Así se desprende de un trabajo encabezado por la Universidad Torcuato Di Tella, junto a otras organizaciones. Seis de cada diez encuestados piden una regulación específica, y la falta de conocimiento aparece como la principal barrera para expandir su uso (49%).
En Argentina, el 45% de los adultos utiliza herramientas de IA y, en Uruguay, el 48%. Los datos se desglosan de un estudio realizado por el Centro de Políticas Públicas de la Escuela de Gobierno (CEPE) de la Universidad Torcuato De Tella, junto a Fundar y el Observatorio PyME. Los resultados de la Primera Encuesta Nacional sobre Adopción y Usos de la Inteligencia Artificial (IA) en ambos países fueron presentados en un evento moderado por la periodista especializada en cultura digital, Irina Sternik.
El trabajo, que contó con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), subrayó que la adopción y conocimiento es mayor entre jóvenes y crece con la educación y el nivel de ingresos, lo que sugiere una brecha clara de capacidades digitales. No se observan diferencias significativas por género.
El estudio —que relevó más de 2.000 individuos entre ambos países— muestra que la IA ya está presente en la vida cotidiana de casi la mitad de la población conectada, aunque su uso sigue siendo exploratorio y desigual.
“Hoy se confunde el uso casual de IA —hacer una imagen o un texto— con un verdadero cambio tecnológico. Pero las transformaciones profundas tardan: pasó con el teléfono, con la electricidad o con internet. La clave es aprovechar este tiempo para promover una adopción inteligente que complemente al trabajo humano y mejore la productividad”, destacó Eduardo Levy Yeyati, fundador y director académico del CEPE.
El relevamiento —que combina encuestas a individuos y un piloto a empresas— ofrece una radiografía de cómo se está incorporando la IA en la vida cotidiana y en el trabajo en ambos países, y qué tan preparados están para aprovechar su potencial. Es la base de un nuevo sistema de indicadores para América Latina. Permitirá comparar países, monitorear brechas y orientar políticas públicas, ya que continuará en 2026 en otras jurisdicciones de la región.
“La adopción real de la inteligencia artificial todavía es marginal: estamos en una etapa temprana del ciclo de difusión de la IA generativa. Pero conocer estos primeros usos es esencial para prepararnos para el momento en que la adopción se masifique. Lo que hagamos hoy va a determinar si la IA amplía oportunidades o desigualdades mañana”, continuó Levy Yeyati.
Estado de la adopción de IA en Argentina y uruguay
En Argentina, uno de cada cuatro trabajadores ya usa IA para tareas vinculadas con la búsqueda de información, el análisis de datos o la generación de contenidos. Sin embargo, solo el 16% de las empresas tiene una estrategia formal de adopción y menos del 15% ofrece capacitación.
“Vemos un proceso bottom-up: la IA se incorpora por iniciativa de los trabajadores, no por decisión de las empresas. Es un fenómeno de curiosidad tecnológica más que de transformación estructural”, señaló Daniel Yankelevich, director de Tecnología y Datos de Fundar.
Los resultados también revelan una alta valoración del impacto de la IA en la productividad: el 89% de quienes la usan afirma que mejora su desempeño laboral, principalmente por reducir tareas repetitivas y mejorar la calidad del trabajo. A la vez, seis de cada diez personas piden una regulación específica, y la falta de conocimiento aparece como la principal barrera para expandir su uso (49%), por encima de los costos o el acceso.
“Las PyME son conscientes del impacto de la IA en la esfera productiva y muchas están haciendo sus primeros acercamientos. Sin embargo, faltan estrategias y un entorno que acompañe. El siguiente paso es traducir la curiosidad en capacidades y la expectativa en productividad”, Daniela Rozenbaum, economista del Observatorio PyME.


