Hubo al menos cinco reuniones entre funcionarios y gerentes de la multinacional en las que se alertó sobre la crisis que llevó al cierre. ¿Se termina, por el boom importador, la omertá de la UIA?
El Gobierno de Milei avisa que “solo el que es competitivo seguirá vivo”


(LEANDRO RENOU) Hace al menos un año que el gobierno de Javier Milei está al tanto de la crisis terminal de la empresa Whirlpool. El cierre de su planta de lavarropas en Pilar, esta semana, dejó a más de 200 operarios sin empleo, consecuencia de la caída del consumo y la apertura importadora. Cuentan los empresarios que saben cosas del Presidente que Javier Milei parece no sensibilizarse ante este tipo de caídas de los gigantes. Lo curioso es que sus laderos, los que están en la primera línea de la secretaría de Producción, tampoco acusan recibo: por pedido del ministro de Hacienda, Luis Caputo, el secretario Pablo Lavigne les lleva a los empresarios preocupados un mensaje descarnado que, para ellos en el Gobierno, es natural: “el que es competitivo, seguirá vivo”, o “que caiga quien tenga que caer, nacerán otros”, son las dos frases más usadas. Las que todos los ceos se saben de memoria.
Lavigne, que tenía a su cargo a Ornella Calvete y su pareja, Javier Cardini, dos echados de Hacienda por el escándalo de las coimas en la Andis, hizo el mismo trabajo en el gobierno de Mauricio Macri: al mando de Francisco “Pancho” Cabrera, entonces ministro de Producción, llevó esa línea de la supervivencia del más apto entre 2015 y 2019. Pero con Milei, el escenario industrial no parece estar bajo ataque, como con Macri, sino más bien al borde de la extinción.
El caso Whirlpool despertó, inclusive, una acción inusitada en los chats de Whatsapp de la Unión Industrial. La noticia circuló fuerte y muchos plantearon en la reunión de Comité Ejecutivo de este martes que “tiene que darse un debate urgente sobre la crisis”. Esa queja está demorada y aparece en la escena cuando la crisis ya parece haber cumplido la mayoría de edad: en los registros oficiales de la Casa Rosada y los ministerios y organismos técnicos, hay al menos cinco encuentros formales entre funcionarios nacionales y directivos de la empresa de lavarropas.
Santiago Luis Alemany, el CFO de Whirlpool para el Cono Sur estuvo reunido hace unos meses con gente de ARCA y con directivos de Industria. Cuando todavía era poderoso, el exministro Guillermo Francos recibió al CEO para la región, Brian Ritchie, y al representante de México. Esteban Marzoratti, ex secretario de Comercio Exterior, también escuchó a los empresarios plantearles los problemas de la empresa. Todos estos mitines ocurrieron entre fines del 2024 y los últimos meses de este año.
Whirlpool se instaló en 2022 en Pilar, apoyada en una inversión millonaria para vender al mercado interno y exportar. La instalación fue parte, también, de la gestión política y fabril del gobierno anterior a Milei. Producía un lavarropas de carga frontal cada 40 segundos. Fue la planta más moderna de Whirlpool en el mundo y en 2023 hasta sumó un segundo turno de producción. Ese año, el entonces secretario de Industria, José Ignacio De Mendiguren, se vio en Washington con el ceo de la firma y el embajador, Jorge Arguello. Les adelantó que en 2024 pensaban comprar el terreno lindante a la fábrica para producir bienes especiales para exportar.
Pero llegó Milei y cambiaron los planes, se desplomó la demanda y, en menos de dos años de gobierno libertario, se le desplomaron los dos negocios juntos, el del mercado interno y el de la exportación. El Gobierno no movió ni un dedo para evitarlo. Sólo se enteró, por teléfono, de que la empresa estaba en camino a pagar indemnizaciones del 120 por ciento. “Muy bien”, celebraron en despachos oficiales, atribuyéndole valor a una indemnización, como si se tratara de una parte de un proceso empresario virtuoso.
