Por Gabriela Sharpe
Hoy un fragmento de una histórica confitería, a punto caramelo para reabrir sus puertas.
CONFITERÍA DEL MOLINO
A las 3 en punto llegué a la Confitería del Molino.
Sinatra ya estaba allí.
Me senté frente a él.
-Buenas tardes, inspector.
Pedí un café con crema.
Eché un vistazo alrededor.
Saludé con la cabeza a varios conocidos, ex diputados y senadores que conspiraban puerilmente a la vista de todo el mundo.
Miré a los viejos políticos murmurando en sus mesas.
Acompañando las palabras con entrecejos fruncidos.
Y dedos amenazantes por el aire.
Entre las columnas de mármol.Y el humo
Y el olor del chocolate caliente, las masas y los postres.
El olor del café y de la manteca,
Sumergidos en un coro de voces bajas.
Y ruido de vajilla. (Juan Carlos Martiní; Los asesinos las prefieren rubias)