Edición n° 2939 . 08/12/2024

Caos global. Por Antonio Muñiz

Los presentes apuntes tienden a elaborar algunas ideas para comprender la etapa histórica que nos toca vivir y protagonizar.

Es claro que estamos en una de esas etapas históricas donde ya no  sirven los viejos paradigmas y los nuevos tardan en gestarse. Son tiempos sin certezas, tiempos de incertidumbre. Ya no hay un techo que nos cobije ni una ideología totalizadora que explique nuestra posición en el mundo y nos brinde seguridad.

En consecuencia, el propósito de este texto es describir y analizar el momento histórico que vive el sistema mundo en el siglo XXI, marcado por un debilitamiento de la globalización y declive de la hegemonía norteamericana, crisis estructural del sistema capitalista, desde 2008 en adelante, el desarrollo de una pandemia, y para completar el circulo perfecto una guerra que parece ser el preludio de una tercera guerra mundial.

Desde los años 1920 el mundo no había experimentado una pandemia tan grave como la del coronavirus (SARS-Cov-2), que como nunca antes tuvo un alcance planetario, expandiéndose rápidamente a todos los continentes con una velocidad exponencial de contagio.

Hoy estamos en una etapa de amesetamiento dada la rápida respuesta en cuanto a vacunaciones masivas y a largas cuarentenas en la mayoría de los países. Sin embargo el peligro parece que sigue latente, nada nos asegura que no haya un rebrote a partir un nueva cepa.

Conforme se fue expandiendo la enfermedad por el mundo, fue profundizando la crisis financiera del capitalismo, y limitando las posibilidades de la recuperación de un proceso de acumulación.

La pandemia aparece en un momento en que el sistema mundo capitalista se encuentra en una crisis sistémica, y pone de relieve muchas de las contradicciones, límites y lógicas de explotación y dominación del capital y sus élites a nivel planetario.

Una economía, como es la capitalista, exclusivamente basada en la valorización financiera, una maximización de las ganancias, una apropiación  y  concentración de la riqueza, solo ha generado mayor desigualdad y precariedad; solo producirá efectos sociales negativos, no solo nuevas y viejas enfermedades, sino también desempleo, pobreza, escases y hambrunas.

Esto sucede en pleno conflicto geopolítico mundial y en una situación de crisis capitalista, cuando los sectores del capital financiero norteamericano y el multipolarismo, liderados por China, se encuentran en una disputa hegemónica.

“En el siglo XXI el capital y el capitalismo, ingresa en una nueva fase de globalización o mundialización, superando así el periodo multinacional de la hegemonía del capital. Fase actual determinada, principalmente, por el predominio del capital transnacional y, complementaria y contradictoriamente, por el peculiar desarrollo económico, industrial y tecno-científico de la República Popular China, principal potencia hegemónica del multipolarismo (junto con Rusia, China, India, Irán), que disputa a las corporaciones transnacionales y financieras privadas el comercio, el desarrollo tecnológico y la expansión de la producción y la inversión financiera, así como la presencia geopolítica en determinados territorios del mundo”.

La globalización neoliberal, liderada por sectores de EEUU, Inglaterra y europeos, se encuentra debilitada y limitada a partir de la crisis del 2008, de la Lehman brothers. En efecto, en los item comercial y el financiero, han mostrado desempeños limitados y deterioros considerables desde el 2008: la economía de los derivados financieros se estancó desde el 2009 y descendió desde el 2013 hasta el 2017. En el 2019 presenta una importante recuperación, pero sin alcanzar los máximos de la década del 2000. El comercio mundial también se ralentizó desde el año 2009, y desde entonces no presenta condiciones para su recuperación.

Ante la crisis de la economía occidental aparece  se y se despliega una forma peculiar de desarrollo económico, social y político en la República Popular China y sus aliados orientales. De esta manera, estamos en una etapa de definiciones y disputa hegemónica entre Estados Unidos y nuevas potencias orientales, principalmente la China. Situación conflictiva que se expresa en el comercio mundial, la competencia tecnológica, y el proceso de ingreso a la cuarta revolución industrial y su utilización productiva.

Además está la relación incompatible del sistema capitalista actual con la naturaleza. La destrucción masiva de  recursos naturales y la alteración del ecosistema mundo, ha desatado una crisis paralela, una crisis ecológica y medio ambiental, alimentaria y civilizatoria.

La guerra como continuación de la política.

