Edición n° 2883 . 13/10/2024

Cristina Banegas: Actuar con valor

(Daniela Klun (Especial para Motor Económico) Cae la tarde de un viernes ventoso. En su casa de Palermo, me espera quien es para mí la mejor actriz argentina de todos los tiempos. Se lo digo y sonríe. Esta mujer tan frágil y pequeña en apariencia descuella con una fuerza arrolladora que la hace única.

Como si el escenario hubiera sido creado para ella, desde él, se ofrece, se construye, se venga, nos demuele.

Cincuenta años pasaron desde que comenzó su carrera, toda una vida de arte y de entrega. Cristina Banegas nos habla hoy sobre la actuación, el canto, su vida y su historia.

Un enorme ventanal ilumina la gran biblioteca, afuera en el jardín, muchas plantas le dan vida a la casa, que es tan cálida como ella.

Fuera de ese espacio tan tuyo que es el teatro, en lo cotidiano, ¿cómo es un día en tu vida?

Mis días son diferentes, yo no hago una rutina como la mayoría de las personas que trabajan en un espacio, hago dos talleres semanales en El Excéntrico, a veces tengo funciones. Ahora estoy cantando tango nuevamente, este año estuve haciendo Molly Bloom de Joyce y Eva Perón en la hoguera(de Leónidas Lamborghini) para celebrar mis 50 años de teatro. Hasta hace muy poco también dirigí La señorita Julia de Strindberg, un trabajo que fue creciendo muy bien, una muy buena experiencia. Pero no es que hago todos los días lo mismo, que tengo rutinas como las rutinas habituales de las personas, tengo una vida donde hago siempre varias cosas a la vez. Soy bastante hiperactiva, estoy preparando un libro sobre mis 50 años de teatro,también una dramaturgia sobre un texto que voy a dirigir.Hace 30 años cuando trabajábamos con Alberto Ure en las varias obras que hicimos juntos durante siete años, propuso hacer un libro sobre la experiencia del campo de ensayo de El padre de Strindberg, que habíamos ensayado un año y medio y había sido una experiencia muy particular. Era una obra que estaba representada solo por mujeres, yo era el padre, todas muy femeninas en un mundo sin hombres, y los elencos estallaban, las actrices se iban o Ure la echaba, había de todo y esas conversaciones fueron grabadas y desgrabadasen ese momento pero nunca se tocaron. Durante todos estos años decíamos con Telma Luzzani que teníamos que revisar ese material, que iba a haber cosas muy buenas, y en el velorio de Ure nos encontramos con Telma y dijimos “ahora lo hacemos”. Había dos juegos de ese material, así que estamos ya por el casete número 30, por suerte fueron desgrabados y estamos trabajando con papel, nos divertimos y nos reímos mucho con las barbaridades que decía el Gordo, eso será un libro en algún momento. Me parece que la escritura está empezando a tener un lugar un poco más grande en mi vida.

Que ya lo tuvo…

Sí, a veces trabajando en la traducción y en la adaptación de Molly Bloom o con Lucila Pagliai en Medea, pero ahora tiene más que ver con el libro de los 50 años, que va a tener también una entrevista que va a atravesar toda esa línea de tiempo, y que va a hacer María Moreno. Como hago muchas cosas, siempre estoy inquieta.

¿Y la poesía? Aparece desde muy temprano…

Sí, a los 10 años empecé a escribir, salvo algunas cosas que salieron publicadas hace años ha sido más bien una actividad privada, tal vez es una de las tareas pendientes, qué seleccionaría de todo lo que escribí y qué sería presentable y publicable y qué no, ese trabajo hay que hacerlo.

¿Qué cosas recordás de tu infancia y adolescencia o momentos que puedas recuperar y que te sirvan a la hora de actuar?

Yo no trabajo ahora con memoria emotiva, sí trabajé antes. A partir de un momento determinado para trabajar con mi emoción no necesité hacer ningún tipo de ejercicio de memoria emotiva, porque me emociono con las palabras, me emociono con las asociaciones que me traen las palabras, con las acciones, con los estados que construyo en el campo de ensayo, al contrario, más bien he tenido que administrarla porque me anega mi propia emoción.

