Edición n° 3033 . 12/03/2025

Derecho al asado versus la vuelta al Virreinato

El gobierno nacional derogó el Decreto 322/73 que prohibía la exportación de “hacienda en pie”(*). Mediante el decreto 311/25 habilitó la venta al exterior de todas las categorías ganaderas: gordos, vacas, terneros, etcétera. A partir de ahora se podrá vender la invernada (**) al exterior sin agregar un kilogramo en los campos argentinos. Vender un ternero es hipotecar el futuro. Habrá menos carne en las góndolas, menos trabajo en los frigoríficos, menos peones rurales, menos fletes de camión, menos trabajo de forrajes y ensilaje, menos actividad en los mercados concentradores como Cañuelas y en los remates ferias de invernada. Menos todo. Una medida que ocasiona un daño difícil de mensurar. Es la primarización de la primarización de la economía. Más retrógrado no se consigue.

por PEDRO PERETTI/ PÁGINA 12

Ni hablar de lo que perdemos por ingresos fiscales y de divisas. El promedio de precio de la exportación de la Tonelada de carne en 2024 fue de 5200 dólares. Una Tonelada de “hacienda en pie” precio mercado de Cañuelas ronda los 2100 dólares ¿Se dan cuenta del disparate?

Va a llevar un tiempo poder poner en práctica esta medida: se necesita engrasar la logística y su volumen estará sujeto a los vaivenes del tipo de cambio. Pero es un traje a medida de los intereses de la oligarquía ganadera del litoral y la provincia de Buenos Aires. Oligarquía que… ¡¡¡existe!!! Y está más fuerte que nunca. El campo nacional y popular debe cerrar urgente esta ventana. Es potencialmente muy peligrosa para los intereses populares. La carne tiene un fuerte impacto en los índices de inflación y, por ende, en el humor social. Con libre importación y exportación quedamos a merced del ataque de los especuladores mafiosos, siempre listos para usar la inflación como arma desestabilizadora de los gobiernos populares.

Hasta 1973 estuvo permitida la exportación de “hacienda en pie” solo a los países limítrofes y al Perú. Ahora se puede vender a todo el mundo. El decreto derogado lo prohíbia expresamente ¿Por qué? Porque el gobierno del Frente Justicialista de Liberación Nacional, que ganó las elecciones el 11 de marzo de 1973, tenía por objetivo central mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo. Para hacer esto realidad se requieren, entre otros, ciertos requisitos de política pública: 1) trabajo 2) buenos salarios 3) alimentos a precios accesibles 4) producción sostenida 5) estar desendeudados. Perón, Cámpora, Gelbard y Giberti tomaron una serie de decisiones en ese sentido. La medida más conocida (no la única) fue el Pacto Social, que se firmó el 8 de junio de 1973. Ese acuerdo incluyó al “campo”, y en septiembre de ese año se refrendó su participación con la firma de lo que se conoce como: Acta de Compromiso con el Campo. La suscribieron 24 organizaciones sociales y gremiales, entre ellas las Ligas Agrarias, la FAA y la SRA (¡Sí lo firmó también!, después reculó). La única que se negó a suscribir el Acta fue CARBAP (ariete del golpe de Estado). Perón hacía política agraria, no compraba la que le ofrecía la derecha.

Para garantizar los objetivos del Pacto Social y que el salario rindiera, había que incrementar la producción en general y la oferta de carne en particular. Ese era uno de los desafíos de la etapa. Para lo cual el Ejecutivo mandó al Congreso la Ley de Nacionalización del Comercio Exterior de Granos y Carnes ¡Pavada de medida! Y en el marco de esa política de concertación popular se firmó el decreto que prohibió la exportación de hacienda en pie, que Milei acaba de derogar. Hubo inflación 0, y la participación de los sectores populares en el PBI superó el 50%. Contalo como quieras, pero esta es la verdad.

El decreto 133/25 que acaba de anunciar el inefable Sturzenegger es la negación misma del bien común y nos devuelve a la etapa previa al saladero, cuando del ganado cimarrón solo se aprovechaba el cuero y el tasajo para exportarlo con destino a Brasil y Cuba como alimento de los esclavos.

