Edición n° 3307 . 11/12/2025

Dos años de Milei: de la Argentina que iba a ser potencia a la caída permanente y la ley de la selva

El domingo 10 de diciembre del 2023 Milei asumió de espaldas al Congreso y prometió un nuevo país. Qué prometía entonces el actual presidente, y cuál fue la deriva en la que metió a la Argentina con su lógica de ajuste y crueldad.

Domingo, 10 de diciembre de 2023. Apenas 21 días atrás la Argentina había decidido en un mano a mano entre lo viejo conocido y lo nuevo por conocer que el gobierno de los próximos cuatro años lo encabezara Javier Milei. El histriónico y polémico economista, devenido en panelista de TV y con apenas dos años como Diputado de la Nación, se impuso con contundencia ante un Sergio Massa que representaba el desorden y la crisis que el país atravesaba a la salida del gobierno del Frente de Todos. La promesa del libertario era volver a una Argentina potencia, sin afectar los derechos del pueblo y solo arremetiendo contra la casta política. La puesta en escena de su asunción jugó con esa idea: por primera vez un presidente entrante daba su discurso fuera del Congreso, de espaldas a la institución política y de cara al pueblo.

Dos años después, la promesa se revela más como una estafa o una mentira que otra cosa. Lejos del ajuste a la casta en beneficio del pueblo, Milei se recostó en lo peor del sistema político argentino para apalancar un ajuste brutal que hoy sufren las mayorías. Lejos normalizar una cierta institucionalidad política en el país, el gobierno libertario deshizo todos los órdenes precarios que existían para pasar a un ejercicio del poder que roza lo autoritario y no respeta una sola norma. Lejísimos de su expertise en “crecimiento económico con o sin dinero”, Milei hundió al país en dos recesiones económicas en dos años de mandato, destruyó puestos de trabajo, el poder adquisitivo del salario y el consumo popular. Lejos de aniquilar la inflación, el segundo año de gestión de LLA terminará con una inflación al alza y un IPC mayor en los últimos meses del año al registrado a inicios del 2025.

Tal vez lo peor de todo sea la lógica de la crueldad y la violencia social que el nuevo gobierno trajo consigo. Javier Milei normalizó la estigmatización, el agravio, los insultos y hasta la represión a jubilados, docentes, médicos y residentes de hospitales de renombre como el Garrahan, periodistas, artistas y cualquiera que ose criticar el rumbo de su gobierno. “Hoy comienza una nueva era en Argentina. No hay vuelta atrás. Hoy enterramos décadas de fracasos, peleas intestinas y disputas sin sentido”, decía Milei dos años atrás. La Argentina del 2025 lo contradice de punta a punta en ese planteo.

En lo económico, lo que va del gobierno libertario no permite otra expresión que la de un fracaso rotundo. El único éxito atribuíble a la nueva gestión, la baja de la inflación, empieza a estar cada vez más en duda. En concreto, el gobierno de LLA llevó a picos inflacionarios del 25% y el 20% entre diciembre y enero del 2024, para luego lograr un marcado descenso. Pero esa tendencia empezó a romperse primero a inicios de este 2025, con el techo de marzo cuando el IPC alcanzó un 3,7%.

Allí intervino el FMI y la salida parcial del cepo calmó las aguas, aunque solo por un tiempo. Las falencias evidentes del plan económico recalentaron las tensiones en los precios y, sumando al clima electoral, el año terminará con una inflación al alza. Desde mayo, cuando tocó un piso de 1,5%, el IPC mensual no paró de crecer, y mediciones privadas lo ubican para diciembre más cerca del 3% que del 2%. Así el segundo año del gobierno libertario terminará con una inflación creciendo y en niveles que se acercan de a poco a los del FdT antes de la salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía.

Este magro resultado no se alcanzó sin costos. Más bien todo lo contrario. Milei sumió a la Argentina productiva en una crisis brutal para sostener su modelo de inflación “controlada”. Una paz de los cementerios que hoy ni siquiera queda claro que sea una paz efectiva. La actividad industrial tuvo en octubre un retroceso de 0,8% con respecto a septiembre, con caídas en 11 de las 16 ramas del sector que mide el Indec, y ya acumula un desplome interanual de casi 3 puntos. Otros sectores productivos importantes de la economía nacional, como la construcción y el comercio, también sufren escenarios de catástrofe.