¿Alguna vez te pasó algo o pasó algo en tu vida que haya puesto en duda tu carrera?

No, no recuerdo nunca haber pensado en estos últimos 50 años dejar de actuar ni de dirigir ni de hacer todo lo que hago. Ahora lo estoy pensando, que soy más grande, que voy a cumplir 70 años en febrero, estoy pensando si realmente quiero actuar, qué quiero hacer, dirigir y escribir, también depende de que no hay tantos personajes en el teatro más allá de que uno puede inventar dramaturgias, ya me toca hacermujeres grandes, abuelas o madres de hijos grandes, hay que ver.

¿Qué opinas sobre este concepto de Antonio Gramsci?: «La realidad está definida con palabras por tanto, quien controla las palabras controla la realidad»

Y sí, hay algo que tiene que ver con el poder de la palabra y el poder de los discursos que sí ejerce un cierto poder sobre la realidad, hay discursos y discursos, palabras y palabras, la palabra es netamente política.

Hablando de política, ¿cómo se relacionan en tu trabajo o cómo conviven el arte y la política?

En estos tiempos conviven conflictivamente, el país está en una situación muy grave, realmente es muy desolador, desesperante, es muy angustiante todo lo que pasa día a día. Hoy por ejemplo, Víctor Hugo Morales fue separado de C5N, estamos en una situación muy complicada donde el estado de derecho está en absoluto peligro. Yno solo como artista o como alguien que está en el campo de la cultura, como ciudadana me afecta todos los días. Estoy en un grupo que se llama Territorio y tiempo con varias compañeras, con Liliana Herrero, Rita Cortese, Luisa Kuliok, Dolores Solá, es un grupo interesante. Liliana escribió un manifiesto que presentamos hace unas semanas en Caras y Caretas y se fue enviando por las redes, seguramente vamos a seguir moviéndonos.

Volviendo a la actuación ¿Qué consideración tienen las obras clásicas en tu trayectoria, que te aportaron como actriz?

Las obras clásicas siempre tienen algo absolutamente presente porque se resignifican en cada sobre fondo de cada realidad histórica en que se vuelven hacer. Cuando hicimos Antígona con Ure en la época de los Carapintadas, esa intención de Antígona de enterrar a su hermano aunque estuviera prohibido, porque “los muertos deben ser enterrados aunque las leyes de la ciudad lo prohíban, las leyes divinas dicen que a los muertos hay que enterrarlos en todas las culturas, en toda la historia de la humanidad”,fue casi imposible no asociarlo con los desaparecidos, que fueron seres sin tumba. Ese dilema entre la moral y la ética que plantea una obra que fue escrita hace 2600 años, sigue teniendo sentido. Yo amo a los griegos, amo a Shakespeare, amo los clásicos, realmente cada vez que pude hacerlos me significaron un hermoso placer y seguramente seguiré haciendo cosas vinculadas con los grandes textos clásicos.

¿Cómo fue evolucionando tu relación con los textos con el pasar del tiempo?

En general no vuelvo hacer las obras que ya hice, salvo Molly Bloom que la hice hace cinco años y la volví a hacer ahora, tienen otras características los monólogos, siempre se puede volver a decir poemas desde otra concepción, desde otro encuadre, desde otra mirada. Cuando hice Eva Perón en la hoguera hace 20 años había una realidad en pleno menemato, y ahora tiene otro sentido la palabra de Eva Perón y el poema de Lamborghini fundamentalmente, que es un poema extraordinario, y Molly Bloom ni hablar, porque además hemos seguido trabajando con Carmen Baliero que fue quien me dirigió, hemos ido también cambiando y encontrando nuevas cosas, ensayando y trabajando, de modo que no tiene un carácter museísticoen el sentido de la conservación, sino que lo planteamos en términos de una resignificación.

Adolfo Bioy Casares dijo alguna vez que si los libros fueran casas le gustaría irse a vivir a Dormir al sol. Vos, ¿a qué obra te irías a vivir?

Creo que a ninguna, la ficción es algo extraordinario en todas sus variables, pero yo intento vivir en la realidad.