Como decíamos más arriba se muestra hoy claramente  uno de los aspectos más significativos de la actual conformación del capitalismo global: la emergencia contradictoria de un bloque de poder euroasiático que cuestiona la hegemonía capitalista norteamericana.

En efecto, son dos importantes acontecimientos históricos los que marcaron el final del siglo XX: el desplome de la Unión Soviética y del bloque socialista, por un lado; y por otro, el desarrollo peculiar de la República Popular China a través de la incursión en su desarrollo de las corporaciones transnacionales norteamericanas y europeas más una férrea planificación estatal, además de una clara política de fomento a nuevas tecnologías a través de procesos de innovación y desarrollo, aplicado a la producción. Así hoy China lidera el cambio tecnológico global apuntando a aquellas actividades basadas en las 4G y 5G. Todo hace pensar que China está liderando la nueva revolución industrial

Por otro lado la Federación Rusa ha ido reconstruyéndose a partir del liderazgo de Putin. Luego de la caída de la Unión Soviética y la debacle del comunismo en toda Europa del Este, Rusia ha podido reconstruir parte del viejo territorio soviético, consolidar su aparato productivo y ha logrado un liderazgo importante en cuanto al desarrollo de tecnologías militares.  Todo esto más el liderazgo político fuerte de Putin le han permitido recobrar nuevas posiciones en el escenario internacional.

Es en  este sentido, que el nuevo liderazgo que estaría conformando China está basado en la alianza con otros países orientales como son Rusia, Irán, India, que por la complementariedad generan fortalezas económicas, militares y estratégicas. Este nuevo bloque continúa aumentando su influencia en el mundo, con el triunfo en la guerra de Siria, en el plano político-militar, así como el impulso de la Ruta de la Seda en el plano económico, del comercio e inversión, euroasiático. Además, la expansión de la influencia de la mencionada potencia asiática en otros países más pequeños de la región se ha  fortalecido; son los casos de Siria, Filipinas, Birmania, Malasia, Corea, Pakistán, Indonesia. Son fuertes las inversiones de China en África y en América Latina.

La reciente cumbre de los Brics marca un nuevo hito en la construcción de un nuevo orden mundial. Al grupo inicial Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, se han sumado en 2021 a Bangladesh, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, además, todavía en un nivel de negociación están Argentina, Indonesia, Kazajstán, Nigeria, Arabia Saudita, Senegal y Tailandia que se sumaron a los 5 miembros iniciales de BRICS. Los líderes de algunas de estas naciones estuvieron conectados a la cumbre de Beijing en estos días.

Los Brics pueden convertirse en una plataforma de desarrollo y de una gobernanza global, con una lógica no ya imperialista, tal como fue Occidente en los últimos 500 años, pasando a una lógica de cooperación entre pueblos y naciones, un generar confianza entre las partes, muy de lógica política china.

Lamentablemente la historia muestra que este tipo de conflictos por la hegemonía global terminan escalando en conflictos bélicos.

En realidad desde hace varias décadas vienen desarrollándose conflictos de orden regional donde siempre está presente el interés anglo yanqui, para apoderarse de los recursos del tercer mundo, casi siempre el petróleo.

En este marco deben leerse los conflictos en todo medio Oriente y Asia central desde hace décadas.

En esta estrategia norteamericana vía OTAN de cooptar a los países de Europa del Este, ex comunistas, para cercar y aislar a la Federación Rusa, llevando los misiles y bases hasta su frontera misma.

El objetivo era debilitar a Rusia, ponerla de rodillas y así romper la alianza ruso china, como también poner freno a las negociaciones con Europa, en especial Alemania, con la integración en un gran bloque euroasiático, que, de concretarse,  hubiera dejado a EEUU fuera de jugar en las grandes ligas de la política internacional.

Según el Papa Francisco estamos viviendo la tercera guerra mundial, esta vez en etapas.

Según el historiador Eric Hobsbawm la segunda guerra mundial fue la continuación necesaria de la primera guerra. Si tomamos esta hipótesis podríamos pensar que esta etapa que estamos viviendo puede ser la continuación de la segunda guerra mundial.

Los ejércitos soviéticos derrotaron al Tercer Reich y tomaron Berlín,  los tanques norteamericanos al mando del General Patton llegaron más tarde, cuando la derrota de Alemania era un hecho concreto.

Patton expresaba que la guerra debía continuar y avanzar contra el régimen soviético.  Este pensamiento formaba parte del establishment norteamericano e inglés, por el cual el verdadero enemigo era la Rusia comunista y no la Alemania nazi.