Esto tiene su correlato directo en el aumento del desempleo y el cierre de empresas. Desde noviembre del 2023, más de 19.000 empresas bajaron sus persianas, totalizando casi 20 cierres diarios. A su vez, se perdieron 276.624 puestos de trabajo registrados. Los datos surgen de un informe del CEPA, construido en base a información oficial de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT). Lógicamente, este cuadro destruyó el consumo masivo: las ventas minoristas de las pymes marcaron una caída interanual del 4,9% en noviembre según la CAME. Si los números de consumo ya eran malos en 2024, ahora son aún peores. Entre octubre y noviembre el desplome de las ventas fue del 9,1%. La economía del país que iba a volver a ser potencia se asemeja mucho más a la de un país en guerra.

Todo esto sucedió, a su vez, en el marco de un incremento del endeudamiento externo. El nuevo préstamo con el FMI por 20 mil millones de dólares, sumados a otros préstamos de organismos internacionales, vinieron a rescatar las inversiones especulativas que Caputo habilitó en la primera parte de la gestión para el sistema de carry trade. Ahora, el “Messi de las finanzas”, que ya dejó endeudado al país hasta la médula tras su función en el gobierno de Macri, anunció que se volverá a tomar deuda con entidades privadas. Todo esto sin realizar una sola obra pública o inversión productiva en un país donde las rutas se destruyen, se le niega el financiamiento a las Universidades y la ciencia y las jubilaciones no alcanzan una canasta de indigencia.

Milei no podría haber logrado todo esto sin el apoyo del establishment político y económico argentino. Esa “casta” a la que el outsider venía a combatir hoy reside cómoda en el seno del Gobierno y aprovecha los negocios que le facilitan. Acciones que a un gobierno peronista le serían señaladas como una ruptura institucional con el estado de derecho, hoy pasan como si nada con la anuencia de buena parte de la política, los medios de comunicación y la justicia. Ejemplos de esto son la cuasi reforma constitucional por decreto que Milei ejecutó con el DNU 70/23, el incumplimiento de leyes sancionadas y ratificadas por el Congreso luego de ser vetadas por el presidente, o los recurrentes avances sobre los derechos civiles como la represión a las protestas, los encarcelamientos injustificados y la normalización de la violencia simbólica y política desde el presidente hacia abajo, pasando por un ejército de comunicación para estatal, contra todo el que plantee alguna disidencia.

Pero si a todo esto le faltaba una frutilla de postre, el gobierno que venía a rectificar moralmente al país se vio envuelto en estos dos años en un sinnúmero de escándalos de corrupción que escalan hasta las máximas figuras del poder, con Karina y Javier Milei en el epicentro. La cripto estafa Libra a partir de un tuit de Milei, los pedidos de retornos en el PAMI que controla Santiago Caputo, las coimas en la ANDIS que instalaron el vergonzoso 3% para Karina, los créditos irregulares del Banco Nación para empresas de los Menem, son sólo algunos de los casos más resonantes de una gestión plagada de escándalos que no puede explicar y sólo sortea gracias al blindaje mediático que la protege.

Corrupción, destrucción económica, ruptura institucional, endeudamiento, crueldad y violencia son las marcas del gobierno que hoy cumple la mitad de su mandato. Milei prometió una Argentina potencia pero instauró la ley de la selva.

En su país sólo sobreviven los “más fuertes”, es decir, los que tienen posiciones económicas acomodadas y pueden beneficiarse de la nueva plata dulce. El resto, una inmensa mayoría de entre el 70% y el 80% de la sociedad, hoy declara que no llega a fin de mes y tiene que hacer malabares para sostenerse. Milei dijo antes y después de ser presidente que la justicia social le parecía una aberración. Nadie podrá decir que no avisó del país que está construyendo.

Nicolás Baccaro

Periodista. Twitter: @Nico_Baccaro