Edición n° 3145 . 02/07/2025

El drama de las PyMEs argentinas: entre la resistencia y la necesidad de un nuevo salto transformador.

Las PyMEs —que representan el 95% del tejido empresarial y el 60% del empleo formal privado— sobreviven hoy en un ecosistema hostil, donde la recesión se profundiza y el Estado nacional parece haber renunciado a su rol de promotor del desarrollo productivo.

Por Antonio Muñiz


En medio de una de las crisis más profundas de las últimas décadas, las pequeñas y medianas empresas argentinas transitan un presente desolador. El resultado se refleja en  cierres masivos y la parálisis lenta de todo el sector productivo. La apertura indiscriminada de importaciones, al calor de un dolar barato, se suma una inflación reprimida que erosiona silenciosamente los márgenes, un derrumbe sostenido del consumo interno, aumentos desmedidos en los costos logísticos, energéticos y financieros, y una completa ausencia de políticas públicas orientadas a sostener o fomentar su desarrollo, suman a una tormenta perfecta sobre todas las pymes industriales.

Pero esta crisis no es nueva. Ya en los años ’90, durante el experimento neoliberal que arrasó con buena parte de la industria nacional, el sector PyME fue uno de los más golpeados. Lo mismo ocurrió bajo el gobierno de Mauricio Macri, y ahora vuelve a repetirse con crudeza bajo la administración de Javier Milei. La historia reciente demuestra que, cada vez que se impone una lógica de apertura indiscriminada, desregulación y ajuste fiscal extremo, las PyMEs son las primeras víctimas.

Frente a esta realidad, urge no solo resistir, sino también repensar el rol estratégico del sector. Para sobrevivir y proyectarse en el largo plazo, las PyMEs deben dejar de ser furgón de cola de los grandes grupos económicos nucleados en instituciones como la UIA, cuyos intereses no solo no coinciden, sino que muchas veces son abiertamente contradictorios con los de las empresas pequeñas y medianas.

El empresariado nacional PyME necesita construir su propia agenda, su representación política autónoma, y una nueva conciencia de clase que lo alinee con los sectores populares y el Estado como aliados estratégicos, tal como lo demuestra la experiencia de países como Brasil, Corea del SurIsrael y tantos otros, donde el desarrollo de las PyMEs fue parte central de un proyecto nacional de crecimiento con inclusión.

El salto pendiente: tecnología, innovación y liderazgo consciente

En este contexto de asfixia económica y fragmentación institucional, el verdadero desafío para las PyMEs argentinas no es solo sobrevivir: es transformar su cultura organizacional y su estrategia empresarial para construir futuro. Incorporar tecnología, promover la I+D, reorganizar procesos y formar liderazgos conscientes no puede seguir siendo una agenda marginal ni postergada.

Los números son elocuentes: apenas el 18% de las PyMEs industriales invierte regularmente en innovación, y menos del 10% cuenta con personal especializado en esta área, según datos del Observatorio PyME (2023). Esto no se explica solo por la falta de financiamiento, sino por la ausencia de planificación estratégica, de visión de largo plazo y de articulación con el sistema científico-tecnológico.

Tecnología e I+D con impacto territorial

Existían hasta diciembre del 23,  instrumentos públicos para fomentar la innovación —como PAC Empresas, Soluciona Verde, o líneas de crédito del FONTAR y el BICE—, hoy totalmente paralizados por la actual gestión,  pero igualmente sin una estrategia clara, sin articulación con universidades, parques industriales, gobiernos locales y polos tecnológicos, estos programas resultaron insuficientes.

Pero mas allá de la falta de apoyo estatal, la pymes tienen que construir un esquema organizacional que priorice la I+D,  porque la innovación y el mejoramiento constante tanto en la faz productiva , como en la gestión , son hoy herramientas solidas para afrontar la crisis, pero sobre todo para lograr liderazgo futuros en los mercados.

Cambio cultural: del dueño omnipresente al liderazgo compartido

La transformación PyME no puede pensarse exclusivamente en términos tecnológicos.  Muchas empresas siguen funcionando bajo esquemas jerárquicos obsoletos, con liderazgos autoritarios, estructuras rígidas y una cultura del control que no responde a los desafíos del presente.

El nuevo talento profesional —sobre todo el joven— busca entornos con valores, propósito y horizontalidad. El 62% de los jóvenes argentinos entre 18 y 35 años no trabajaría en una empresa que no coincida con sus principios, según un informe de Deloitte (2024). Las PyMEs que quieran atraer y retener talento deben transformarse desde adentro: abrir canales de diálogo, fomentar la co-creación, formar liderazgos empáticos y construir espacios donde trabajar tenga sentido más allá del salario.

Una nueva identidad política y sectorial

El gran desafío del presente es político, tecnológico y cultural. Las PyMEs no pueden seguir actuando como actor pasivo. Necesitan una voz propia en el debate nacional, un marco institucional que las represente y políticas públicas que las prioricen como columna vertebral del desarrollo argentino.

Las PyMEs deben convertirse en protagonistas del desarrollo local, tejiendo alianzas con actores territoriales y apostando a soluciones adaptadas a sus propias realidades. Los empresarios pymes deben salir de las cuatro paredes sus empresas y comprender que deben ser lideres sociales y políticos de su comunidad

Eso implica comprender que el futuro no se juega solamente en el acceso a software o a una maquinaria. Se juega en la capacidad de construir una nueva identidad empresarial, profundamente arraigada en el territorio, con conciencia social, voluntad de innovación y liderazgo colectivo.

Las PyMEs deben dejar de sobrevivir y empezar a diseñar su destino. Porque sin ellas no hay país posible. Y porque el desarrollo no vendrá de afuera ni del mercado, sino del trabajo, la inteligencia y la organización consciente de quienes todos los días generan empleo, producen valor y sostienen la economía real.