Un mundo agotado por la guerra y sobre todo la aparición de las armas nucleares, de destrucción masiva, hicieron imposibles esa lógica de conflicto. Pero desataron un mundo bipolar, conocido o caracterizado como  “guerra fría”.

El resurgimiento del poderío militar y político de la Federación Rusa, su alianza con China y otros países de la región, más la posibilidad de acercamiento con la Unión Europea, a través de Alemania y la provisión de Gas y combustibles, hizo aparecer en la elite norteamericana de políticas anti rusas. En ese marco deben leerse la ampliación de la OTAN hasta casi las fronteras rusas. La respuesta de Rusia fue clara y contundente, avanzó  militantemente sobre los territorios ucranianos, donde predominan las poblaciones de origen ruso parlantes, que eran objeto de violencias y segregación por parte del gobierno pro occidental de Ucrania.

El conflicto ruso ucraniano ha mostrado hasta el momento la enorme superioridad del ejército ruso, que ha ido conquistando territorios, paso a paso, sin demasiadas baja propias ni del  adversario y tampoco ha dirigido sus ataques a poblaciones o estructura civiles. Está llevando a cabo un operación quirúrgica, que si no fuera por en apoyo de países de occidente ya hubiera hecho caer el régimen de Kiev.

EEUU y Europa ha condenado las acciones de Putin y han provisto material de guerra a Ucrania, además de aplicar diversas y duras medidas de boicot económico y político a la Federación Rusa. Sin embargo hasta el momento todas esa medidas ha demostrado su fracaso, y algunas por el contrario han ido fortaleciendo la posición rusa. Si queda claro que la guerra y las sanciones aplicadas han generado un mayor caos en las economías y mercados globales. Los precios se han disparado, fomentado un inflación muy alta para los estándares internacionales, pero los aumentos en especial la energía y los alimentos son alarmantes, asi como su faltantes en muchos de los mercados.

Debe quedar claro que más allá de la cháchara y la propaganda bélica, que pretende que el conflicto es por la “democracia, la libertad, los derechos humanos”, etc, lo que está en discusión en el mundo no es el enfrentamiento entre dos sistemas políticos,  económicos y sociales contrapuestos, sino que en el seno del capitalismo planetario se tejen y cocinan una serie de conflictos, a veces diplomáticos y otra violentos, entre estados nacionales,  resultado de la competencia de las potencias capitalistas por la hegemonía mundial, es decir por el control de la economía mundial y los recursos naturales.

Esto no es nuevo en el desarrollo del capitalismo. La expansión capitalista en las últimas décadas, que se dio privilegiadamente en territorios como China y Rusia, los países asiáticos como Corea, Vietnam, etc, han dado lugar, paradójicamente, en las primeras décadas del siglo XXI, en medio de la pandemia desatada en el 2020, a un nuevo momento de disputas, competencias e interrelaciones entre potencias dominantes y emergentes, abriendo grietas en la hegemonía y poniendo de manifiesto conflictos entre las distintas fracciones del poder mundial.

Como ha sucedido en el curso histórico del desarrollo capitalista, los declives y las crisis han dado lugar a procesos de surgimiento de un nuevo hegemón. En el pasado podemos mencionar el pase de la hegemonía española al surgimiento del imperio inglés y la decadencia de este dio lugar, post primera guerra, a Estados Unidos.

Lo singular del actual proceso histórico es el declive de los Estados nacionales, en beneficio de las corporaciones trasnacionales privadas, al mismo tiempo que aparecen nuevas potencias emergentes como la China, Rusia, la India, etc., la decadencia de otras, como Europa y EEUU. Todo este nuevo escenario anuncia disputas y conflictos pero también nuevas perspectivas geopolíticas y nuevos paradigmas, para enfrentar la crisis global.

La decadencia de occidente

Los debilitamientos militar, comercial y geopolítico de los Estados Unidos, son síntomas de un proceso de decadencia que coincide con los patrones propios de declive de anteriores momentos históricos.

La incapacidad de EEUU para ejercer su liderazgo político es cada vez más evidente. La única lógica que atienden es la del bravucón que se impone por su fuerza. Pero hoy ni siquiera le alcanza con su poderío militar. Su fracaso político militar en Irak y Afganistán es evidente, así como su impotencia para resolver el conflicto en Siria, donde fue claramente derrotado por la coalición Siria, Rusia, China, Irán, etc. Y además su incapacidad de enfrentar a Rusia y sostener al gobierno Ucraniano, más allá de la propaganda y la provisión de armas, que no es más que un negocio de su industria militar.

