) fue un fracaso estrepitoso.
* La brecha cambiaria que había descendido fuerte con la megadevaluación se duplicó en estos días. La diferencia es de 40 por ciento entre el dólar oficial (812 pesos) y el contado con liquidación (1140 pesos), con los cierres del viernes pasado.
* El indicador de confianza de financistas denominado riesgo país se ubicó en 2000 puntos, el más alto del gobierno de Milei.
* Las cotizaciones de acciones líderes MerVal en dólares (918) están en el nivel más bajo desde el 11 de diciembre pasado.
* La tasa de interés hipernegativa respecto a la inflación desalienta el ahorro en pesos y fomenta la compra de dólares, con la consiguiente presión en el mercado que termina ampliando la brecha cambiaria.
* El Banco Central suma dólares en cantidad aunque con una moderación en los últimos días. Las compras netas pasaron de promediar 241 a 158 millones de dólares diarios.
* El ajuste del tipo de cambio previsto (crawling peg) de 2% mensual luego de la megadevaluación aceleró la liquidación de dólares de los exportadores, pero la entrega de dólares a los importadores fue pisada (¿por qué no hay quejas del mundo empresarial por esta medida que afecta el funcionamiento productivo?) y a partir del 13 de enero será cuotificada en cuartos hasta 120 días.
* La acumulación de reservas por unos 3500 millones de dólares se explica en gran parte por este manejo discrecional de dólares en el comercio exterior.
* Estos dólares como entraron a las reservas se perderán en forma rápida. Se utilizarán para pagar deuda. El Tesoro entregó al Banco Central Letras Intransferibles por 3200 millones de dólares a cambio de apropiarse de estos dólares para hacer frente a los pagos al FMI por 2000 millones y acreedores privados por más de 1500 millones. Este tipo de operación fue repudiada durante años por quienes ahora lo instrumentan, al sostener que debilitan la hoja de balance del Banco Central.
* Sólo por fundamentalismo ideológico el gobierno de Milei dinamitó la relación con China. Se cerró de este modo la puerta de la ampliación de financiamiento de importaciones con el swap de monedas (yuan). Además, con el insólito rechazo a los BRICS clausuró el acceso a financiamiento para obras de infraestructura del banco de desarrollo de este grupo de países.
·* Finalmente, Caputo-Bausili inició una negociación con los bancos para diseñar un megacanje de deuda por 57 billones de pesos. O sea, avanzan en lo mejor (único) que saben hacer: negocios con la deuda.
Con estos mediocres resultados obtenidos en pocas semanas de gestión, ¿cuál es el mérito que encontró Javier Milei en la dupla Caputo-Bausili para hacerla entrar por la ventana de su gobierno?
¿Cómo sigue el plan Caputo?
Los consultores de la city coinciden en los escasos conocimientos de Caputo para diseñar un programa macroeconómico de estabilización. En cambio, sí le adjudican habilidades para los negocios financieros, pese a que los resultados para las cuentas públicas no lo acompañaron en el gobierno de Macri y tampoco lo están haciendo ahora con Milei.
Con el desborde de precios con la megadevaluación, la ausencia de controles en mercados con firmas de posición dominante, el desvarío de permitir que las petroleras cobren el valor internacional del combustible y los inminentes tarifazos de luz y gas, la tasa de inflación acumulada de diciembre pasado y la del primer bimestre del año terminará neutralizando el extraordinario avance del tipo de cambio real. Esto significa que el complejo agroexportador, en marzo, cuando comience el período de liquidación de la cosecha de soja y maíz, exigirá otro ajuste cambiario para entregar los dólares.
Mientras, con inflación desbocada y tasa de interés hipernegativa, además de pulverizar los ingresos de los sectores populares –incluyendo a las clases medias-, el ahorro en pesos padece una brutal licuación.
Una eventual devaluación en marzo próximo precipitará otra vuelta de este ajuste regresivo, y en esta oportunidad desde una situación sociolaboral aún más deteriorada.
El camino del 2024 según el Banco Central
La dupla Caputo-Bausili dejó impresa la hoja de ruta para este año en el informe «Objetivos y planes respecto del desarrollo de las políticas monetarias, cambiaria, financiera y crediticia». El informe tiene tres capítulos: 1. La raíz de los problemas macroeconómicos argentinos: el déficit fiscal. 2. La situación a fines de 2023. 3. Objetivos y planes 2024.
En este último dice que el 12 de diciembre se presentó el programa económico de la nueva administración «que pone el énfasis en las modificaciones estructurales al régimen económico que resultan necesarias para revertir la espiral de inestabilidad y estancamiento que afecta a la economía argentina».