En la defensa de la medida se visibilizan dos vertientes de cipayos autóctonos: los que a cara descubierta apoyan este dislate, como los ruralistas con campos cerca de las fronteras, y los que con un estruendoso silencio cómplice, miran para otro lado: ejemplo la Mesa de Enlace. Ambos son provistos de argumentos teóricos por consultoras afines, que en su mayoría viven parasitando al Instituto de Promoción Carne Vacuna Argentina (IPCVA). Este fue creado para promover la carne argentina, no la venta de animales en pie. Debería oponerse, pero no abrió la boca. El IPCVA es un organismo público-privado, financiado por todos los ganaderos (cualquiera sea su tamaño). Se convirtió en una mera máquina de recaudar, al servicio de: 1) Grandes frigoríficos exportadores, a los cuales le financia los costos de promoción externa. 2) Consultorías externas que lo “viven” todo el tiempo 3) El periodismo de derecha, agrario y no agrario al que financia generosamente. Esta cajita feliz está administrada por los prebendarios dirigentes de la Mesa de Enlace, que después se quejan de los planeros.

La derecha se refugia constantemente en el ejemplo del modelo uruguayo como si éste fuera una panacea que se aplica a cualquier mal, y no un verdadero fiasco, como es. El consultor ganadero Victor Tonelli resumió todas las falacias de la derecha agroexportadora en un solo título: “Extraordinario incentivo a la exportación de ganado en pie, abre un camino ganar-ganar para todos, el Uruguay es el ejemplo” . Es difícil encontrar una síntesis de todo lo que está mal en tan pocas palabras. Ni es extraordinario, ni abre caminos, ni ganamos todos, ni es ganar-ganar, ni Uruguay es un ejemplo.

Uruguay hace 30 años tiene la misma población, que envejece y no crece. El modelo económico de latifundio pastoril que practica ajusta su política social por la vía de la emigración. Expulsa a la población joven por falta de trabajo. Según la ONU tiene 367.060 uruguayos viviendo en el exterior, el 10% de su población. Y no sufrió ningún bloqueo imperial tipo Cuba o Venezuela. En ese contexto exporta 247.000 cabezas/ años en pie. Es un verdadero sacrilegio, que impide generar miles de puestos de trabajo para sus ciudadanos. Según un operario frigorífico argentino que consulté para esta nota, cada 100 animales que se faenan se necesitan 85 personas que se involucren en forma directa e indirecta en la actividad. Nos referimos a trabajadores de faena, desposte, administrativos, empacadores, corraleros, fletes, cueros, menudencias, sebo, tripas, empacado, proveedores, cargas y descargas etc. La industria frigorífica genera miles de puestos de trabajo. Si se exporta ganado en pie, sin manufacturar, se pierden. ¿Cuál seria el éxito uruguayo? ¿Regalar miles de puestos de trabajo? El mismo camino que acaba de emprender la Argentina. ¡Socorro!

Defendemos el asado en familia o con amigos. Es una de las formas (no la única) de hacer tangible el derecho a gozar de la vida. El primer requisito para ser feliz es estar bien alimentados. Aunque parezca de Perogrullo, en la Argentina de hoy no es posible. Comer todos los días, con cuchillo y tenedor, fue un logro histórico e indiscutido del peronismo, que su dirigencia no debe olvidar. No fue fácil conseguirlo y exigió peleas muy duras con la oligarquía. Esto la derecha lo tiene claro, por eso aborrecen al peronismo. Pero no a todo el peronismo: solo a Perón y Evita y su versión siglo XXI: el kirchnerismo en cuyo período tuvimos Hambre 0. Muchos que fungen de peronistas olvidan, tergiversan o, lo que es peor, invisibilizan la extraordinaria política agraria justicialista. No fue perfecta pero le dio de comer al pueblo y trajo felicidad. Eso es lo que importa…

(*) Hacienda en pie: animales vivos, sin faenar.

(**) Invernada: animales que se recrían para engordar.