¿Algún personaje te marcó de una manera diferente?

Hay personajes con los que tuve más placer y más goce estético que con otros. A veces las obras salen bien y a veces no salen tan bien. Entre la elección de un material y lo que significa después la construcción de la máquina teatral y los resultados estéticos que eso significa de ese objeto estético que no es la obra, sino que es otra cosa, es una traducción, una versión, no es el papel, sino los cuerpos, el espacio, hay algo extraordinario, por eso no hay dos Hamlet iguales, no hay ninguna posibilidad de que lo sean. Comprar puestas en escena por ejemplo en los musicales, se hace mucho eso, se compra todo el paquete, en cada país debe tener una impronta propia seguramente, pero ni siquiera en esos casos donde se copia y la intención es reproducir exactamente ese formato, ni siquiera ahí creo que es tan fiel la copia, porque son otros seres, es otro idioma, son otras culturas, siempre va a haber inexorables variaciones.

La voz es un instrumento clave en tu tarea actoral ¿Cómo apareció el canto?

Mirá, ahora volví a tomar clases de canto, porque estuve muchos años sin cantar, y estoy muy contenta, he trabajado mucho con mi voz, tanto con voz hablada como con voz cantada, pero siempre hay mucho más por hacer, son cosas que te llevan toda la vida en realidad. A mí me gusta tomar clases, me gusta colocarme en el lugar de alumna, es algo que me hace bien.

¿Y la voz respecto de la actuación?

Yo creo que hay algo que tiene que ver con la tonalidad de ese personaje, el lugar de la enunciación y lo que eso significa en cuanto a los ritmos, las cadencias, las velocidades, la configuración del discurso, y esa es una tarea infinita porque siempre se pueden hacer variaciones sobre una estructura ya determinada. La partitura de Molly Bloom es una partitura súper elaborada pero siempre hacemos variaciones, mantiene vivo y presente el discurso.

¿Qué cosas conservas hasta hoy desde que comenzaste tu carrera?

El miedo

Increíble que justo vos tengas miedo…

¡Pero no sabés cuánto! Sí, el miedo es algo que estuvo siempre presente y es un tema… El pánico escénico es un tema delicado.

¿Se trata en terapia?

Yo me analicé muchos años con diferentes técnicas, con diferentes psicoanálisis, individuales, grupales, con lacanianos, con freudianos, hice un poco de todo, ahora no me estoy analizando y por ahora no tengo intención de volver al diván.

¿Y cómo se domina el miedo?

Hay un momento en el que entrás en la construcción de ficción, no es una presencia permanente el miedo, aparece por momentos como una especie de abismo, pero no siempre y no todo el tiempo mientras actúo, es algo que está por debajo.

¿Qué opinión te merece la televisión actual?

Realmente, veo muy poca televisión, últimamente veía C5N para ver los noticieros, no hay muy buena televisión.

¿Creés que el teatro es popular? ¿Qué consumen culturalmente los argentinos?

Hay una actividad teatral extraordinaria en Buenos Aires, hay muchísimos públicos de teatro, lo que pasa es que es incomparable la cantidad de gente que va al teatro, que por supuesto son ciertos targets de la clase media, media alta. Pensá que por ejemplo en El Excéntrico, cuando empezamos hace 30 años éramos tres, ahora somos más de 300 teatros independientes, es impresionante, y en muchos de esos espacios se produce el mejor teatro de la Argentina. Así que también eso es interesante de palpar más allá de lo cuantitativo, creo que hay un movimiento y una actividad fervorosa, hay miles de personas que estudian teatro, eso es fantástico, como un don de Buenos Aires y de Argentina, una relación con el teatro y con la actuación muy poderosa, hay muy buenos actores en la Argentina.También hay otras formas de teatro, el teatro comunitario por ejemplo, y también hay otros proyectos dentro de lo que llamamos teatro que son más populares, lo que se hace en las villas. Yo voy a ir ahora el 7 de diciembre al CEAMSE, a la quema, donde ya fui un par de veces, hice allí Eva Perón en la hoguera. Hay un grupo que se llama Osadía que trabajan toda la línea de Augusto Boal, el Teatro del oprimido, y son mujeres, las vi actuando, teatro hay en todos lados, es impresionante. También tiene sentido como una actividad en sí misma más allá de cuánto se muestre o cuánta gente vaya. De cualquier manera creo que va mucha gente al teatro, aunque por supuesto, la crisis económica hace que vaya menos gente a todos lados, al supermercado también.

