La presidenta electa de Honduras plantea investigar la deuda pública y la corrupción, y recuperar las empresas de servicios eléctricos, telefónicos y de agua corriente para reducir el costo que paga la población. Pobreza y seguridad en el centro de su gobierno
Por: Alberto López Girondo@algirondo
La presidenta electa de Honduras presentó un ambicioso plan de gobierno de 30 puntos que colocan nuevamente al país centroamericano como abanderado del progresismo en esa región del continente y alienta esperanzas para quienes vienen tejiendo alianzas para una integración democrática. Entre las primeras medidas a poner en marcha cuando asuma el gobierno el 27 de enero, Xiomara Castro adelantó que pedirá una misión de la ONU para investigar la corrupción que hereda del actual régimen. Pero también dijo que pedirá la derogación de las leyes de la impunidad.
“Lucharé y apoyaré la derogación de las leyes de la dictadura: Ley del Consejo de Seguridad y Defensa, Ley de Secretos, Ley de Escuchas, Ley de Zonas Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE), Ley de Coalianza, Ley del Congreso Nacional y demás leyes vigentes, aprobadas en la hemorragia legislativa del 2013 para conformar la dictadura”, dijo en un mensaje que alarmó a los sectores de la derecha más rancia que apoyaron en 2009 el golpe de Estado contra su marido, el presidente constitucional Manuel “Mel” Zelaya, ahora autodenominado “simplemente asesor” y sin aspiraciones a ningún cargo.
Castro, de 62 años, que aplastó con un inapelable 51% de los votos y 15 puntos de diferencia con el candidato del oficialismo, también dijo que convocará a un referéndum para reformar la Constitución. Una de las excusas para la destitución de Zelaya fue que planteaba colocar una urna para que los ciudadanos votaran si querían una reforma de la Carta Magna, que tenía una cláusula “pétrea” que impedía modificaciones. Luego, el actual mandatario, Juan Orlando Hernández (JOH), la cambió sin problemas para reelegirse. En cercanías de la futura mandataria temen que ese punto genere irritación cuando hay otros temas quizás más urgentes para resolver.
Por lo pronto, Honduras tiene un índice de pobreza de casi el 60% y es el punto de partida de miles de ciudadanos que en caravana salen hacia Estados Unidos para intentar una mejor vida. Y tiene una deuda de 17 mil millones de dólares que ahoga los esfuerzos por cambiar esa realidad con políticas inclusivas a la que se propone auditar para determinar dónde se usó el dinero y por qué.
Castro se propone también recuperar las empresas estatales de energía eléctrica, telefonía y de aguas, además de los aeropuertos, los puertos y los peajes carreteros. “Reduciré el precio de la energía eléctrica para que la empresa privada, especialmente la micro, pequeña y mediana empresa, sea más competitiva, y los más pobres no deban asumir los costos de la energía eléctrica”, detalló.
Los migrantes hondureños huyen de la miseria, pero también de la violencia. Por tal razón, Castro quiere crear una Policía Comunitaria en los barrios y aldeas “como un brazo coordinado por la Policía Nacional Preventiva”. En esa línea, afirma que llevará a cabo una lucha frontal contra el narcotráfico. “Vamos a garantizar la seguridad de nuestras fronteras, tanto aéreas como marítimas, para que, tanto el narcotráfico como el tráfico de armas, no se puedan dar en nuestro país”.
El problema narco es de tal magnitud, que el hermano del presidente saliente está detenido con prisión perpetua en EE UU por tráfico de estupefacientes y el propio JOH aparece implicado en una red. Nadie garantiza que el hombre que gobernó con mano de hierro desde 2014 y logró una reelección amañada por el apoyo determinante de Donald Trump en 2017 pueda zafar de un proceso judicial en la Corte del Distrito Sur de Nueva York. Sus estrategas legales esperan que le levanten cargos en Honduras, cosa de demorar una posible extradición a la espera de mejores vientos.
La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca fue clave para que le quitaran el apoyo a JOH, lo que pavimenta buenas relaciones entre Washington y Tegucigalpa, al menos al inicio. Con la piedra en el zapato de Nicaragua y la creciente tensión con Guatemala y El Salvador, el secretario de Estado Antony Blinken busca buenas migas en Honduras. No deja de lado que Taiwán mantiene relaciones con varios países de la región, lo que para China es causal para no establecer lazos diplomáticos. Honduras es uno de esos países, junto con Haití, Paraguay, Guatemala y Nicaragua. En el marco de la estrategia por aislar al gigante asiático de América Latina y el Caribe, que la presidente taiwanesa Tsai Ing-wen haya sido de las primeras en felicitar a Xiomara y que el vicepresidente electo, Salvador Nasralla, haya desechado de cuajo cambiar de socios “mientras tengamos apoyo de EE UU”, es señal auspiciosa para Blinken.