Brasil, y el amigo “chino” de Milei
La firma multinacional mantendrá el galpón para transformarse una especie de casa de electro muy grande. Venderá lo que importe de su planta en Brasil. No es lo único que llega terminado. Esta semana se contó que La Nueva Metropol, la firma de colectivos, trajo 150 buses a GNC de China. El resto de las empresas, cuentan, están comprando carrocerías a la brasileña Marco Polo, que las hacen pasar como partes sueltas.
El contraste entre un Milei incapaz de ocuparse de la industria y lo que ocurre en el país vecino es total: hace unas semanas, las marcas de autos chinos que ingresan a Argentina se reunieron en Brasil con funcionarios del gobierno de Lula Da Silva. Les dijeron que los autos chinos interesan, pero que no hay importación posible sin un acuerdo para que se instalen fábricas de esas empresas en territorio brasileño.
En Argentina hay un libertinaje importador que se está llevando puesto todo. El colmo son las cocinas importadas de China que trajo Newsan. La fábrica de Rubén Lucio Cherñajovsky importa en volumen cosas muy variadas bajo la marca Philco. Hoy el empresario es muy afín al gobierno de Javier Milei. Luis Galli, su mano derecha, fue el que recibió a Milei en su planta de Newsan en Tierra del Fuego. Hubo una foto del libertario con trabajadores. A mediados de noviembre, la empresa echó a 150 metalúrgicos de la planta en Ushuaia.
Mientras se convierte a importador, Cherñajovsky también se metió en las primeras privatizaciones grandes. Se quedó con la Central Alicurá en un pool en el que es socio de Galli, el ex Galicia, Guillermo Stanley, el ex funcionario PRO Federico Salvai, Carlos Giovanelli, Damián Pozzoli y los empresarios fetiche de Milei: la referencia es para Juan y Patricio Neuss, titulares de Edison Energía, amigos personales del Presidente y de la exministra Patricia Bullrich, además de financistas principales de la Fundación Faro, el think tank ultra que conduce el ideólogo de la batalla cultural de Milei, Agustín Laje.
¿Se quiebra el pacto en la UIA?
El 25 de noviembre, a la par del cierre de Whirlpool y otro pelotón de industrias, la UIA emitió un comunicado que los mismos socios consideraron “incomprensible”. Se quejaron de que la acumulación de saldos favorables en Ingresos Brutos (una empresa le paga al fisco más de lo que corresponde) atenta contra la competitividad. “Yo, la verdad, no comprendo, el presidente de la UIA debería estar parado en la 9 de Julio gritando que hay una crisis”, se indignó uno de los mesa-chica de la central fabril con sede en Avenida de Mayo.
El jefe de la UIA, Martín Rappallini, está exigido. Presionado para salir de los modos cuidados y plantear los problemas reales. En privado, él insiste en que es apolítico, pero banca el orden macro de Milei y denuesta los gobiernos que lo antecedieron. Rappallini es dueño de Cerámica Alberdi, a su sector también se lo está llevando puesto la importación, y tiene roces internos con los más críticos. Por ahora, el mandato de Paolo Rocca, de Techint, su padrino político en la entidad, es avanzar con delicado cuidado, pero dando pautas de los problemas del modelo.
En la última reunión de Comité Ejecutivo hubo tres ceos grandes que plantearon que las posiciones públicas de la UIA son débiles en el marco de semejante crisis. Unos días después, Rappallini publicó un artículo en el diario La Nación con el contenido de un documento interno que parece redactado por manos más productivistas que elogiosas del modelo. Fue una reacción casi sin confrontar, pero importante por lo simbólico. Una acción indirecta de una guerrilla temerosa, pero con ganas de mostrar algo más.
Hasta ahora, el gobierno de Milei lo tenía a Rappallini como su ariete en el Consejo de Mayo, donde quería aprobar la Reforma Laboral. Ese plan se detonó porque no hubo acuerdo y la CGT pateó la mesa. Milei tendrá, así, su propia reforma laboral, sin consenso. La UIA, mientas tanto, se acomoda en la esquina para ver si mueve ante la peor crisis de la historia de las chimeneas.