Escribiste Axolotl cuando cumpliste 45 años de trayectoria, hay dos frases o ideas que me gustan mucho de allí, una es Demoler al público, y otra Actuar como si fuera una venganza. ¿Cómo surgen estos conceptos tan fuertes?

Se ve que en ese momento estaba un poco enojada (risas), estaba un poco peleadora. Ahora estoy empezando a escribir algo por los 50 años y me parece que va por otro lado mi pensamiento, mi relación con el teatro y con la actuación, ya saldrá a la luz.

Hablabas también de la angustia…

Muchas veces consciente o inconscientemente, en general es inconsciente, nos provocamos situaciones de cierta descompensación para saltar a la actuación, y eso es una especie de combustible, de tremendo combustible. Pero también es peligroso, es mejor que uno pueda instrumentarlo, no que eso te maneje a vos.

Conociste a Paco Urondo, a Rodolfo Walsh, a Juan Gelman. ¿Cómo fue esa experiencia?

Esa fue una época muy hermosa de mi vida, yo me casé muy joven, a los 16 años, con un actor, Paco Fernández de Rosa, vivíamos en San Telmo y éramos vecinos de Paco Urondo y Zulema Katz, que era su mujer en ese momento, ella era actriz y trabajaba con Paco Fernández de Rosa. La casa de Zulema y Paco era una casa abierta a la que iban muchos poetas y gente del cine y del teatro y de la literatura y de la música, ahí conocí a Juan (Gelman), después me hice amiga de él y años más tarde de Mara La Madrid, su esposa durante sus últimos 25 años de vida. Cuando fui a México paré en su casa, ellos venían y se hacían fiestas acá para sus amigos, he tenido el honor de conocer a gente muy interesante cuando era muy joven.

Como docente ¿qué te gustaría dejarles a tus alumnos?

Una posición ética y estética frente al teatro, frente a la actuación, una actitud de arrojo, de coraje, de generosidad, de ofrenda, de pelea por capturar la percepción de ese otro que está mirando. Joyce le decía siempre a Nora Barnacle, que era su mujer y hacía teatro en Irlanda: «Actúa con valor», y yo siempre se lo digo a mis alumnos y a mis actores. Un poco en serio y un poco en broma pero creo que es algo fundamental, cómo salimos a escena y por qué salimos a escena, y para qué salimos a escena, para qué ponés el cuerpo en la parrilla.

¿Qué ves cuando miras para atrás?

No puedo creer que haya trabajado tanto, la verdad que es raro haber estado tanto tiempo, 50 años haciendo esto que es tan raro, que es actuar. Creo que fue una travesía buena en el sentido de que siempre hice lo que quise, siempre elegí desde un lugar por fuera del éxito comercial, de la complacencia, de ceder a estéticas e ideologías que no comparto.

Elegiste

Sí, con absoluta independencia.

¿Qué te faltó?

Y siempre te quedan personajes que nunca pudiste hacer.

¿Cómo cuáles?

Nina de La gaviota de Chéjov, Hedda Gabler(de HenrikIbsen), Lady Macbeth -la de Shakespeare-, unas cuantas.

¿Cómo te definirías?

No sabría cómo definirme, no estoy en tiempo definiciones sobre mí misma, soy una persona que trabaja mucho y que cree profundamente en el trabajo, no tengo grandes ideas sobre mí misma para definirme.

¿Sos muy metódica? ¿O muy obsesiva?

Soy obsesiva, metódica no tanto.

Y Valentina, tu hija,¿te ayuda a relajar esa obsesión?

Mi hija dirige El Excéntrico hace más de 10 años, da muchas clases, trabaja muchísimo y hace la curaduría de los espectáculos que se dan en El Excéntrico, es una gran compañera, una gran hija, un honor. Me cuida mucho, ella dice que soy una persona que carece de sentido común (se ríe).