Precisa que el programa tiene como piedra angular eliminar el déficit fiscal y su financiamiento mediante la emisión monetaria del Banco Central. El objetivo anunciado es alcanzar un equilibrio fiscal financiero en el 2024. Menciona que otros de los elementos centrales son la eliminación de regulaciones, restricciones y trabas burocráticas, y la corrección de precios relativos, en especial, el tipo de cambio. Para sentenciar que «sólo así se podrá conseguir el restablecimiento del equilibrio externo» y que «el logro de equilibrios básicos en los frentes fiscal y externo, junto con el saneamiento del balance del BCRA constituirán los cimientos de la estabilidad macroeconómica futura».
Adelanta que en forma temporaria y hasta tanto el compromiso y la visibilidad del esfuerzo fiscal sean apreciados en su total dimensión, «el ajuste del tipo de cambio (2% mensual) cumplirá el rol de un ancla complementaria en las expectativas de inflación».
Marzo será el mes clave para verificar si estas metas podrán cumplirse o en tiempo record serán arrojadas al cesto de los planes fallidos junto a sus autores.
El regocijo de promover el austericidio
Durante la campaña electoral Javier Milei prometió que Argentina será una potencia mundial en 30 años. En la amenaza de fin de año entregada por cadena nacional el Presidente extendió a 45 años el momento de alcanzar la prosperidad. En un reportaje radial, ante una oportuna interpelación acerca de que la mayoría de la población no podrá disfrutarla, dijo que en 15 años se observarán dos terceras partes de la mejora.
La naturalización de este tipo de disparates convoca al economista que Milei tanto odia, John Maynard Keynes, quien enseñó que en el largo plazo estaremos todos muertos. Lo que también se puede afirmar es que, en base a experiencias propias y a enseñanzas entregadas por otros países abrazados al ajuste fiscal, el plan económico de Milei tiene destino de fracaso.
El círculo vicioso del austericidio es tan conocido que sorprende el fanatismo expuesto por economistas, políticos y analistas de derecha para defenderlo. El ajuste fiscal regresivo de reducción del gasto agregado (público y privado) provoca una recesión que, a la vez, disminuye la recaudación impositiva. Esta caída del ingreso público aleja el objetivo de equilibrio fiscal que, en caso de persistir en esta misión, obligará a más reducción del gasto para ingresar de este modo en el círculo vicioso del austericidio.
No habrá que esperar 45, 30 o 15 años. La inviabilidad de este sendero no es un misterio y sólo se persiste en ello por anteojeras ideológicas acompañadas de negocios entregados a grupos económicos locales y extranjeros. Por caso, el asalto al patrimonio estatal sobre empresas públicas (YPF, Arsat, Aerolíneas Argentinas) y al fondo de garantía del sistema previsional (FGS-Anses).
La mentira de la necesidad de sufrir para alcanzar el bienestar económico
El discurso oficial señala que el camino del sacrificio es el único posible para superar la crisis, al prometer que la reducción del gasto público generará confianza en la inversión privada para rescatar a la economía del estancamiento.
Se sabe que los desmesurados recortes del gasto público y suba de impuestos en lugar de derrotar la recesión, la profundizan. Luego de la crisis global de 2008, con el FMI promoviendo la austeridad en los países latinoamericanos y europeos periféricos, dos de los entonces economistas más importantes de este organismo internacional, Olivier Blanchard, economista jefe de la institución, y Daniel Leigh, presentaron el documento Growth Forecast Errors and Fiscal Multipliers (“Errores en las previsiones de crecimiento y multiplicadores fiscales”).
El estudio evaluó el efecto de la disminución del gasto y el alza de impuestos en la actividad económica. La idea del “multiplicador” en la economía consiste en estimar cuánto de 1 peso gastado impacta en forma incremental en el crecimiento económico. O, en sentido contrario, cuál es el efecto de la reducción de 1 peso del gasto público en la actividad económica.
La secta liberal-libertaria desconoce con entusiasmo la historia económica local y mundial, repudia el multiplicador keynesiano e insiste con la propuesta del ajuste fiscal para rescatar economías de la recesión.
Son tan evidentes los descalabros sociolaborales del ajuste que Blanchard y Leigh admitieron que se han subestimado “significativamente el incremento en el desempleo, la caída en el consumo privado y la inversión asociados a la consolidación fiscal”. “Consolidación” es el eufemismo de “ajuste”.
Ambos economistas ortodoxos se han rendido a los resultados empíricos del ajuste: estudiaron más de 30 investigaciones realizadas por diversos economistas de 2008 a 2012 sobre el multiplicador fiscal en medio de una crisis, y en base a datos de 26 países de la Zona Euro concluyeron que los programas de ajuste no sirven para inducir un ciclo de crecimiento.
¿Quién se hará responsable en Argentina de provocar en forma deliberada una crisis recesiva de proporciones con explosión del desempleo, inflación descontrolada, empobrecimiento masivo y quiebra de miles de empresas? No es una pregunta que hoy quieran responder quienes están apoyando y liderando la Revolución Reaccionaria de Javier Milei.