Más de la mitad de los casos detectados en la última semana son asintomáticos, lo que aumenta la presión de las autoridades para mantener su estricta política de “covid cero”
China, que lleva blindada contra el coronavirus desde el inicio de la pandemia, se está enfrentando a la mayor ola de infecciones desde hace meses. El gigante asiático ha superado la barrera de los 1.000 contagios locales dentro de su territorio por primera vez desde el estallido de la crisis sanitaria mundial en Wuhan en 2020, un retroceso que atenta contra la estrategia de tolerancia cero contra la covid-19 impuesta por las autoridades desde entonces. Preocupa especialmente el repunte en el número de asintomáticos, que este viernes constituyeron el 64% de los nuevos casos reportados, lo que ha llevado a la Comisión Nacional de Salud a anunciar que el país permitirá el uso de pruebas de antígenos, que hasta ahora no se podían realizar en el ámbito doméstico. Este viernes las autoridades han decretado el confinamiento de la ciudad de Changchun, de más de nueve millones de habitantes, el cierre de mayor magnitud desde finales del año pasado.
El viernes 18 de febrero China notificó 60 nuevas infecciones locales; una semana después, 104; dos semanas después, 117. Este viernes fueron 1.211, repartidas por 17 de las 31 provincias del país. Si bien es cierto que la cifra es muy inferior en comparación con las de otras naciones —y teniendo en cuenta que se trata de la más poblada del planeta—, ocupa titulares por no tener precedente desde la primera mitad de 2020, cuando el epicentro de la pandemia se situaba en Wuhan. Más de la mitad de los contagios detectados en las últimas semanas son asintomáticos, los cuales China no contabiliza como casos confirmados a la hora de publicar sus datos diarios.
Las autoridades sanitarias asocian esta tendencia al alza en el número de asintomáticos a la alta tasa de vacunación del país (el 87,4% de la población ha sido completamente inmunizada) y al aumento de la incidencia de la variante ómicron. Las labores de rastreo, parte esencial de la política china de cero covid, por la cual se pone en aislamiento al paciente y a sus contactos cercanos, se han visto obstaculizadas en las últimas semanas por este incremento de los asintomáticos. La situación preocupa a las autoridades y este viernes la Comisión Nacional de Salud ha anunciado que el país dará luz verde a la venta de pruebas de antígenos para la población. Hasta ahora, en China tan solo estaba permitido realizar la prueba de covid-19 para analizarla en laboratorios aprobados por el Gobierno.
Las campañas de pruebas masivas, los rastreos, los aislamientos en centros de cuarentenas, así como los confinamientos de vecindarios conforman el modus operandi implementado por China para mantener a raya la pandemia desde hace dos años. A pesar de que durante las recientes celebraciones por el Año Nuevo chino las autoridades sanitarias pidieron a los funcionarios locales que se aplicaran las medidas de forma prudente, las restricciones de movilidad y los cierres temporales no han cesado. Actualmente, más de 100 complejos residenciales en toda la nación han sido clasificados de zonas de mediano o alto riesgo, lo que se traduce en test obligatorios para detectar el virus y, en muchos casos, aislamientos. Shanghái, por ejemplo, ha cerrado los locales de ocio y los alumnos han vuelto a recibir clases a distancia, mientras que en Pekín una decena de complejos residenciales están confinados.
Amonestaciones y despidos
La última gran ciudad en decretar un confinamiento masivo ha sido Changchun, centro manufacturero y capital de la provincia de Jilin. Un comunicado publicado por el Gobierno local este viernes informa de que la ciudad someterá a tres pruebas PCR a todos los residentes, implantará el teletrabajo y prohibirá los desplazamientos innecesarios. El texto añade que en todas las urbanizaciones se creará una especie de burbuja a la que solo tendrá acceso el personal de apoyo para proveer de bienes básicos a los vecinos.
Además de en la provincia de Jilin, la mayoría de las infecciones se localizan en Shandong, ubicada en la costa oriental. Según informó la comisión disciplinaria de Qingdao, 17 funcionarios del municipio de Laixi, donde se originó el rebrote, han sido amonestados o depuestos por lo que se ha calificado de “mala gestión” y “falta de rigurosidad a la hora de implementar los protocolos de manera estricta”. También han sido despedidos el director y subdirector de un instituto en el que se detectaron contagios entre los alumnos.
Este viernes, durante la rueda de prensa con motivo de la clausura de la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular (el Legislativo chino) el primer ministro, Li Keqiang, evitó responder directamente a la pregunta de si su Gobierno ha trazado una hoja de ruta para reabrirse al mundo o por cuánto tiempo Pekín considera que su política de cero covid es sostenible. “Nuestras medidas de prevención y control se basarán en el desarrollo de la pandemia y los cambios del virus”, expresó Li, quien concluye su mandato este año.
Recientemente, el reconocido epidemiólogo chino Zhang Wenhong hizo hincapié en que las localidades afectadas activarán “diferentes escalas de control” según sus propias particularidades, lo que ha llevado a algunos analistas a considerar que quizás China se está planteando un cambio de estrategia hacia la inevitabilidad de una coexistencia con el virus. Sin embargo, la grave situación de Hong Kong —que se ha visto obligado a recibir ayuda de la parte continental ante el potencial colapso de su sistema sanitario— invita a los opositores de la apertura de las fronteras a reforzar su cautela y desestimar medidas laxas. Esta postura se cimenta, además, en el hecho de que China apostará por la mayor estabilidad posible hasta otoño, cuando está previsto el nombramiento del presidente Xi Jinping para una tercera legislatura.
Según cifras oficiales, desde el inicio de la pandemia, de los más de 1.400 millones de habitantes de la parte continental de China tan solo se han contagiado 112.940 y 4.636 han fallecido por la covid-19. En comparación, Hong Kong, con siete millones de habitantes, acumula 646.800 casos y 3.150 muertes.
Fuente: El Pais