¿Por qué?

Porque soy muy poco práctica, muy poco desapegada de ciertas cosas, y entonces se burla de mí (risas).

¿Cómo fue la trayectoria de El Excéntrico en estos 30 años?

Fue una batalla constante, es un espacio de resistencia por el que pasaron muchos actores y actrices y directores y dramaturgos, nunca quise darle un carácter institucional, nunca quise que fuera una escuela, entonces hay talleres para todas las edades, para todos los niveles de experiencia. Somos un equipo de gente interesante, muchos de ellos fueron alumnos míos, que después pasaron por otros maestros, por otras experiencias, no es que son solo hijos de El Excéntrico, de ninguna manera, eso me parece que es muy importante, que la gente pueda ir circulando por los diferentes espacios en Buenos Aires, que puedan aprender a organizarse, a autogestionarse y que tengan buenas herramientas para ser buenos actores y buenas actrices.

¿Es difícil sostenerlo?

Sí, es muy difícil y por eso también la gente se compromete más, hay una posición de mucho compromiso, de mucho afecto, de mucha energía. Ahí vamos.

¿Cómo llega el tango?

Mi padre era muy tanguero, actor, recitador, pensá que en esa época se declamaba, Berta Singerman por ejemplo juntaba veinte mil personas en un estadio y recitaba y era una especie de gran diva y la gente iba a escuchar poesía. La familia de mi padre era muy criolla, hacían payadas en las fiestas, se cantaba mucho, una de mis tías era profesora de guitarra, yo tomé clases con ella, otra era profesora de piano, muy folclóricas y tangueras, y la familia de mi madre, abuela andaluza, andaba por otro barrio, digamos.

Te gustan más los tangos antiguos…

Sí, los tangos reos, los tangos de los treinta primeros años del siglo XX, y sobre todo los repertorios de las mujeres del tango, que cuando los descubrí fueron muy interesantes para mí, como toda esa articulación de modelos femeninos, muchas pioneras del tango, además. Rosita Quiroga, Mercedes Simone, Azucena Maizani, Ada Falcón, Nelly Omar, Libertad Lamarque, Tita Merello, la Negra Bozán, Aída Luz, muchas, había actrices que cantaban muy bien. Encontré ahí un yacimiento de poéticas y me enamoré.

Cantaban todas de la misma forma o con estilos muy parecidos…

Claro, eran voces más agudas,mezzosopranoo soprano, y esto venía también de finales del siglo XIX cuando había una correspondencia muy fuerte con España de cupletistas, tonadilleras, vedettes, cabareteras, había toda una articulación de roles de mujeres que hacían como la Negra Bozán la famosa revista porteña, y hacía sus sketch y sus tangos reos, generalmente muy cómicos, muy humorísticos, era una especie de Olimpo de grandes imágenes, de grandes modelos de representación. Me gusta mucho Rosita Quiroga porque tiene una especie de cruce perfecto de rea sutil, me gustan todas, las amo, grandes cantantes, grandes artistas, mi lugar está en esas poéticas.

¿Y Carlos Gardel?

Un grande entre los grandes, es infinito, siempre vuelvo a escucharlo, es precioso y además tiene una obra inmensa, es un monstruo, un maestro total.

¿Tenés algún tango preferido?

Me gusta mucho cantar una milonga de Rosita Quiroga y Cadícamo, que es Apología tanguera, en general arranco mis shows con Apología por cábala. Sí, los actores tenemos muchas cábalas, agrega sonriendo. Hay muchos tangos que me gustan, muchas milongas, valsecitos pocos, es un género difícil para mí, me gustan pero prefiero escucharla a Lidia Borda, que es una genia.

¿Y qué otras cábalas tenés?

¡No se dicen! Si decís una cábala deja de tener poder, no puedo hablar, es un secreto profesional (se ríe).

«Qué hacer con este cuerpo cuando no actúa (…) Dónde está cuando no está».

Cristina Banegas está en la historia de nuestra cultura, y en ella, habita el teatro.

  • Editora. Integrante de Centro de Artes Batalla Cultural Cesar Linares Walerko @culturapopularvl