Edición n° 2719 . 02/05/2024

El Lobby de Clarín para los agronegocios cada vez más fuerte

Desde la asunción de Javier Milei a la presidencia de la Nación y la llegada de Fernando Villela al área de Agricultura, Clarín Rural inició una intensa batalla por el sentido, la línea y la direccionalidad de la agricultura en Argentina. 

( Por Matías Strasorier y María Rizzo)

Héctor Huergo, el editor jefe de la sección Rural de Clarín, y probablemente el más importante intelectual de los agronegocios, se encarga personalmente de liderar la disputa por la direccionalidad de la política agropecuaria de la Argentina en la actualidad del sistema capitalista global. Él mismo encabeza esta batalla, que no comenzó ahora, sino desde la década de 1990, junto al Negro Ordoñez, el mismo Vilella, entre otros. Pero ante la llegada a posición de gobierno, los agronegocios encontraron la posibilidad de institucionalizar el programa desde el Poder Ejecutivo Nacional, y parecen estar dispuestos a defenderlo a ultranza.

Una tarea no muy sencilla, ya que hay otras fuerzas que conforman “el campo” y tienen intereses que no siempre son comunes, como por ejemplo las agroexportadoras nucleadas en CIARA-CEC, o la oligarquía de la Sociedad Rural Argentina, algunos productores ganaderos o tamberos de CARBAP, CRA, FAA, o las cooperativas de CONINAGRO. Un indicador es el pedido de renuncia a Pedro Vigneau, mano derecha de Vilella. “Según pudo saber Clarín, le pidieron la renuncia a los dos funcionarios por un «rediseño» del Gabinete de Agricultura, que ahora «estará enfocado en la gestión del productor». Trascendió que la intención de producir cambios de funcionarios surgió desde el ministerio de Economía, conducido por Luis Caputo”, dice la redacción de Clarín el 5 de abril.

Huergo en la editorial del 16 de marzo y la del 13 de abril, ambas del 2024, tituladas Poniendo a la agricultura del “lado bueno” y Alimentos y energía cotizan en Wall Street, respectivamente. En ambas toma como ejemplo dos grupos económicos, que invirtieron en tambos intensivos, robotizados, con tecnología de punta, marca la importancia de la bioeconomía y la economía circular. 

En la primera toma al Grupo Duhau, “es un caso concreto de eficiencia y ecología, además de bienestar animal”, afirma. Plantea que “el primer paso en cualquier intento por mejorar el medio ambiente es la productividad”. “La nueva concepción parte de que la vaca lechera es una biofábrica que convierte energía, proteína y fibra vegetal, en el producto leche”. Finaliza afirmando que “eficiencia, productividad, economía circular. Es por acá…”

En la segunda, toma al Grupo Adecoagro, marcando que el tambo del grupo expresa todos los atributos de la bioeconomía, “es profundización tecnológica en la producción de leche”. Destaca que producto de los avances científicos y tecnológicos “Hace 20 años, allí había un tambo de 600 vacas que producían 18 litros por día, bajo un sistema pastoril. Hoy hay 15.500 bajo techo, en tres módulos de galpones que las dotan de todo el confort necesario para que, con una alimentación de base científica, produzcan 38 litros diarios. El doble. El concepto básico de la ecología es la eficiencia en el uso de los recursos”. Finalmente destaca la audacia de Mariano Bosch, magnate de la empresa, para convocar inversores internacionales y llevarla a Wall Street.

En ambas editoriales marca la línea y la direccionalidad de la producción agroalimentaria para la actualidad del sistema social de producción: Un capitalismo tecnológico y financiero, que en el caso del agro el objetivo esencial es el AGRONEGOCIO.

Plantea el desarrollo tecnológico como el determinante para dar el salto cuantitativo y cualitativo de la producción agroalimentaria. Un salto en tiempo y espacio basado el uso de las tecnologías para transformar las “cosas” en productos, el aprovechamiento de todo lo que pueda ser aprovechado y transformado circularmente en una “cosa aprovechable”, o bien de uso. Por ejemplo, la bosta y los efluentes transformados en energía por medio de biodigestores. Es Bioeconomía, claro que sí.

La bioeconomía y la economía circular, son dos conceptos que promueven la producción basada en el conocimiento y utilización de recursos en forma sustentable. La bioeconomía toma en cuenta 3 aspectos: 1- Uso de biomasa renovable y bioprocesos eficientes; 2- Utilización de tecnologías habilitantes y convergentes, incluida la biotecnología; y 3- Integración de Salud, Agricultura e Industria.

Desde la visión del agronegocio estos conceptos tienen el objetivo de transformar en producto toda “cosa” posible de ser transformada en producto, que obviamente se transformará en mercancía o aportará en el proceso de que alguna “cosa” se transforme en mercancía, buscando el fin último de generar dinero.

Es la tecnología desarrollándose permanentemente para cubrir la necesidad de los grupos empresariales o capitalistas, de acumular ganancias y dinero. Hacen que la Economía Circular se parezca más a un secarropas kohinoor, que en cada vuelta de su círculo exprime hasta la última gota de sudor de la humanidad y la naturaleza. Las mujeres y los hombres, junto con la biosfera y su biodiversidad, transformadas en “cosas”, son aprovechadas al máximo (más bien explotadas al máximo), por los grupos empresariales aplicando la BIOECONOMÍA con la direccionalidad del AGRONEGOCIO.

El agronegocio cotiza en Wall Street, mientras que la leche producida en argentina no suple el hambre ni la miseria de la mitad de la población. La pobreza crece al ritmo que los agroempresarios invierten en tecnologías que transforman todo lo que los rodea en “cosas” aprovechables, incluido los productores, los trabajadores, las cooperativas, las mujeres y hombres. Producen el doble de alimentos, al ritmo que se multiplica el hambre y la pobreza en la Argentina.

Esa economía circular del agronegocio tiene a la comunidad, las mujeres y los hombres que producen y trabajan, en la periferia del circulo y va expulsando en cada giro lo que ya no es aprovechable, tamberos, productores, maquinistas, peonadas.

La Bioeconomía sin hombres ni mujeres, es la que promueven los intelectuales del agronegocio, una economía amigable con el ambiente pero sin rostro humano. No es por ahí, aunque lo grite Clinton.