¿Cómo las mujeres que han buscado incansablemente a los detenidos desaparecidos se convirtieron en científicas? Días después del lanzamiento del Plan Nacional de Búsqueda de Detenidos Desaparecidos, Cristina Dorador destaca a las autodidactas de la investigación, quienes lograron encontrar los hilos conductores de la verdad y la justicia negada. «Ellas generaron conocimiento, lo democratizaron y construyeron líneas de búsqueda, de investigación», dice. Ellas fueron su propio centro y escuela bajo la pregunta fundamental, ética y universal: ¿dónde están?
Cuando alguien desaparece la respuesta natural es salir a buscar. La búsqueda requiere de planificación, constancia, registro, aprendizaje y metodología. En medio de la brutal y sanguinaria dictadura cívico militar fueron las mujeres y su esperanza a cuestas quienes buscaron a sus familiares desaparecidos y se convirtieron en científicas de la memoria.
Madres, compañeras, esposas, hijas y nietas han buscado en archivos, cárceles, hospitales, cerros, ríos, playas, desierto, campo y cordillera. Se convirtieron en científicas, antropólogas, abogadas, fotógrafas, profesoras, periodistas, sicólogas, escritoras. Son refugio, canto, escuela, abrazo y persistencia.
Las mujeres han buscado porque saben que la vida prevalece. La vida se puede encontrar en todos los ambientes del planeta, incluso en las condiciones más extremas y hostiles. Los seres humanos somos una convivencia de distintas especies, el territorio humano es cohabitado por microorganismos que son indispensables para nuestra existencia. Somos un mosaico celular, fragmentos de historia evolutiva que se han congregado en un cuerpo, en un ser, que a su vez es parte de la convivencia de otros, de una comunidad, de un pueblo. Una red simbionte, simpoiética, que se transforma y deja el espacio a las ausencias, porque (como dice mi padre) “el olvido no existe”.
Pienso en Violeta Berrios y sus compañeras de Calama que por años recorrieron la vastedad del desierto de Atacama en busca de los cuerpos de sus seres queridos asesinados por la Caravana de la Muerte. Pudieron haber sido geólogas estudiando los minerales del desierto; astrobiólogas, indagando sobre el límite seco de la Tierra; coreógrafas, creando las danzas del viento; arqueólogas, siguiendo las rutas caravaneras de los antiguos; historiadoras, describiendo las injusticias de la pampa salitrera. El desierto de Atacama es un archivo de la vida y de la muerte. Frío en la noche, calor en el día. Se momifican los instantes y se preserva la memoria.
Las mujeres han buscado porque saben que la vida prevalece. La vida se puede encontrar en todos los ambientes del planeta, incluso en las condiciones más extremas y hostiles.
Autodidactas de la investigación científica, lograron encontrar los hilos conductores de la verdad y la justicia negada. Son, por tanto, investigadoras de la memoria. Ellas generaron conocimiento, lo democratizaron y construyeron líneas de búsqueda, de investigación. Fueron su propio centro y escuela bajo la pregunta fundamental, ética y universal: ¿Dónde están?
Las investigadoras de la memoria no tuvieron apoyo de universidades ni centros de investigación, donde se supone, se encuentran los saberes. Se les negó la justicia. Se desecharon sus conocimientos y hallazgos.
A Sandra Gahona le llamó la atención la tierra roja que tenía el cuerpo de su familiar que le tocó vestir después de haber sido acribillado en la Quebrada El Way ubicada al sur de Antofagasta. En medio del dolor, guardó esos recuerdos que se abrieron años después para contribuir con la verdad judicial. Los asesinaron de madrugada, con los ojos vendados, en la subida de un cerro, entre quebradas, era octubre, era la muerte cobarde en caravana, había estrellas, la tierra roja con sus óxidos de hierro se volvió incandescente y los pedacitos de ternura de los niños que fueron, quedaron en el cerro para siempre.
El desierto de Atacama es un archivo de la vida y de la muerte. Frío en la noche, calor en el día. Se momifican los instantes y se preserva la memoria.
El Plan Nacional de Búsqueda es una política de Estado que llega 50 años después a responder con todas las herramientas y medios posibles la pregunta de dónde están. La ciencia y la tecnología han avanzado enormemente en las últimas décadas. Un país que se piensa a sí mismo, que reconoce sus dolores y traumas, que clama justicia y verdad, que busca reparación y garantías de no repetición, es un país que se fortalece. Hay miles de personas que fueron víctimas de desaparición forzada y que aún no sabemos dónde están. La naturaleza siempre habla, los cuerpos no desaparecen, la vida persiste en las moléculas que se intercambian con el suelo, el agua y el aire. Así como buscamos vida en Marte, la podemos encontrar en la Tierra. El canto tiene sentido y razón, nos dijo Víctor Jara. La ciencia y la generación de conocimiento tiene un rol social y este es un compromiso mayor que debiera convocarnos a todas y todos.
Para todas las científicas de la memoria que han dedicado su vida a la búsqueda de verdad y justicia, gracias por perseverar y enseñarnos qué es el amor.
Foto: Telam