Es indudable que la aparición de una figura como Trumps, un hombre de negocios “no siempre limpios” pero un outsider de la política, que pudo imponerse por sobre toda la estructura del Partido Republicano y ganar la presidencia muestra la decadencia de toda la clase política yanky. Su fracaso estrepitoso y su reemplazo por el demócrata Bidem, un presidente muy débil,  muestran las flaquezas de todo el sistema de poder que gobernó a EEUU durante los últimos 70 años.

Varios son los  hechos que abonan esta situación de decadencia, una la avanzada de la Corte Suprema norteamericana con un fallo  contra la libertad de las mujeres a elegir y decidir sobre su cuerpo, revocando el derecho al aborto, por lo cual EEUU retrocede 50 años, la negativa de la Corte y de la estructura política a regular la venta y uso de armas de fuego, basados en “un derecho natural” a defenderse, que tanto daño y sangre causo en la sociedad yanqui, la amenaza de ruptura del Estado de Texas de separarse de la Unión, con pronóstico por ahora de incógnita. Para completar el cuadro esta misma Corte, que adhiere al Trumpismo, esta con la posibilidad de avanzar, así como lo hizo contra el aborto, contra los derechos civiles de las minorías, que llevo décadas de lucha conseguir.

A la decadencia política tanto interna como externa, además EEUU debe sumarle una crisis económica estructural importante, que está dejando una ola de pobreza e indigencia en la población, una situación de precariedad social no vista desde la gran crisis de los años 30.  Un escenario preocupante.

Por otro lado la Unión europea ha ido perdiendo peso político y económico, a la par que fue perdiendo soberanía en manos de EEUU y su alianza militar la OTAN.  La subordinación de sus intereses detrás de los intereses geopolíticos yanquis, muestra el deterioro político de la otrora orgullosa Europa. Rusia pudo haber sido el gran proveedor de energía para el resurgimiento económico europeo. Sin embargo la miopía de su dirigencia hizo que se alinearan con EEUU en lugar de continuar las negociaciones y la integración con Rusia y la construcción del gran gasoducto, a subordinarse al poderío militar y económico yanqui y pasar a depender a EEUU para la provisión de energía, por supuesto un mayo precio.

El reciente foro de San Petersburgo para el Norte y el Sur Global, Vladimir Putin ha marcado algunas ideas fuerzas, que es necesario conocer y evaluar para entender el mundo que está pariendo delante de nuestros ojos.

*La era del mundo unipolar ha terminado.

* La ruptura con Occidente es irreversible y definitiva. Ninguna presión de Occidente lo cambiará.

* Rusia ha renovado su soberanía.

*El reforzamiento de la soberanía política y económica es una prioridad absoluta.

*La UE ha perdido por completo su soberanía política.

*La crisis actual muestra que la UE no está preparada para desempeñar el papel de un actor independiente y soberano. Es solo un conjunto de vasallos estadounidenses privados de cualquier soberanía político-militar.

*La soberanía no puede ser parcial. O eres un soberano o una colonia.

*El hambre en las naciones más pobres estará en la conciencia de Occidente y de la eurodemocracia.

*Rusia suministrará cereales a las naciones más pobres de África y Oriente Medio.

* Rusia invertirá en desarrollo económico interno y reorientación del comercio hacia naciones independientes de EE.UU.

* El futuro orden mundial, ya en marcha, estará formado por fuertes estados soberanos.

A modo de conclusión, en el caso Argentino y latinoamericano, está por delante su inserción en el nuevo mundo que se está gestando. Es necesario profundizar el análisis de las tendencias y los intereses concretos que se están jugando, tanto en un eventual recuperación del capitalismo, como a posibilidades concretas de cambio hegemónico y civilizatorio.

En ese sentido Latinoamérica viene marcando un camino, por supuesto lleno de contradicciones, de unidad política y económica. El resurgimiento de los movimientos nacional populares y/o progresistas parece consolidarse a partir del triunfo de Boric en Chile, Petro en Colombia, el posible triunfo de Lula en Brasil y la crisis, con el pueblo indígena en la calle, en Ecuador.

El camino es la consolidación y fortalecimiento de los estados nacionales soberanos,  unidos en un bloque político y económico común que le permitan insertarse en igualdad al nuevo orden global.

Todo está en construcción pero muestran un continente vivo y en lucha, buscando su destino.

Antonio Muñiz

Junio 2022

Fuente: Data Política y Económica